Factibles, desbordamientos magisteriales por la reforma


“¿Cómo examinar a un maestro que enseña a sus alumnos a soñar?” Aunque el nuevo libro de Luis Hernández no es un tratado sobre los sueños, la pregunta gravita a lo largo de sus páginas, pues No habrá recreocontra-rreforma constitucional y desobediencia magisterial aborda, desde la trinchera de la urgencia, las consecuencias de un cambio legal en curso, dirigido en la letra a mejorar la enseñanza, pero en realidad encaminado a privatizar la escuela pública.
En la reforma, formalmente hija del Pacto por México, Hernández –autor ya de otras obras sobre el magisterio y sus luchas, además de ser el coordinador de Opinión de este diario– ve un atentado mayor contra los derechos de los profesores. “No es exagerado decir que lo que está en juego es su propia dignidad de maestros”, afirma el autor.
Aquí se presentan extractos de una entrevista sin recreo.
–Se ha dicho que Elba Esther Gordillo era la pieza más frágil e impresentable de los llamados “poderes fácticos”; que en la decisión de mandarla a la cárcel pesó más la necesidad de restablecer la “Presidencia fuerte” que de aterrizar una reforma educativa.
–A Elba Esther se le apresa por indisciplinada. Originalmente el gobierno quería hacer la reforma educativa con ella, no a costa de ella. Cuando le ofrece su renuncia a Enrique Peña Nieto, él no la acepta. Pero ella estiró demasiado la liga.
“Hay varios hechos que explican por qué se colmó la paciencia presidencial, se deterioró la relación y se precipitó la ruptura entre Elba y el Presidente. Primero, su discurso en el congreso de Cancún, que fue visto como una majadería. Segundo, la filtración, pocos días antes de las elecciones, del documento Ágora, en el que se anunciaba unoperativo del SNTE para darle a Peña Nieto 5 millones de votos, que fue interpretada en el equipo del PRI como presión ilegítima. Tercero, la estrecha alianza de la maestra con Rafael Moreno Valle y su intención de proyectarlo a la Presidencia. Cuarto, la decisión de la maestra de presionar para obtener posiciones dentro del gobierno, cuando era claro que esa puerta se había cerrado ya. Y, finalmente, su rechazo a la incorporación del término “permanencia” en la reforma constitucional.
“De paso, su detención envió una advertencia al conjunto de la clase política: o se disciplinan o se atienen a las consecuencias”.
–Elba Esther es un personaje al cual fácilmente se puede demonizar. Pero si vemos detrás del humo de su aprehensión y su vida multimillonaria, ¿realmente tenía la convicción y la capacidad de oponerse a la reforma?
–Elba Esther la jugó con Peña Nieto como siempre lo hizo con el poder. Nunca habló mal en público del Presidente. Siempre dijo que era su amigo. Presentó la reforma educativa como si fuera obra suya. Sólo objetó la inclusión de la palabra “permanencia” en el texto. Intuyó la posibilidad de que si no lo hacía el descontento magisterial la iba a desbordar. Simultáneamente, en corto, presionó por posiciones políticas. Ella apoyó la campaña de Peña Nieto y pensó que no se le estaba recompensando. Se sintió maltratada. Amenazó con movilizarse, pero la movilización de los maestros institucionales comenzó a adquirir una magnitud diferente a la que se anunció públicamente que tendría, y se convirtió en un motivo de malestar y preocupación adicional en Los Pinos.
–Se ha comenzado a extender la idea de que este gobierno ni tiene ni quiere oposición. En ese escenario ¿cuáles son las posibilidades de que las movilizaciones de la CNTE tengan éxito, así sea parcial?
–Ciertamente, no hay oposición al nuevo gobierno en los partidos políticos con registro. Pero hay resistencia en multitud de movimientos sociales, en el zapatismo, en Morena. La CNTE es una de esas fuerzas que actúan por fuera del Pacto por México. El que haya sido recibida por la Secretaría de Gobernación es un indicador de que dentro del gobierno hay preocupación por lo que puede hacer y llegar a ser. Una inquietud justificada.
