Venezuela, bajo ataque mediático de EU

El conflicto interno en Venezuela se reporta en Estados Unidos por algunos de los medios más influyentes con una serie de errores y distorsiones que nutren la imagen, promovida por la oposición de aquella nación, de un país represor de la libertad de expresión, según denuncian analistas en esta ciudad.
La organización de monitoreo de medios Fairness & Accuracy in Reporting (Fair) y su revista Extra! evalúan la cobertura de los principales medios estadunidenses durante las semanas recientes de las protestas en Venezuela, y concluyen que ha sido simplista, con un guión en donde se reduce la disputa aestudiantes contra gente leal al gobierno antiestadunidense, no muy difícil entender de cuál lado supuestamente uno debería apoyar, escribe Peter Hart.
Ofrece ejemplos para ilustrar el uso de este guión en cadenas como CNN, ABC News, Newsweek y el Washington Post. Al igual que en la cobertura de Ucrania, los principales medios no ocultan en gran medida que favorecen a losmanifestantes, afirma Hart.
Más allá del apoyo de estos medios a los opositores, Fair ofrece ejemplos de distorsión o poca precisión en la cobertura. Por ejemplo, señala que el New York Times reportó el 21 de febrero que el gobierno de Nicolás Maduro estaba suprimiendo las voces disidentes, y afirmó que la única estación de televisión que de manera regular trasmitía voces críticas del gobierno había sido vendida el año anterior y los nuevos dueños estaban suavizando las noticias.
Sin embargo, observadores señalaron que figuras de oposición han aparecido frecuente y rutinariamente en la televisión venezolana a lo largo de los años recientes. Más aún, líderes de oposición siguen presentes en las pantallas al continuar las protestas actuales, por ejemplo en la muy vista Venevisión. “No está claro por qué el Times sugeriría que había sólo un canal que ofrecía voces de la oposición, y que ahora sería aún menos probable hacerlo”, comenta Hart.
El escritor y activista Robert Naiman escribió al Times para preguntar por eso, explicando que era erróneo, y preguntó si publicarían una corrección. La respuesta inicial fue que no. El rotativo afirmó que estaba confiado en la precisión en los hechos de la aseveración central sobre el tema. Naiman lanzó una petición para obligar al Times a corregir la afirmación, y finalmente el diario publicó una nota, en la cual explica que Globovisión, aunque era el canal con más voces críticas, no era el único que las transmitía, como había sugerido inicialmente.
A la vez, el Times publicó un artículo de opinión de Francisco Toro, un venezolano cuyo blog había denunciado a los medios internacionales por ignorar un “progrom tropical” en Venezuela. Señaló que toda disidencia es traiciónpara el gobierno venezolano, y ofreció como ejemplo que un discurso del líder opositor Henrique Capriles no fue cubierto por los medios a causa de la presión gubernamental. Pero resulta que tanto Globovisión como Venevisión cubrieron el discurso. Cuestionado por Fair sobre eso, Toro respondió por Twitter que no se había cubierto en vivo.
Según Extra!, Toro reporteaba para el Times hace muchos años, hasta que dijo en 2003 que no podía conformarse con las reglas de conflicto de interés del rotativo, ya que su estilo de vida estaba demasiado ligado con su activismo de oposición y no podía ser neutral.
Mark Weisbrot, codirector del Center for Economic and Policy Research (CEPR), en Washington, ha criticado la cobertura que los medios estadunidenses han realizado sobre Venezuela durante años, y en esta coyuntura fue el primero en señalar el error en la noticia sobre Globovisión.
Poco después, denunció que el Times empleó una gráfica en un reportaje publicado el primero de marzo mostrando una tasa de inflación implícita de más de 300 por ciento en Venezuela. Esa estadística fue fabricada por el Instituto Cato (centro de análisis conservador en Washington). No se trata de una medida relevante de la inflación, afirmó Weisbrot, y añadió que pocos economistas la aceptarían. Con ello, afirma, el Times ha violado los estándares básicos, tanto en lo económico como en los procedimientos periodísticos mediante esta decisión.
Weisbrot advierte que este tipo de distorsión mediática es peligrosa, ya que otros medios, incluso en Venezuela, la pueden citar y convertirla en un hecho, algo que puede incluso tener un impacto económico en ese país. Asegura que esto se suma a otras distorsiones que después nutren una imagen internacional no basada en los hechos.
Señaló, como ejemplo, que actores en los premios Óscar, como Jared Leto, leen estos medios y con base en ellos hacen declaraciones poco informadas sobre la libertad de expresión en un país que no conocen, pero ese mensaje llega a millones. Eso, asegura, acaba brindando apoyo al movimiento derechista que actualmente busca derrocar al gobierno electo democráticamente y, sobre todo, respalda su estrategia fundamental, que consiste en crear la imagen de un gobierno dictatorial e ilegítimo.
Jim Naureckas, director de Extra!, la revista mensual de Fair, recuerda que a pesar de la intensa oposición, Hugo Chávez y ahora Maduro continuaron ganando elecciones calificadas como imparciales y transparentes. “Periodistas estadunidense tienden a identificarse con la oposición, la cual es generalmente más rica y mejor educada, y no incidentalmente más blanca que los simpatizantes del gobierno. Esto debería mantenerse en cuenta al leer reportajes desde Venezuela”, indicó.
Extra! ha cuestionado y criticado la agresiva manera en que el Washington Post, el Times y otros medios han cubierto al gobierno de Rafael Correa, de Ecuador, y Evo Morales, de Bolivia. Hart comentó que en 2012 el Post, en un reportaje titulado Los nuevos autoritarios de América Latina, afirmó que “más de dos décadas después de que se disolvieron las últimas dictaduras derechistas de América Latina, un nuevo tipo de líder autoritario está surgiendo en varios países: presidentes democráticamente electos que gobiernan de ‘maneras crecientemente no democráticas’. Afirma que estos ‘populistas carismáticos están representando el reto más serio a las instituciones democráticas en América Latina desde los años 80’”.
Para estos críticos, la falta de imparcialidad al reportar la coyuntura en estos países y la falta de contexto histórico, empezando por el papel de Estados Unidos en la región, tienen un grave impacto tanto en la política exterior estadunidense como en los asuntos internos de estos países.
David Brooks, La Jornada, 15 de marzo.

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