Claroscuros de un caudillo


BUENOS AIRES.— Hasta ayer, Hugo Chávez Frías estuvo cada día y cada hora en boca de los venezolanos. Hoy, su nombre ha pasado a la historia, mientras el movimiento político que creó, el chavismo, enfrenta el más grande de los desafíos: sobrevivir al líder excluyente.
Chávez se presentó en sociedad en 1992, con un golpe de Estado en un país que se jactaba de no sufrir ese tipo de cimbronazos militares. Durante los años que pasó en la cárcel, escribió cartas y organizó movilizaciones en los estertores de la IV República. Ya en libertad, prometió una revolución cargada de democracia, si por democracia se entiende votar, en promedio, una vez por año.
Verborrágico y carismático, Chávez captó la atención de todo el mundo, cuando, al avanzar su gobierno, aumentó sus ataques contra Estados Unidos y propaló la idea del Socialismo del Siglo XXI, acercándose a Cuba y reformulando un latinoamericanismo que para muchos se había quedado anclado en los años 70. Así fue actuando en el escenario internacional más con la fuerza del petróleo que de su discurso en pos de un paradigma multipolar, que se acercó tanto a China como a Bielorrusia, al ruso Vladimir Putin o al iraní Mahmud Ahmadineyad.
Chávez nació en Sabaneta, Barinas, en 1954. Fue el segundo de los seis hijos de una pareja de maestros de escuela primaria, donde las carencias eran moneda corriente. Él y su hermano Adán fueron criados por su abuela Rosa Inés.
Padre de cuatro hijos de dos matrimonios fallidos, Chávez comenzó su carrera política con la construcción del Movimiento Bolivariano Revolucionario 200 (MBR-200) que los venezolanos conocieron en febrero de 1992, en el fallido golpe contra el gobierno de Carlos Andrés Pérez. “Por ahora, los objetivos que nos planteamos no fueron logrados”, reconoció.
Los dos años en la cárcel, hasta el indulto del presidente Rafael Caldera en 1994, aumentaron su popularidad. Una vez libre, se dedicó a articular su Movimiento V República.
En 1998 ganó las elecciones con sus propuestas de cambio y de una nueva Constitución. Una de sus primeras medidas, el 2 de febrero de 1999, fue convocar a una Asamblea Constituyente para crear la V República. A aquella elección, en abril, le siguió otra en diciembre para refrendar lo actuado por la Asamblea y una más el 30 de junio de 2000, para iniciar un nuevo periodo de gobierno y afianzar su liderazgo.
Chávez buscó una nueva forma de comunicarse con las masas. Su programa “¡Aló presidente!” se convirtió en un clásico semanal. Aún contaba con el respaldo de la clase media. Hasta que en noviembre de 2001, cuando intentó impulsar la primera ley habilitante sobre la propiedad de la tierra, las frágiles estructuras institucionales comenzaron a crujir.
Los planteos militares se fueron sucediendo, los medios de comunicación alertaron sobre el peligro que corría la democracia. En ese contexto ocurrió el golpe de Estado del 11 de abril de 2002, tras una gigantesca movilización popular contra el gobierno; 36 horas después, con el apoyo de Cuba, Chávez volvió a su cargo y comenzó la radicalización de su “Revolución Bolivariana”.
Salir airoso del referéndum revocatorio de 2004 dio más bríos al comandante, que a nivel internacional usó el petróleo para forjar alianzas y se lanzó contra el “imperio” estadounidense, el rey Juan Carlos de España y hasta el presidente mexicano Vicente Fox.
Sorprendió al anunciar, en julio de 2011, que tenía cáncer, y elegir Cuba para atenderse. Enfermo se presentó a las presidenciales de 2012, y ganó. Entonces comenzó a ordenar la transición en la figura de su canciller Nicolás Maduro, a quien nombró vicepresidente.
El 10 de diciembre, un día antes de su cuarta cirugía en Cuba, apareció por última vez ante las cámaras de televisión y se despidió, sabiendo que recuperarse sería muy difícil. Hoy, Chávez ya no está en este mundo. Pero su nombre seguirá dividiendo las aguas políticas de su país y, por qué no, de América Latina.

José Vales corresponsal, El Universal, 6 de marzo.

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