HRW: Represión “sistemática” en Venezuela contra manifestantes

Tres meses después de que estallara la convulsión social en contra del gobierno venezolano de Nicolás Maduro (4 de febrero),

Lo que ha dejado 41 muertos y más de 700 heridos, una investigación de la organización internacional Human Rights Watch (HRW) y difundida ayer en Washington, pone al descubierto la represión “sistemática” que aplican las fuerzas de seguridad apoyadas por pandillas chavistas armadas contra opositores y que se comete con total impunidad y con licencia del gobierno.

El informe de 103 páginas titulado “Castigados por protestar: Violaciones de derechos humanos en las calles, centros de detención y el sistema judicial de Venezuela”, documenta 45 casos ocurridos en Caracas y tres estados que afectan a más de 150 víctimas, en los cuales miembros de fuerzas de seguridad vulneraron derechos de manifestantes y otras personas en las proximidades de lugares donde se desarrollaban protestas, y donde la brutalidad de sus actos los exhiben por disparar a quemarropa y sin motivo alguno a manifestantes, aplicar descargas eléctricas a detenidos, palizas y exposición durante horas a situaciones de frío o calor extremos.

El reporte asegura que las fuerzas de seguridad permitieron que “pandillas armadas partidarias del gobierno” (chavistas) atacaran a civiles que no estaban armados.

VIOLACIONES. “La magnitud de las violaciones de derechos humanos documentadas en Venezuela y la participación de miembros de las fuerzas de seguridad y funcionarios judiciales en estos delitos, demuestra que no se trata de incidentes aislados ni de excesos de algunos agentes insubordinados”, indicó José Miguel Vivanco, Director para las Américas de HRW. “Por el contrario, forman parte de un patrón alarmante de abusos que representa la crisis más grave que hemos presenciado en Venezuela en años”.

INVESTIGACIÓN. Human Rights Watch realizó una investigación en Venezuela en marzo pasado, que incluyó visitas a Caracas y a los estados de Carabobo, Lara y Miranda, y realizó decenas de entrevistas a víctimas de abusos y sus familias, testigos, médicos, periodistas, abogados y defensores de derechos humanos.

Human Rights Watch también reunió numerosas evidencias como fotografías, videos, informes médicos y resoluciones judiciales y examinó informes gubernamentales y declaraciones oficiales con respecto a actividades de protesta y la respuesta de las fuerzas de seguridad.

ARBITRARIEDAD. En la mayoría de los casos documentados, las víctimas fueron arrestadas arbitrariamente y retenidas hasta 48 horas o por períodos mayores, muchas veces en centros militares. Allí sufrieron nuevos abusos, como violentas golpizas y, en varios casos, descargas eléctricas o quemaduras.

A numerosos detenidos con lesiones graves —como heridas de perdigones y fracturas por golpizas— se les negó la atención médica, o esto fue demorado, lo cual exacerbó su sufrimiento. En varios casos, guardias nacionales y policías también sometieron a detenidos a severos abusos psicológicos, que incluyeron amenazas de muerte y violación sexual. En al menos 10 casos se considera que la combinación de tácticas abusivas empleadas por las fuerzas de seguridad constituyó tortura.

Según el reporte, en un tercio de los casos, las víctimas fueron reporteros gráficos o personas con teléfonos celulares que documentando la brutalidad de las fuerzas de seguridad.
Testimonios exhiben brutalidad policial en cuatro estados
Moisés Guánchez

Este joven de 19 años, que trabajaba en un restaurante del centro comercial El Carrizal, que cerró por las masivas protestas, el 5 de marzo al retirarse a su casa se vio atrapado junto con 40 personas en una redada policial. En su intento de escape un guardia le impidió el paso y le disparó alcanzándolo en un brazo. Dos oficiales lo levantaron para golpearlo mientras que un tercero se acercó para dispararle perdigones en los testículos. Guánchez tuvo que recibir ser intervenido quirúrgicamente por estas lesiones.
Gengis Pinto

El 19 de febrero, un guardia nacional disparó perdigones a quemarropa al rostro de este hombre de 36 años, a pesar de que al ser detenido no opuso resistencia. Pinto, que participaba en una manifestación en San Antonio de los Altos, recibió un disparo y para protegerse del proyectil en la cara fue herido en una mano. Los guardias le negaron ayuda, lo golpearon y amenazaron con matarlo. Posteriormente fue esposado a otro detenido y obligado a permanecer sentado al sol durante 10 horas. Fue llevado a una clínica donde fue sometido a cirugía.
Juan Sánchez

Este joven de 22 años que utilizó un seudónimo por seguridad, fue detenido el 5 de marzo por guardias nacionales mientras se dirigía a pie a un banco en las afueras de Caracas. Fue detenido y golpeado a puntapiés y le dispararon un perdigón a corta distancia en su muslo derecho. Al ser llevado a un centro militar fue obligado a desvestirse. Un guardia le introdujo un dedo en la herida y sacó algo de su pierna, pero no pudo ver si era tejido muscular o una bala de goma. Fue amenazado con ser enviado a una de las prisiones más violentas del país.
Dayana Méndez Andrade

Esta periodista de 24 años cubría una manifestación en Barquisimeto el 20 de marzo, a la cual asistió vistiendo un chaleco con la leyenda “Prensa”, cuando miembros de la guardia nacional lanzaron gases lacrimógenos y perdigones a manifestantes. La reportera intentó escapar, pero fue rodeada junto con el reportero gráfico Luis Rodríguez Malpica, de 26 años por varios oficiales. Cuando ella y Rodríguez alzaron las manos y gritaron que eran periodistas, guardias nacionales que no dejaban de insultarlos y empujarlos contra una pared, les dispararon a ambos perdigones, que impactaron a Méndez en la pierna y cadera izquierdas.
Wladimir Díaz

Este estudiante de 20 años relata que el 11 de marzo mientras se manifestaba cerca del campus de la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado en Barquisimeto, fuerzas del gobierno apoyados por unos 50 chavistas armados y con el rostro cubierto les lanzaron gases lacrimógenos y dispararon contra contingentes de alumnos. Díaz recibió un balazo en el abdomen cuando un grupo mixto del gobierno abrió fuego contra el edificio de la universidad donde él junto con otros estudiantes intentaron protegerse de los disparos y de los gases lacrimógenos que no les dejaron de lanzar hacia el interior de la escuela.

La Crónica, 6 de mayo.

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