Dudas sobre la capacidad del Estado para regular contratos con petroleras

La decisión de México de eliminar siete decenios de estatización y permitir que compañías extranjeras participen en las operaciones petroleras es crucial para atraer la tecnología y el capital necesarios para rejuvenecer su industria energética, afirman partidarios de las reformas. Pero incluso después de la abrumadora aprobación de ambas cámaras del Congreso esta semana, los escépticos preguntan si el país tiene la capacidad de regular los contratos privados para beneficio de todos los mexicanos y no de sólo unos pocos.
La fase final de la reforma energética que el Congreso mexicano aprobó el jueves es su aval por parte de 17 de los 31 estados del país, debido a que los cambios modifican la Constitución. Ese aval se considera casi asegurado, a pesar de que los artículos modificados eran vistos como sagrados, una protección contra el espolio del patrimonio mexicano por parte de los extranjeros.
Analistas del sector y compañías petroleras de Estados Unidos dicen que los dos países se beneficiarán de la medida, que pone fin al monopolio de la estatal Petróleos Mexicanos (Pemex) y permite al gobierno de México firmar contratos con empresas como Exxon Mobil y BP para explorar y perforar en busca de crudo y gas que México no ha podido explotar. “Es algo muy positivo para todas las partes”, expuso William Colton, vicepresidente de Planeación Estratégica de Exxon Mobil, en una transmisión por Internet. Se proyecta que las exportaciones de crudo mexicanas a Estados Unidos bajen a medida que la producción norteamericana de crudo aumenta a partir de nuevos yacimientos.
Enojo por privatizaciones
“Aumentará la productividad, el crecimiento económico y la creación de empleos”, citó el presidente Enrique Peña Nieto, quien presionó a favor de la reforma, en Twitter después de la votación. México enfrenta ahora la enorme tarea de hacer de Pemex una empresa más competitiva y eficiente. Aunque es un símbolo de orgullo y éxito del país, la compañía es considerada ampliamente un ente con exceso de personal, atrasado y corrupto. La empresa está controlada por un sindicato dirigido por el poderoso y acaudalado Carlos Romero Deschamps, cuya familia es famosa por su ostentoso estilo de vida.
Muchos mexicanos están menos que contentos con las privatizaciones anteriores de empresas estatales. La privatización de los sectores de banca y telecomunicaciones a principios de los años 1990 resultó en algunas de las tasas de préstamos y facturas telefónicas más altas del mundo desarrollado.
Los que se oponen a los cambios temen que las multinacionales, especialmente de Estados Unidos, recuperen el tipo de dominio que tenían sobre el petróleo mexicano antes de ser nacionalizado en 1938.
México importa ahora aproximadamente el 20 por ciento del gas natural que consume. Pero sus reservas de gas de esquisto tienen el potencial de producir 7.08 billones de metros cúbicos (250 billones de pies cúbicos) de gas, lo que triplicaría la producción nacional diaria, dijo Carlos Morales, director general de Pemex Exploración y Producción.
Pero la explotación de esas reservas exige tiempo y dinero para encontrarlas y explotarlas –unos 60 mil millones de dólares al año– dice Pemex, que ha tenido que trabajar con 28 mil millones de dólares al año.

La Jornada, 15 de diciembre.

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