No muy lejos de las céntricas calles impregnadas de gases lacrimógenos y ulular de sirenas, las fuerzas de la izquierda partidista que apenas cuatro meses antes caminaban juntas, se manifestaron por separado contra el mandatario entrante Enrique Peña Nieto.
Dos actos marcados por diferencias de alto contraste. Unos, los que se desprendieron del sol azteca para seguir a Andrés Manuel López Obrador en lo que será el partido Movimiento Regeneración Nacional (Morena), se congregaron al pie del Ángel de la Independencia. Otros, que representan el aparato del PRD en el Distrito Federal y el estado de México, fueron llevados por sus líderes al Monumento a la Revolución. Los primeros, desconociendo al nuevo mandatario. Los segundos, buscando pactar con el PRI, nuevamente partido gobernante.
En ninguna de las dos plazas la concentración fue multitudinaria. Una fue espontánea, emocional, protagonizada por un núcleo compacto de seguidores de Andrés Manuel López Obrador. La otra se distinguió por dejar ver el accionar de sus estructuras (bejaranistas, mexiquenses,acarreados de las delegaciones perredistas), disciplinadas, desangeladas. Lemas parecidos presidieron en grandes mantas los dos escenarios. En el de Morena se leía:No a la Presidencia comprada
. En el del PRD: La Presidencia no se compra
. Sólo en este detalle hubo coincidencia.
En ninguno de los dos espacios hubo vallas, granaderos, pedradas, toletazos o corretizas. Eso llegó después, cerca de las 2 de la tarde, cuando morenistas y perredistas ya se habían dispersado y pequeños grupos de jóvenes anarquistas, remanentes de los grupos que protagonizaron los choques frente a Bellas Artes y la Alameda, se desprendieron hacia las glorietas de Paseo de la Reforma.
En los dos actos se repudió el uso excesivo de fuerza por las policías durante la violenta jornada de protestas populares antipeñistas.
No había razón para usar balas de goma
AMLO, quien ayer vestía traje oscuro, con semblante casi triste expresó: No había motivo para que se usara la fuerza bruta contra los jóvenes y los estudiantes. No había ninguna razón para usar balas de goma
.
Era mediodía. Las noticias en radio y las redes sociales habían ardido apenas una hora antes con el rumor –afortunadamente falso– de la muerte de un manifestante frente al Congreso de la Unión. Desde las primeras horas del día circulaban por el mundo imágenes de golpes, incendios, descargas de granaderos. En los hospitales, decenas de heridos. En las delegaciones, gran número de detenidos. Los rituales de la transmisión del mando transcurrían detrás de impresionantes cercos de acero.
Colmo de las paradojas. La mano de hierro que se hacía sentir en los puntos de conflicto no era otra que la de un hombre que fue cercano a López Obrador, el contralmirante médico naval Manuel Mondragón y Kalb, su subsecretario de Participación Ciudadana y Prevención del Delito cuando gobernó el DF; su recomendado para secretario de Seguridad Pública de Marcelo Ebrard y que ayer ascendió como subsecretario de Seguridad Pública en el gabinete peñista.
López Obrador demandó el cese fulminante del nuevo secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong. De inmediato añadió: Y para aclarar paradas, si el señor Manuel Mondragón tiene responsabilidad en estos hechos, también debe renunciar
.
Además, hizo un deslinde entre la naturaleza de su movimiento –del que tantas veces se ha jactado de que no rompe ni un solo vidrio
– y los grupos que ayer se confrontaron con las fuerzas de seguridad. “Nosotros no apostamos a la violencia –dijo una vez más– porque la violencia, en lugar de destruir el autoritarismo, lo perpetúa”.
Momentos más tarde, el flamante líder de Morena, Martí Batres, respondía a la prensa la inevitable pregunta sobre Osorio Chong: “Lo suyo –dijo– es debut y despedida”.
Un poco de teatro
Antes del acto político, dos carabelas de cartón: La Piña y La Santa Madriza, habilitadas ya comoflototeles
de Pemex, navegaron trabajosamente, escaleras arriba, al pie de la columna del Ángel. Les daba ahí la bienvenida la maestra de todas las ceremonias lopezobradoristas: Jesusa Rodríguez, hoy personi- ficando a laMalitzin, traductora cunilingüe de Mensoamérica
y publirrelacionista del nuevo presidente de la República,Chatarratzin Zotaquetzin, también conocido como El dinosaurio de Atracomulco.
Durante una hora gozosa, los morenistas se carcajearon con las ocurrencias de Jesusa y su grupo de comediantes, que declararon que su movimiento será, al paso de la rueda del tiempo del calendario maya que hoy empieza a atravesar los tiempos obscuros del 13 bactún
, para convertirse, al final de esta etapa de retroceso priísta, en el meteorito de Chicxulub
, aludiendo al fenómeno astronómico que, se dice, provocó la extinción de los dinosaurios.
Blanche Petrich, La Jornada, 2 de diciembre.
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