Con discurso frío y protocolario se decretó la conclusión del IFE

Estaba convocada como una ceremonia solemne del adiós. Un momento especial para cerrar una era de la democracia mexicana, pero los subterfugios de la política, los acuerdos palaciegos, las negociaciones partidistas para un abierto reparto de cuotas, ahogaron cualquier espacio para la nostalgia en la última sesión del Instituto Federal Electoral (IFE).
Más que una sesión solemne fue un acto público tan incómodo como inevitable para los cuatro consejeros que atestiguaron el final del IFE. No hubo remembranzas, nostalgias, alegorías o cosa semejante para cerrar sus 23 años de historia. Se había acordado un solo discurso –que resultó frío y protocolario– de la consejera presidenta, María Marván: Me voy serena, dijo.
No habló nadie más. Fue un acuerdo previo de consejeros para dejarle todo el escenario a Marván. Apenas 18 minutos de una gélida sesión sólo alterada por una prolongada ovación para la consejera presidenta, que le permitió relajar, por un momento, su rostro, que le arrancó un atisbo de sonrisa.
A las 11:23 desapareció formalmente el IFE. “Se levanta la sesión…”, dijo Marván antes de salir acompañada de los tres consejeros (Lorenzo Córdova, Marco Antonio Baños y Benito Nacif). En vano el apresurado esfuerzo del representante panista Rogelio Carbajal para alcanzarla en el salón de sesiones para despedirse.
Marván se mostró indiferente frente a los representantes partidistas y apresuró el paso. La virtual celada que le tendió el PAN para negociar su salida no hacía propicio el encuentro. Tampoco lo tuvo con ningún otro representante partidista. Pasadas las 11:30 horas, previa despedida de sus colegas, subió a su camioneta y salió.
Siguieron casi dos horas de trabajos apresurados del personal de apoyo para desmontar, en lo posible, todo vestigio del IFE e incorporarle el carácter nacional, por ahora, al sólo nombre en los espacios visibles de los edificios de la autoridad electoral. Y para empezar con el salón de sesiones, sin olvidar los cambios virtuales en el sitio de Internet y las redes sociales.
13:58. Por la explanada central aparecieron los elegidos para inaugurar la nueva era de la transición mexicana, tras un primer encuentro privado previo. Encuentro destinado a los arreglos logísticos inmediatos: sortear las oficinas que ocuparán por tres, seis o nueve años, según el caso.
La herradura de la democracia que con tantas penurias se ocupaba en el ocaso de la era del IFE lucía ahora saturada por los 11 consejeros y los representantes partidistas. El salón de sesiones estaba a tope con la llegada de los invitados especiales convocados para el nacimiento del INE: José Narro, rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, los magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación; la ministra de la Suprema Corte de Justicia, Olga Sánchez Cordero; los ex presidentes del IFE Luis Carlos Ugalde y Leonardo Valdés.
Algunos tuvieron la delicadeza de mantenerse hasta el final, otros claudicaron al paso de tres horas y media que ocuparon los recién ungidos para pontificar sobre el futuro de la democracia con esta nueva institución; profesar como actos de fe, que se esforzarán al máximo para consolidarla y ofrecer a los partidos –los que en la víspera los votaron para colocarlos donde están ahora– que habrá apertura al diálogo.
Una sesión que se rigió en usos y costumbres heredados por el IFE, ante la inexistencia del reglamento de sesiones del naciente INE. En este comienzo, donde no todas las formas se cumplen, los representantes partidistas acreditados ante el IFE, no juraron guardar y hacer guardar la Constitución, ahora ante el INE.
Detalles logísticos de un inicio atropellado del nuevo árbitro electoral que aún desconoce las leyes que habrá de aplicar, sólo tiene certeza de la incertidumbre que persiste en las generalidades incorporadas en la Constitución.
Y es que el INE nace con tantas lagunas y dudas que deberán disiparse al paso del tiempo y a marchas forzadas, porque lo único claro es que el tiempo apremia.
El camino está lleno de preocupaciones, se sinceró el consejero presidente, Lorenzo Córdova, en su discurso pronunciado apenas sentarse en la silla principal de la nueva autoridad electoral. Acto titánico, pero no imposible, complementó para dar idea de la dimensión de las tareas que se asoman para el INE, para rematar casi como una oración, para que en el trayecto no derive en una nueva revisión integral de la democracia mexicana.
–¿Es difícil defender la autonomía?
–Es difícil, pero esa es la clave del éxito institucional y lo vamos a hacer frente a los poderes públicos y eventualmente privados –respondió Córdova en entrevista colectiva.
Ciertamente, el desenlace de las pasadas dos elecciones presidenciales implicó un cisma en la autoridad electoral y su autonomía constitucionalmente consagrada.
Alonso Urrutia y Fabiola Martínez, La Jornada, 5 de abril.

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