EU niega complot contra Venezuela

SANTIAGO.— “La crisis en Venezuela es alarmante. El gobierno venezolano tiene una responsabilidad básica de respetar los derechos universales, que incluyen las libertades de expresión y de asamblea; proteger al pueblo de la violencia y comprometerse en un diálogo genuino en un país profundamente dividido. Hay un mejor camino y el pueblo de Venezuela espera que el gobierno lo tome”. Con esas palabras, el vicepresidente de Estados Unidos Joe Biden, quien hoy llega a Chile en su segunda visita al país, deja en claro cuál será uno de los temas prioritarios de la agenda.
En una entrevista por escrito con El Mercurio, Biden desestima las “teorías conspirativas” con las que el gobierno venezolano acusa a Washington de injerencia y sostiene que EU no está interesado en pelear las viejas batallas ideológicas, sino en buscar un objetivo común: un hemisferio “de clase media, democrático y seguro”.
Los críticos dicen que la administración Obama no presta suficiente atención a la región y que debería involucrarse más en los temas de las Américas, como la crisis en Venezuela. ¿Está preparado EU para dar un paso más allá en términos diplomáticos y, por ejemplo, involucrarse o promover un esfuerzo con otros países para ayudar a resolver la crisis en Venezuela o eventualmente imponer sanciones? ¿Cree que ha sido débil la actuación de la OEA en esta crisis?
La situación en Venezuela es alarmante, el gobierno venezolano tiene una responsabilidad básica de respetar los derechos universales, que incluyen las libertades de expresión y de asamblea; proteger al pueblo de la violencia y comprometerse en un diálogo genuino en un país profundamente dividido. Hay un mejor camino y el pueblo de Venezuela espera que el gobierno lo tome.
Enfrentar a manifestantes pacíficos con la fuerza (pública) y en algunos casos con milicias armadas, limitando la libertad de prensa y de asamblea —que son necesarias para el debate político legítimo—, demonizar y arrestar a los opositores políticos y reforzar dramáticamente las restricciones para los medios no es lo que esperamos de democracias que son signatarias de la Declaración de los Derechos Humanos y de la Carta Interamericana, y ciertamente no está a la altura de los sólidos estándares de democracia que tenemos en la mayor parte de nuestro hemisferio.
La OEA y sus miembros tienen un importante rol para reforzar las instituciones democráticas y ayudar a resolver crisis políticas como la que estamos viendo en Venezuela. La situación allí me recuerda épocas pasadas, cuando hombres fuertes gobernaban usando la violencia y la opresión; y los derechos humanos, la hiperinflación, la escasez y la extrema pobreza causaban estragos en los pueblos del hemisferio.
El presidente Nicolás Maduro hasta ahora ha tratado de distraer a su pueblo de los temas más importantes que están en juego en Venezuela al inventar conspiraciones totalmente falsas y extravagantes sobre EU. En lugar de eso, debería escuchar al pueblo venezolano.
La crisis en Venezuela ha subrayado las diferencias políticas entre los países de Latinoamérica, con gobiernos como los de Argentina, Bolivia y Ecuador respaldando al presidente Maduro, y gobiernos como el chileno y el colombiano llamando a un diálogo con la oposición. ¿Cómo define usted la relación de EU con Latinoamérica —si es que es posible tener una sola definición— o ve usted dos Latinoaméricas?
Desde el momento en que asumió el poder —en EU—, el presidente Barack Obama ha sido claro en que no estamos interesados en volver a pelear las batallas ideológicas del pasado en este hemisferio, y ha trabajado por un futuro de mayor integración y respeto por los derechos universales. Los asuntos de las Américas siempre han sido importantes para EU, pero importan aún más hoy porque lo que sucede en la región tiene un mayor impacto en nuestra prosperidad y seguridad, más que nunca antes.
Al reconocer esto, la administración Obama ha puesto en marcha el periodo de participación más sostenido de EU en las Américas, en mucho tiempo, para aprovechar el enorme potencial de la región —económico, político y social— para beneficio mutuo del pueblo estadounidense y los ciudadanos de las Américas.
El 11 de marzo, como parte de mi séptima visita a la región como vicepresidente, asistiré a la segunda investidura de Michelle Bachelet como presidenta de Chile, antes de seguir el viaje haciaRepública Dominicana, donde seré el primer funcionario de la Casa Blanca en visitar ese país en más de 20 años.
Desafortunadamente, algunos en la región miran más al pasado que al futuro. Nosotros reconocemos que quedan algunos resabios de la Guerra Fría, de modo que las suspicacias son parte de la situación. Pero en mis viajes, he descubierto que la mayoría de la gente en las Américas está cansada de volver a pelear viejas batallas ideológicas que no ayudan en nada a sus vidas cotidianas. Nuestros ciudadanos quieren saber qué defendemos, no sólo en contra de qué estamos.
