Córdova: necesaria, una legislación secundaria precisa en lo electoral

Especialista en temas electorales durante años, Lorenzo Córdova se convertirá este mediodía en el séptimo consejero presidente del Instituto Federal Electoral (el cuarto de forma interina). Su visión del entorno, en lo posible, es optimista, y parafrasea al Quijote: “que la legislación secundaria permita desfacer los entuertos que dejó la reforma constitucional” en la materia.
De entrada, demanda al Congreso un papel más relevante para la autoridad electoral en la discusión de la reforma, pues estuvo ausente en el debate previo, pese a que hizo público un documento técnico. “Hay quien dice que el IFE debió ser más proactivo, pero eso hubiera tenido el riesgo de habernos colocado en una posición en la que se pudiera acusar a la institución de pretender boicotear o sabotear un proceso de transición política con el respaldo de las tres principales fuerzas políticas”.
La reforma es casi irreversible, asegura Córdova. Es otro momento, fundamental para disipar todas las dudas que heredaron los cambios constitucionales, lo que implicaría que la autoridad electoral pudiera aportar toda su experiencia técnica.
Sin duda, dice, es “una reforma inédita, porque es la primera que no se negocia en paquete, es decir, los cambios constitucionales aparejados a las modificaciones en leyes secundarias”, y además no estuvo condicionada en alcances ni en plazos por sí misma, sino por la urgencia de un cambio en el sector energético.
Modelo “a exportar”
Paradójicamente, el IFE era un modelo a “exportar” a partir de que el tema electoral cobra relevancia por los comicios locales de 2013. Al final, es el organismo la institución más afectada en términos de su radical transformación, porque desaparece y también se descabeza a su Consejo General.
–¿Era el momento para desaparecer al IFE?
–Era el momento de fortalecerlo. Todas las instituciones están sujetas a transformaciones institucionales. Lo que había marcado la vida del IFE eran los cambios pausados, pero importantes. Nunca hubo transformaciones radicales, y ahora sí.
–Cuando llegó al IFE, ¿imaginó venir a su liquidación?
–No. Sobre todo porque estoy convencido de que el instituto fue el prototipo de la transición a la democracia en México, la joya de la corona de la transformación institucional. Fue el primer organismo autónomo, y ello favoreció posteriores decisiones en órgano autónomos como la CNDH, el Inegi, el Banco de México o el Ifai. Para decirlo sin medias tintas, el IFE ha sido clave para el enrutamiento del cambio político; era un proceso de paulatino fortalecimiento, y ahora no estoy cierto de que eso se pretenda con el instituto nacional electoral (INE).
“Lo fundamental ahora –agrega– es lograr un cambio ordenado hacia el INE, sin que lesione el principal activo del IFE, que es su Servicio Profesional Electoral. No es que estuviéramos en lo que en su momento Porfirio Muñoz Ledo ironizó como Ifelandia: se requerían cambios, había ámbitos de mejora, pero ahora debemos buscar una transición ordenada, porque si no lo logramos podemos acabar erosionando al nuevo organismo y provocando que nazca con un déficit que puede poner en riesgo las elecciones a futuro.
“La clave está en la legislación secundaria: está claro que ya desaparecieron la educación cívica como facultad del INE, y será responsabilidad de los 32 institutos, lo que anula la posibilidad de una política de Estado, pero quizá se puede ‘matizar’ en la ley secundaria. Fue una reforma que partió de ‘juicios prehechos’, y además se fijó un plazo fatal para cumplirla, 120 días después de su publicación
“El desafío está en cómo esta nueva institución puede mantener el encauzamiento de las diferencias electorales por la ruta institucional. Un sistema electoral funciona no por la inexistencia de conflictos que son inherentes a los sistemas democráticos, sino por un procesamiento pacífico de las coyunturas electorales”.
La decisión de un cambio radical en el sistema electoral ya está tomada, ahora lo importante es “hilar fino” en la ley secundaria para disipar las dudas del IFE y de la sociedad sobre los procesos electorales: “¿Cuando, en qué condiciones, en qué plazos el INE podrá atraer una elección local sin poner en riesgo la certeza?”
Es necesario que el IFE ponga a disposición de los legisladores sus aportes sobre estos niveles de discrecionalidad que se desprenden de los cambios constitucionales. Lo paradójico es que “trazar una ruta segura para la transición pasa por una legislación secundaria precisa y por el nombramiento de los responsables de instrumentarla en el INE. Ese es el gran problema, los procesos anómalos en el Congreso, que no han concluido aún con la legislación secundaria de la reforma de 2007 ni han designado en sus tiempos a los consejeros electorales.”

Alonso Urrutia, La Jornada, 8 de enero.

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