La toma de la tribuna de San Lázaro, pretexto para el aval rápido a la reforma

La clausura del salón de plenos de la Cámara de Diputados y la toma de la tribuna –con el fin de impedir el inicio del proceso de dictaminación de la reforma en materia energética– por un grupo de 60 legisladores de los partidos de la Revolución Democrática (PRD), Movimiento Ciudadano y del Trabajo (PT) fue el pretexto perfecto para que la Junta de Coordinación Política dispensara todos los trámites y acordara someter a votación, vía rápida, tan relevante minuta del Senado.
Para quienes cerraron el salón de plenos significaba que la reforma energética, dado su carácter histórico, no fuera aprobada en una de las sedes del Congreso. Pero, al contrario, esa acción motivó el golpe de mano de las fuerzas que controlan la Cámara de Diputados para acelerar el procedimiento, que a las 14 horas se contemplaba pasara por las comisiones dictaminadoras.
El cerco que el Movimiento Regeneración Nacional (Morena) hizo en todos los accesos al Palacio Legislativo de San Lázaro contrarió a los diputados.
La sesión estaba convocada para el mediodía, y a esa hora sólo un pequeño grupo de periodistas había logrado trasponer la barrera humana de los opositores a la reforma energética, y apenas se había registrado la asistencia de 68 representantes populares.
Una hora después, del hotel Riazor –ubicado en Viaducto Piedad, donde fueron concentrados los disciplinados diputados priístas– salieron tres camiones foráneos con los legisladores del tricolor escoltados por policías federales. Con tales transportes y esa vigilancia también rompieron el cerco de mujeres, niños y hombres que exigían no aprobar una reforma que calificaban de antinacional y entreguista.
Pasadas las 14 horas, en el tablero electrónico de asistencia del salón de plenos se registraban 376 diputados presentes; no obstante, las curules permanecían vacías.
La mayoría de los que habían traspuesto el cerco se encontraban en sus oficinas, comiendo o tomando café en la explanada principal del edificio central.
Exactamente a las 14:15 ingresaron los diputados de PRD, Movimiento Ciudadano y PT.
Cadenas y candados
En cinco grupos se dirigieron a los accesos al salón de plenos, rodearon con cadenas los medallones y las unieron con candados. La puerta que permite el ingreso de la sala de prensa al balcón, donde los periodistas habitualmente trabajan, fue taponada con una veintena de curules, que se apilaron alzando una barricada de más de dos metros.
En la primera puerta que comenzaron a bloquear, las diputadas priístas Suelen Bernal y Mirna Velázquez exigían a los perredistas que no colocaran cadenas. “¿Con qué derecho van a cerrar?”, reprochaban.
Colocada tras ellas, la perredista Yesenia Nolasco las empujaba para que no ingresaran al pleno. Mirna Velázquez la confrontó y hubo un manoteo entre ambas, lo que generó un conato que no pasó de gritos y reclamos entre legisladores.
Para entonces, entre los diputados priístas que esperaban indicaciones de su coordinador, Manlio Fabio Beltrones, ya se contemplaban soluciones. Se barajaban como sedes para sesionar el Centro Banamex –donde se aprobó la reforma educativa–, el centro de convenciones Bancomer –en el exclusivo complejo de Santa Fe– y el escenario factible era –para entonces– el auditorio del edificio E, distante 150 metros del salón de plenos.
Así, en el sitio que habían tomado, los diputados desplegaron una manta donde señalaron, en palabras de Lázaro Cárdenas, que la entrega de los recursos naturales a extranjeros constituye traición.
Los integrantes de Movimiento Ciudadano Gerardo Villanueva, María Fernanda Romero, Lorena Méndez, Rodrigo Chávez, Luisa María Alcalde, Alfonso Durazo, Juan Luis Martínez y Aída Valencia, así como la petista Loretta Ortiz Alfh, iniciaron un ayuno de 24 horas en protesta por la inminente aprobación de la minuta.
Al paso de las horas, la mayoría de la junta de coordinación –integrada en esa votación por PRI, PAN, PVEM y Nueva Alianza– dio el golpe de mano e inició la sesión en la sede alterna, y quienes se encontraban resguardando el salón principal también hicieron lo suyo.
Los diputados que tomaron la tribuna mantuvieron cerrados los accesos hasta el inicio de la sesión en la sede alterna instalada en el auditorio del edificio E del complejo del Palacio Legislativo. Desde el momento en que se concretó el “secuestro” del salón de plenos –como lo calificaron sus opositores–, los legisladores que emprendieron esa acción solicitaron que no se cortara la trasmisión por el Canal del Congreso.
En un acto singular, legisladores de PRD y Movimiento Ciudadano comenzaron a emitir posturas contra la reforma energética, criticaron su contenido “privatizador” y advirtieron ante las cámaras –que transmitían en circuito cerrado– que el pueblo de México echará abajo la decisión de la mayoría integrada por el PRI y el PAN.
Entre los que llevaron su protesta hasta las últimas consecuencias se encontraban Alliet Bautista, Alejandro Sánchez Camacho, Malú Micher, Roberto López Suárez, Carol Altamirano, Carlos Reyes Gámiz, Javier Salinas y cinco de sus compañeros de Nueva izquierda, Aleyda Alavez, Socorro Ceseñas, José Luis Muñoz Soria, Javier Orihuela y Silvano Blanco, entre otros.

Enrique Méndez y Roberto Garduño, La Jornada, 12 de diciembre.

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