“Aquí no se acaba la lucha; aquí comienza”, expresa Patishtán al llegar a San Cristóbal

“Aquí no se acaba la lucha. Aquí comienza.” Con estas palabras llegó a Chiapas el profesor Alberto Patishtán Gómez, libre por primera vez en 13 años. Fue recibido por cerca de un centenar de indígenas de la organización católica Pueblo Creyente y del Movimiento del Pueblo de El Bosque, el cual durante más de una década exigió la liberación del docente tzotzil.
A eso de las 12:30 horas, Patishtán salió del aeropuerto Ángel Albino Corzo, procedente de la ciudad de México. De inmediato fue rodeado por los representantes de los medios de comunicación. Ya en el exterior, su gente lo acogió con afecto; recibió los primeros abrazos de su tía María, su abuelo y otros familiares y coterráneos.
En lo que resulta una suerte de justicia poética, los acompañantes de profesor revelaron que durante el vuelo, un asiento adelante de Patishtán se encontraba el ex mandatario chiapaneco Roberto Albores Guillén, cuyo gobierno fue responsable del encarcelamiento injusto del profesor en 2000. Y aunque fue el primer mandatario local en comprometerse a liberarlo ante la población de El Bosque, nunca lo hizo. En la aeronave también viajaba el joven presidente del Congreso estatal, Luis Fernando Castellanos, quien al escuchar exclamaciones de “¡Viva Pa­tishtán!”, gritó desde su asiento: “Patishtán, yo siempre estuve a favor de tu libertad”. Cuentan los testigos que Albores Guillén, incómodo y atrapado en su asiento, “se hizo el occiso”.
Los indígenas que lo aguardaban formaron una valla y ca­minaron con él unos metros, para detenerse y recibirlo con propiedad: abrazos, risas, abrazos, bendiciones, vivas al TaticSamuel Ruiz. “¡Que viva la verdad!”, “¡Que se muera la injusticia!” Patishtán tomó la palabra: “Siempre nos dijeron que estábamos desorientados, que esta lucha no valía la pena, pero la justicia vale la pena, el pueblo la necesita”. Marcelo Gómez, párroco de Simojovel, lo “bautizó” como “caminante que defiende a su pueblo” y le entregó una cruz que también era un bastón. El profesor tzotzil expresó: “Tenemos que trascender y profundizar las cosas para encontrar la clave del amor. Jesús no te dice ‘vamos a caminar solitos’, sino ‘vamos a caminar juntos’. No debemos decirle ‘quítame este problema’, sino ‘danos la fuerza para vencerlo’”.
La hospitalidad indígena procedía de San Juan Chamula, Zinacatán, Tuxtla Gutiérrez, San Juan del Bosque, San Cristóbal de las Casas. Las autoridades del aeropuerto consideraron preferible que los indígenas permanecieran afuera, argumentando que en la sala de espera “no había espacio suficiente” para ellos. Algunos asistentes consideraron inaceptable que se impidiera a los indígenas ingresar a un espacio público donde se han visto tumultos para recibir estrellas del espectáculo y los deportes sin que se niegue el paso a sus fans.
El catequista chamula Zacario Hernández, ex preso político y compañero de Patishtán en la Voz de Amate, leyó el saludo de Pueblo Creyente para este “encuentro con la libertad”: “Te venimos a encontrar ahora que llegas a tu tierra, a tu pueblo, a tu gente, como hombre libre. Libre de la culpa que te impusieron los poderosos, que cargaste 13 años, cinco meses, 11 días”.
Posteriormente, una caravana de vehículos lo acompañó hasta San Cristóbal de las Casas. Por la tarde Patishtán realizó una oración ante a la tumba del Tatic en la catedral. En seguida se ofició una misa de bienvenida, concelebrada por seis sacerdotes con el obispo auxiliar Enrique Díaz; entre ellos Gonzalo Ituarte, Pedro Arriaga (vocero de la diócesis) y el vicario José Avilés.
A un costado del altar, el profesor Patishtán permaneció flanqueado por su abuelo y su hijo Héctor. El obispo Díaz manifestó “la alegría de todos los creyentes de la diócesis” por su liberación, y se refirió a su “caso único, emblemático”, que sin embargo refleja la situación “de muchos en las cárceles que no han tenido cómo obtener justicia”.

Hermann Bellinghausen, La Jornada, 1º de diciembre.

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