–Los dirigentes del SNTE sin Elba Esther sostienen que la verdadera resistencia contra la reforma llegará cuando los maestros comiencen a ser evaluados y que entonces nadie podrá “controlarlos”.
–La resistencia ya comenzó. Guerrero está en paro indefinido. Oaxaca se dispone a seguir esa ruta. En varios estados ha habido movilizaciones numerosas. Muchos maestros, con años de servicio, están pensando en jubilarse ya. Por supuesto, la situación se agravará más cuando comiencen las evaluaciones.
–¿Ves en el escenario una revuelta de las “bases” del magisterio, que rebase a la cúpula del SNTE y salga de los márgenes de la Coordinadora?
–El gobierno federal ha trasladado ahora a los gobernadores el mandato de controlar a los trabajadores de la educación. Dudo que lo puedan hacer todos, todo el tiempo, a pesar de los desplantes demagógicos de Graco Ramírez.
“Sí, si veo la posibilidad de una revuelta. Con esta reforma están en juego muchas cosas esenciales para los maestros: la estabilidad en el empleo; el control sobre el proceso de aprendizaje dentro del aula; los docentes que se desempeñan como directores de escuela, sin tener el nombramiento definitivo por falta de presupuesto, pueden dejar de serlo no obstante sus años de servicio; la desaparición de las negociaciones de prestaciones laborales en los estados; la ‘legalización’ de las cuotas escolares; el futuro de la educación pública. No es exagerado decir que lo que está en juego es su propia dignidad de maestros.
“En esas condiciones límite, es factible que se produzcan, más allá de las fuerzas que integran la Coordinadora, desbordamientos magisteriales. Esa ha sido la historia de la CNTE desde 1979”.
–¿La decisión del elbismo de “volver a hacer sindicalismo” llegó demasiado tarde?
–De ser así, llegó tarde y mal. No hubo el menor atisbo de autocrítica en su propuesta. Las movilizaciones a las que convocó el SNTE no tuvieron coordinación alguna. Cada estado hizo lo que quiso o lo que pudo. Sus acciones tuvieron el tufo de la politiquería tradicional para obtener espacios políticos, no de la lucha honesta para defender los derechos de los trabajadores de la educación.
–Sin Elba Esther, ¿qué queda del discurso de Mexicanos Primero?
–Todo. Querían la cabeza de Elba Esther para colgarla en la pared con sus otros trofeos de caza, pero lo que verdaderamente anhelan es la educación pública para ellos. Su propuesta –aunque lo nieguen– es privatizarla. Su aspiración es conducirla, que esté al servicio de sus intereses empresariales. Desean acabar con lo que sobrevive de la herencia de la Revolución Mexicana en el magisterio nacional. De paso, quieren acabar con el sindicato nacional y eliminar cualquier expresión de sindicalismo democrático y combativo.
–¿Son sus intereses económicos los que guían las acciones de estos grupos de empresarios? ¿Tienen una auténtica preocupación por la educación?
–Como lo muestra Enciclomedia, la subrogación de los servicios educativos es un negocio multimillonario. También lo son las evaluaciones educativas, la elaboración de libros de texto, las escuelas particulares y muchas actividades más. Pero el interés de estos empresarios va más allá de beneficiarse con esos contratos. Ellos quieren ser una dirección político-moral del sector educativo, aspiran a que su visión del mundo rija los contenidos pedagógicos y la gestión escolar.
–¿Puede el secretario Chuayffet afrontar los conflictivos escenarios por venir, sin gente de su confianza en las posiciones claves?
–Son varias las instancias gubernamentales involucradas en el asunto. Están los gobernadores, la Secretaría de Gobernación, la Procuraduría General de la República, Hacienda (en su papel de brazo punitivo). Y no parece que el secretario de Educación sea la voz cantante en esta cruzada, por más que de cuando en cuando aparezca en público dando manotazos sobre la mesa y amenazando a los maestros que rechazan la reforma.

Arturo Cano, La Jornada, 21 de marzo.

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