Fue innecesario discutir sobre energía; los opositores repitieron argumentos: Gamboa

El Senado aprobó en lo general y en lo particular la reforma energética, en una sesión maratónica de 20 horas y media, durante la cual los legisladores de los partidos de la Revolución Democrática (PRD) y del Trabajo (PT) no lograron que priístas y panistas debatieran uno solo de los controvertidos puntos incluidos en esa modificación constitucional.
En la sesión, que comenzó el martes a las 13 horas y concluyó ayer a las 9:30, hubo 209 intervenciones, de las cuales sólo 19 fueron de priístas, panistas y pevemistas, y únicamente para fijar postura, ya que no aceptaron discutir con los legisladores de izquierda, quienes a lo largo de la madrugada del miércoles insistieron en sus propuestas para modificar el dictamen.
Los opositores demandaron que subiera a tribuna el dirigente del sindicato petrolero, el priísta Carlos Romero Deschamps, ya que los cambios aprobados, advirtieron, lesionan a los trabajadores de Petróleos Mexicanos (Pemex), empresa a la que “se condena a la extinción”.
El perredista Alejandro Encinas lamentó que el tricolor aceptara el inicio de la liquidación de ese sindicato y su contrato colectivo con tal de que el blanquiazul diera los votos necesarios para aprobar la reforma, y exigió a Romero Deschamps que se pronunciara al respecto.
El gobierno y el PRI, resaltó, no sólo avalaron que los cinco integrantes del sindicato salieran del consejo de administración de Pemex, sino también otras modificaciones al dictamen que, “indebidamente, introdujeron en el último momento”.
Con los cambios al artículo 25 constitucional se permite que desde el gobierno se fijen normas sobre el “régimen de remuneración” del personal de Pemex y la CFE, entre otros aspectos. Desde tribuna, Encinas pidió a Romero Deschamps que se pronunciara en torno a esos cambios, con los que “se pretende crear un régimen de excepción para petroleros”.
Alejandra Barrales afirmó: “cuando la perra es brava, hasta a los de casa muerde; vemos a un PRI traicionando a los petroleros, vía esa negociación con el PAN”.
“Cien mil despidos”
El también perredista Rabindranath Salazar insistió en que 100 mil de los 128 mil trabajadores de Pemex serán despedidos con las nuevas disposiciones, que quitan a la paraestatal buena parte de sus actividades, entre ellas la refinación, el transporte y el almacenamiento de gas y petróleo.
“Ojalá que aunque sea por una vez escuchemos aquí al senador Romero Deschamps decir qué opina de esto, porque lo vemos como fantasma en un tema tan importante”, señaló Layda Sansores, del Movimiento Ciudadano.
Pero el dirigente sindical se mantuvo callado, muy cerca de su coordinador, Emilio Gamboa. Aplaudió, junto con priístas y panistas, la aprobación en lo general de esa reforma y siguió las horas siguientes callado o echando relajo con los demás priístas.
Votó incluso en contra de eliminar los cambios al 25 constitucional y el transitorio vigésimo, donde están las medidas contra Pemex y su sindicato.
Dolores Padierna, Mario Delgado, Manuel Camacho Solís, Zoé Robledo, Isidro Pedraza, Benjamín Robles Montoya, Luis Sánchez, Iris Vianey Mendoza, Angélica de la Peña, Luz María Beristáin, Manuel Bartlett y otros senadores de PRD y PT subieron casi 200 veces a tribuna para argumentar sus propuestas de cambio a la totalidad de los artículos, “que permiten privatizar el petróleo y la electricidad”.
Cada una de las reservas fue votada en contra por los 93 senadores de PRI y PAN, que entraban y salían del recinto sin prestar atención a los oradores.
A los panistas les llevaron pozole para cenar, en un salón cercano al pleno, en el que había bebidas alcohólicas.
El coordinador de la bancada del blanquiazul, Jorge Luis Preciado, se burló del perredista Adán Augusto Hernández cuando éste pidió tomar en cuenta la protesta de la calle. El panista dijo: “son como 50”.
El perredista respondió: “los que sean, senador Preciado; merecen respeto porque no son vendepatrias y traidores como usted”. Como seguían las burlas del panista, Hernández le exigió ir a tribuna. “Venga y debata, no tenga miedo, cobarde”, expresó.
Horas después, cuando se aprobó la reforma en lo general y lo particular y de inmediato se remitió a la Camara de Diputados, Gamboa justificó haber rehuido el debate. “Dejamos que dijeran lo que querían; lo dijeron durante la reunión de comisiones más de cien veces. Ya no había necesidad”.

Andrea Becerril y Víctor Ballinas, La Jornada, 12 de diciembre.

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