Riesgo de que pocos maestros llenen el nuevo perfil docente, dice el INEE

En el nuevo proceso de ingreso al servicio docente, que se aplicará en julio próximo, el riesgo no sólo es que prevalezca el patrimonialismo en la asignación de plazas, sino que se cree un estándar alto de lo que todo maestro necesita saber, y que no encontremos suficientes docentes que lo cumplan, señaló Sylvia Schmelkes del Valle, presidenta de la junta de gobierno del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE).
Reconoció que existe un proceso de recentralización de la enseñanza debido a que se perdió el control en el uso de los recursos destinados al sector, pues a partir de 2015 la Secretaría de Educación Pública (SEP) será la responsable del pago a docentes y trabajadores administrativos, pero alertó que será muy difícil que en tan poco tiempo se logre recentralizar la nómina y manejarla adecuadamente para todo el país. El riesgo de no hacerlo bien es enorme.
En entrevista con La Jornada, afirmó que el INEE mantiene un vínculo de cooperación con la SEP, aunque su relación con la dependencia a veces es buena y otras no tan buena. Hay enfoques distintos que nos llevan a discusiones fuertes para alcanzar consensos.
–¿Considera que hay voluntad política para acabar con las inercias y resistencias en el control de plazas?
Credibilidad de la evaluación
–Ojalá se pudiera, en un primer intento, que efectivamente todas las plazas se sometan a concurso, que se respetara el orden de prelación y que las personas que entren a las aulas sean las mejores. Todo eso es un deseo. Hay voluntad de la sociedad de colaborar en la observación para que se dé este proceso. La meta es lograrlo desde el primer año, pues de eso depende mucho que se crea que la evaluación ahora va en serio, pero si no es así, hay que reconocer que es un proceso de mediano y largo plazos.
–¿Qué papel tiene el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación en este proceso?
–Hay un intento muy claro, al menos a nivel de su cúpula, de iniciar un proceso de modernización. Es decir, reconocer que el papel que jugó en el pasado no es el que corresponde a un gremio, y que debe empezar a asumir con mucha seriedad lo que sí debe hacer, que es defender los derechos de sus agremiados, además de ser una voz informada en materia educativa, pero para opinar, no para tomar decisiones. Sin embargo, no basta un cambio en la cúpula para que se modifique el sindicato.
–¿Qué riesgos enfrenta el INEE en el proceso de ingreso al servicio docente?
–Podemos pecar de demasiado teóricos. Decir esto es lo que todo maestro debe saber para entrar al aula y enfrentarnos con la realidad. Luego existen todos estos riesgos que dependen de la dificultad de combatir el patrimonialismo de las plazas en lo individual, familiar o sindical…Y también están el amiguismo y el clientelismo, lo que ahora es ilegal, pero el tiempo que tarden en cambiar estos procesos es un tema que debemos considerar.
–El caso de los comisionados ¿tiene un diagnóstico?
–Está incompleto. Hay varios estados que no han entregado su información y no sabemos cuántos son. El problema es que las autoridades educativas locales han hecho todo el trabajo sustantivo con comisionados, como en las áreas de evaluación.
Los hay en el sindicato o en los ayuntamientos, pero otros hacen trabajo técnico-pedagógico.De pronto decir que toda ese personal se va significa desmantelar las secretarías de educación estatales. Es información indispensable, porque el desorden de la SEP ha llevado a que de eso no se tenga control.
Schmelkes del Valle señaló que si bien desde 1970 en México se aplican diversas evaluaciones al sistema educativo, éstas nunca sirvieron para tomar decisiones. Incluso consideró que para algunos sectores sociales se han convertido en un fetiche, porque se cree que por sí solas mejoran la calidad de la educación.
Sin embargo, enfatizó que estudios de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos han revelado que si bien desde 2000 se avanzó en una cultura de la evaluación, ésta se ha empleado para lo que no se debe utilizar: premiar o castigar a los maestros. Es decir, con fines punitivos, que es lo que debemos evitar.
Laura Poy Solano, La Jornada, 20 de marzo.

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