La agonía de una reforma

WASHINGTON.— En septiembre de 2012, cuando el presidente estadounidense Barack Obama necesitaba más que nunca del apoyo de los hispanos, tuvo un arranque de franqueza. “Mi mayor fracaso es que no hemos conseguido una reforma migratoria integral... pero no ha sido por falta de empeño o deseo”, dijo al demandar el apoyo de los hispanos para un segundo mandato y una nueva oportunidad para hacer realidad una reforma migratoria que saque de las sombras a más de 11 millones de indocumentados.
Desde entonces, Obama se enfrenta a la misma disyuntiva: pasar a la historia como el presidente que más inmigrantes ha deportado en la historia de Estados Unidos, o como el hombre que consiguió rescatar del abuso y la persecución a millones de seres que viven en un régimen de semiesclavitud.
“El presidente aún puede pasar a la historia como lo segundo. Pero eso dependerá de la capacidad para lograr consensos en el Congreso en 2014”, consideró el congresista demócrata por Illinois, Luis Gutiérrez, al descartar un milagro en 2013.
Resignados a un fin de ciclo legislativo sin reforma migratoria, los líderes del movimiento a favor de esta iniciativa prefieren hablar de certezas intemporales, antes que de evidentes fracasos en este año que termina.
“La cuestión ya no es si habrá o no una reforma migratoria, sino cuándo se producirá ésta”, aseguró Eliseo Medina, ex líder del Sindicato Internacional de Empleados de Servicios poco después de recuperarse de una huelga de hambre de más de 20 días que no conmovió a los republicanos.
El optimismo de Medina deberá sortear, sin embargo, un complicado calendario electoral en 2014, cuando los republicanos lucharán por mantener su mayoría en la Cámara de Representantes y, al mismo tiempo, tratar de capturar el mayor número de escaños en el Senado en las legislativas de noviembre.
Por el momento, la victoria provisional de lo que será una larga batalla favorece al Partido Republicano que consiguió imponerse en 2013 a la hora de mandar a la congeladora la iniciativa de ley aprobada en junio pasado por el Senado.
Sin embargo, los vaticinios de cara a las legislativas del 2014 les podrían pasar una dolorosa factura. Según las más recientes proyecciones demoscópicas de entidades como Public Policy Polling, tras la batalla por el cierre de gobierno y el techo de la deuda, los republicanos se han puesto a sí mismos en peligro en perder la mayoría de la Cámara de Representantes.
Actualmente, los republicanos controlan un total de 234 escaños, contra 201 de los demócratas. Si en las elecciones legislativas de noviembre de 2014 los demócratas arrebatan a los republicanos 17 escaños, habrán conseguido recuperar una mayoría perdida en 2010. Sin embargo, el descalabro sufrido por la puesta en marcha de la página de internet para enrolar al mayor número de ciudadanos en los nuevos programas de cobertura médica han conseguido detener la caída de algunos candidatos republicanos.
Un sondeo de CNN le concede a los republicanos una ventaja modesta pero consistente (49% contra 47%) en las legislativas de noviembre de 2014. De confirmarse estas tendencias, el triunfo de los republicanos en la Cámara Baja y su avance en el Senado dificultará enormemente la aprobación de un proyecto de reforma migratoria en 2014 e incluso en 2015.
Por el contrario, si la administración Obama se recupera del revés sufrido por el programa de seguros médicos en los próximos meses y la economía y la creación de empleo mantienen el ritmo de recuperación de la primera semana de diciembre, los demócratas y el presidente tendrán la oportunidad de demostrar que la muerte nunca es definitiva cuando se trata del proyecto de reforma migratoria que han impulsado durante más de 30 años personajes tan dispares como Ted Kennedy o George W. Bush.
Jaime Hernández corresponsal, EL Universal, 18 de diciembre.

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