Si tantos méritos tenía el IFE, para qué desaparecerlo: expresiones de aniversario

¿Réquiem por el Instituto Federal Electoral? Convocado formalmente como foro sobre los 23 años de democracia en México y el papel del IFE, el acto organizado por el instituto tuvo a ratos tintes de nostalgia, en otros de elegía; visiones grandilocuentes de lo que fue la institución; vaticinios futuristas sobre su heredero (instituto nacional electoral (INE)) y hasta un mea culpa por haber sentenciado la desaparición del IFE.
“En esta celebración del 23 aniversario de la creación del IFE, que ya no sé si es celebración o acto de defunción, porque finalmente éste será quizás el último acto público que organice el instituto, donde creo que, lamentablemente, se ha cometido un gravísimo error con su desaparición…”, lanzó sin ambages el senador perredista Alejandro Encinas.
Horas de repensar el IFE, su pasado y su destino. Creo que no era necesario dar un paso hacia el INE e integrar muchas leyes que probablemente nos causen más problemas que avances, incluida la de los partidos, afirmó la priísta María de los Angeles Moreno.
Hubo quienes recordaron el fraude de 1988 para enfatizar de dónde surgió el IFE. “Mira Fernando Gómez Mont –refirió el ex secretario de Gobernación–, lo que tú no entiendes es que para nosotros, para el régimen de los sesenta, setenta y ochenta, una derrota político-electoral es una fractura del Estado”. De allá venimos, dijo el ex panista, quien destacó la importancia del IFE por haber transformado las elecciones de reglas no escrita a las escritas.
No sé si esto es un festejo o funeral, pero vamos a verlo como festejo, estos 23 años del instituto, aseguró el analista Jorge Alcocer. Y luego ironizó: no celebro la reforma que va a desaparecer este instituto. No veo por qué si todos le reconocen tantos méritos había que desaparecerlo. No sé qué se gana cambiándole el nombre y no sé qué se ganó con una reforma contrahecha, que quien la lea, a ver si le entiende.
Las exaltaciones al instituto en vías de extinción vinieron de todos los ponentes. El IFE no se puede volver a inventar, no podemos ensayar ni improvisar; hay solidez profesional en un segmento que es el que le da vida a los procesos electorales, consideró la directora de la Facultad de derecho de la UNAM, María Castañeda Rivas.
Por esta vez hubo tregua. Ninguna alusión al 2006 –excepción de una referencia del consejero presidente Benito Nacif– ni al 2012. Nada que empañara las evocaciones al papel fundamental del IFE en la transición.
En la explanada del instituto se colocó una exposición fotográfica del IFE, desde Fernando Gutiérrez Barrios, Emilio Chuayffet y Jorge Carpizo, las reminiscencias del sistema inmiscuido –cada vez más acotado– en los procesos de relevo del poder hasta los siete presidentes que ha tenido el IFE ciudadanizado.
Un IFE que no surgió del espíritu santo, apuntó el perredista Jesús Ortega, “ni fue graciosa concesión de un presidente (Carlos Salinas, a quien no mencionó), sino fruto de los acuerdos de Chapultepec y Bucareli.
El panista Diego Fernández de Cevallos expresó escepticismo sobre la nueva institución. Tras destacar los méritos del IFE, agregó: lástima que vamos a correr un riesgo que quién sabe si sea, todo lo que hoy se ha hecho como modernidad, un salto para atrás. Mientras no haya cultura democrática, agregó, por mas ines que vengan estamos perdidos.
Uno tras otro, Beatriz Paredes, José Fernando Ojesto Martinez Porcayo –ex presidente del tribunal electoral– y María del Carmen Alanís, magistrada actual del tribunal, no regatearon elogios.
¿Era la celebración postrera?
Alonso Urrutia, La Jornada, 21 de marzo.

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