Campaña, escuchas y videoescándalo

Nadie en Colombia recuerda una campaña tan sucia como la que transcurre por estos días en aquel país. La casi seguridad de una segunda vuelta, a celebrarse en junio, parece forzar a un electorado que se muestra esquivo a esperar que después del domingo, cuando se celebre la primera vuelta, llegue el tiempo del debate de las ideas y de contraponer modelos para un país cuya economía se ve en franco crecimiento y está a las puertas de la paz.
El presidente, Juan Manuel Santos, encabeza todas las encuestas pero con un porcentaje que no le permite asegurarse la victoria el próximo domingo. Oscila entre el 27 y el 29.5% de la intención de voto, seguido por el uribista Óscar Iván Zuluaga, quien a pesar del escándalo por el video difundido el fin de semana, en el que aparece junto al hacker detenido Andrés Sepúlveda, se negó a renunciar a la campana.
A una prudente distancia de ambos aparecen los candidatos del partido Verde, Enrique Peñaloza, la conservadora Marta Lucía Ramírez y la postulante de izquierda Clara López, todos al parecer sin chances de estar en la etapa final de la pelea electoral.
A Santos le costó mantenerse entero a lo largo de la campaña. Había centralizado toda su estrategia en el proceso de paz, pero las propuestas de mejoras sociales y para el sector productivo no aparecían —justo cuando la economía viene creciendo entre 6 y 7 % cada año—, lo que fue limitando sus posibilidades, hasta que estalló el primer escándalo de la campaña. La denuncia contra su estratega venezolano, J.J. Rendón, y su ex asesor político, Germán Chica, de recibir presuntamente dineros de narcotraficantes en 2010, cuando aún el hoy presidente pertenecía a la facción de Álvaro Uribe.
La denuncia le costó el trabajo a Rendón, pero de inmediato, desde el gobierno llovieron las denuncias sobre las escuchas telefónicas, que pegaron de lleno en el uribismo. El propio Zuluaga debió salir a aclarar que no renunciará a su candidatura, aunque su asesor, Luis Fernando Hoyos, ya está a merced de la justicia desde el pasado lunes.
“Nunca antes, ni cuando Ernesto Samper fue denunciado en el proceso 8000 se vio una campana tan sucia como esta. Aquí incluso estuvo involucrada la fiscalía que reveló el video y el propio (ex) presidente Uribe no tuvo problemas en acusar sin pruebas”, explica la politóloga de la Universidad de Los Andes, Sandra Borda.
El juego de los errores
Sin propuestas alternativas a la de paz, Santos espera repetir el mandato, convocando a una coalición que sostenga el resultado de ese proceso, según sus allegados. Pero por el momento, debe preocuparse de asegurar el resultado de aquí al 20 de junio. De acuerdo con la opinión del analista Mauricio Vargas, esta fue una campaña similar al juego de los errores. “Cada uno fue cometiendo los suyos como si fuese una carrera. Hoy para la sociedad la paz no aparece como esencial porque desde hace meses se observa que llegarpa sin dudas”.
El apellido Santos (con el ex vicepresidente y primo del actual mandatario, Francisco Santos al lado de Zuluaga) aparece a un lado y al otro del panorama político, al tiempo que, como se vino dando desde el 2011, la sociedad paga el precio de la ruptura entre el actual mandatario y Uribe. “Una pelea de familia. Una suerte de ruptura matrimonial donde los costos los paga el resto del grupo familiar, o sea la sociedad”, sostiene Hernando Gómez Buendía.
La gris y sobresaltada campaña está expirando, mientras se espera saber la diferencia real entre Santos y sus contrincantes para poder comenzar a dimensionar cómo y de qué tenor será la segunda vuelta.
José Vales corresponsal, El Universal, 21 de mayo.

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