Atraco de radicales en la Cámara baja; afuera, los de Morena hacían de las suyas

Con gruesas cadenas y candados, y usando curules, sillas, palos y barras de acero como barricadas, unos 40 legisladores del ala radical y violenta del PRD, Movimiento Ciudadano y PT, se atrincheraron ayer en el interior del salón de la Cámara de Diputados para tratar de impedir al pleno sesionar y desahogar la minuta del Senado en materia de reforma energética.

A las 14:15 horas, cuando diputadas y diputados de diversos partidos habían arribado ya al pleno en espera del inicio de la sesión, aquel grupo de violentos asaltó literalmente el salón e impidió el ingreso del resto de legisladores, así como también la salida de quienes ya se encontraban dentro.

El atraco provocó caos y connatos de golpes, agrias discusiones e insultos de todo calibre, aunque perredistas como Alejandro Sánchez y Karen Quiroga sostenían que se trataba de “una manifestación pacífica”.

Al momento de la toma del salón —a lo que Manlio Fabio Beltrones calificó de “grosero secuestro”—, el tablero registraba ya 392 diputados, lo que hacía quórum incluso para una eventual mayoría calificada.

Ese número de diputados asistentes reflejaba de paso el evidente fracaso de las huestes de Andrés Manuel López Obrador, conocidas como Movimiento Regeneración Nacional (Morena), que infructuosamente cercaron el recinto legislativo de San Lázaro desde muy temprano para impedir el ingreso de los legisladores, en busca de provocar la suspensión de la sesión por falta de asistencia.

El coordinador del PRD y presidente de la Junta de Coordinación Política en la Cámara baja, Silvano Aureoles, fue literalmente rebasado por sus propios correligionarios, ya que mientras se reunía con los líderes parlamentarios para ordenar la sesión, los radicales de su bancada “tomaron” el salón sin avisarle siquiera, como él mismo lo reconoció:

“No era un acuerdo de la bancada”, admitió abatido, si bien se negó a condenar la acción de sus colegas.

Mientras los diputados filibusteros urdían su plan, un helicóptero de la Policía Federal descendía en el helipuerto de la Cámara de Diputados. Del artefacto bajó el comandante Enrique Galindo Cevallos y personal de la Policía Federal Ministerial, quienes sostendrían una reunión con el presidente de la Cámara, el panista Ricardo Anaya, para coordinar el operativo de seguridad instalado en las inmediaciones del recinto legislativo, donde ya se protagonizaban las zacapelas callejeras.

A la par se reunía la Junta de Coordinación Política con la intención —según reveló horas más tarde el coordinador priista Manlio Fabio Beltrones—, de acordar los términos en que la minuta sería enviada a comisiones y los tiempos para dictaminar y llevarla al pleno para su votación antes del domingo próximo.

Pero en el salón de plenos las cosas caminaban en otro sentido.

Ahí, Socorro Ceseñas, Alejandro Sánchez Camacho, Alfonso Durazo —ex particular del finado Luis Donaldo Colosio, del ex presidente Vicente Fox y ahora, dicen, de Ricardo Monreal—; Malú Micher y Aleida Alavez, entre otros, iniciaban la rebelión.

Arriba, Manlio Fabio Beltrones, del PRI, Luis Alberto Villarreal, del PAN, y Arturo Escobar, del Verde, se sacaban de la manga el plan “B”, y disponían que el pleno trabajara en el Auditorio del Edificio “E”, declarado recinto oficial de sesiones, sin mediar negociación alguna con los revoltosos.

En punto de las 17:00 horas el panista Ricardo Anaya ordenaba el inicio de la sesión con un quórum de 401 diputados, en el recinto alterno, mientras que en el salón de plenos tenía lugar la otra, con una asistencia no mayor a 50 legisladores de izquierda.

Luciano Franco, La Crónica, 12 d diciembre.

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