Ellos están enfocados en lo que nuestros gobiernos pueden hacer para entregar beneficios concretos, como trabajos que sean pagados con buenos salarios, educación para nuestros hijos, seguridad en sus comunidades y un futuro donde nuestras economías y países están fuertemente entrelazados y donde los derechos humanos fundamentales son respetados. Eso es lo que la gente que votó por nosotros quiere.
Es por esa razón que en los últimos años, hemos hecho un esfuerzo conjunto para mejorar nuestra relación con nuestros críticos más duros. A pesar de nuestra voluntad para tender puentes, no nos hacemos ilusiones de que esta relación mejore pronto. Afortunadamente, estos son casos aislados en una región donde una mayoría de países ven de forma positiva la relación con EU y son nuestros socios en un amplio rango de áreas.
Los críticos apuntan que China está aprovechando la supuesta falta de interés de EU en la región, con tratados económicos y comerciales, pero funcionarios estadounidenses han insistido en que eso no es un problema. Ahora Rusia dice que quiere forjar una alianza con países como Nicaragua, Venezuela y Cuba para expandir la presencia militar rusa en Latinoamérica. ¿Es esto un desafío al poder de Washington por parte de Moscú, en una región del mundo que tradicionalmente ha estado en la esfera de influencia de EU?
Lo importante aquí no son los países que están proyectando su influencia en el Hemisferio Occidental, sino cómo los países de la región cada vez más son actores globales. Esta es una región cuyos gobiernos no están sólo construyendo nuevos foros para el diálogo político y la cooperación entre ellos; también están yendo más allá de las Américas para afianzar relaciones comerciales con Europa, África, India y Asia. Chile, por ejemplo, es un miembro productivo delAPEC (el Foro de Cooperación Económica del Asia Pacífico) y tiene acuerdos comerciales con al menos 60 países diferentes. Colombia está trabajando para acceder a la OCDE (la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico). Uruguay contribuye más a las operaciones internacionales de paz, si lo consideramos en una base per cápita, que cualquier otro país en el mundo. La política de EU es alentar y respaldar estas tendencias.
Pero también hay un número importante de interesados en todo el mundo que invierten en las Américas, económica, política y socialmente, y eso incluye no sólo a China y Rusia, sino también a la Unión EuropeaCanadáJapón y Corea del Sur, entre otros. Nuestra actitud es dar la bienvenida a las contribuciones de cualquier país que trabaje activamente por nuestro objetivo común de lograr un hemisferio de clase media, democrático y seguro, desde Canadá hasta Chile. En último término, depende de los pueblos de las Américas decidir quiénes están contribuyendo a ese objetivo, pero ciertamente no vemos esto como un juego de suma cero.
Mientras China y Rusia tratan de extender su presencia en Latinoamérica, EU ha establecido como una prioridad estratégica el giro a la región del Asia-Pacífico. Parte de esa estrategia es militar, parte diplomática y parte económica. ¿Qué tan importante es la conclusión de las negociaciones del Acuerdo de Asociación Trans Pacífico y su eventual firma, para esta estrategia?
Finalizar el Acuerdo de Asociación Trans Pacífico (TPP) —que incluye a cinco países del Hemisferio Occidental— es una alta prioridad para esta administración y el presidente y yo estamos decididos a sacarlo adelante. Nuestra motivación es clara, la agresiva agenda comercial del presidente ha llevado a un aumento del 50% de las exportaciones de EU, sumado 700 mil millones de dólares a nuestra producción económica, y contribuido con un tercio de nuestro crecimiento económico total. Lo que es más importante, el aumento de las exportaciones ha solventado la creación de empleos en Estados Unidos; cada mil millones de dólares en aumento de las exportaciones hay entre 4 mil y 5 mil 300 empleos.
En su totalidad, los países del TPP tienen un PIB combinado de $28.1 billones de dólares, representan el 39% del PIB mundial e incluyen economías tan diversas como EU, Japón, Malasia y Chile. Una vez que haya sido concluido, el acuerdo será un apoyo para la creación y retención de empleos y promoverá el desarrollo económico entre sus miembros, al aumentar el acceso a los mercados, elevar los estándares laborales y medioambientales, y emparejar la cancha.
El acuerdo podría profundizar significativamente nuestra relación comercial con una región que es destino del 40% de las exportaciones de EU, donde ya tenemos una línea casi continua de acuerdos de libre comercio desde Canadá hasta Chile y donde tenemos un billón de dólares en comercio sólo con Norteamérica.
Mantenemos un diálogo intenso con todos los países del TPP, incluyendo Canadá, México, Chile, yPerú, para concluir el acuerdo lo antes posible.
Carolina Álvarez Peñafiel, El Universal, 9 de marzo.

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