Sentada frente a Emilio Chuay-ffet en una de las mesas del café Balmoral del hotel Presidente, y en medio de la disputa por la coordinación del grupo parlamentario del PRI en la Cámara de Diputados, Elba Esther Gordillo le soltó hace ya nueve años al ahora nombrado secretario de Educación Pública: Licenciado, ¿qué epitafio quiere que ponga en su tumba?
La frase, que se conoció porque después del encuentro –en diciembre de 2003– Chuayffet se la contó a diputados de su propio partido y del PRD, explicaba el enfrentamiento entre él y la maestra, luego que ésta fue destituida por su insistencia en imponer el acuerdo entre la lideresa magisterial, Vicente Fox y Marta Sahagún, para aplicar el IVA en alimentos y medicinas.
Dicho plan había sido fraguado en sucesivas visitas de Gordillo a Los Pinos, donde se le entregó la propuesta que poste- riormente ella y sus operadores políticos presentaron a la bancada tricolor en una ex hacienda en Naucalpan, estado de México.
Ante el repudio de los legisladores, el grupo cercano a Gordillo propuso otras alternativas: el impuesto a la producción y al intermediarismo (IPI) y un denominado impuesto de control
de 8 por ciento.
Según los planes de Fox, aunque los más pobres llevaran la carga de los impuestos impulsados por él y Elba Esther Gordillo, se les devolvería el IVA completito y copeteado
en programas sociales.
La pugna entre ambos personajes se recrudeció la noche del 27 de noviembre de ese año, cuando el grupo convocó a una reunión plenaria, en el auditorio del edificio E de la Cámara de Diputados, con objeto de desconocer a su coordinadora y leer un documento dirigido al presidente del PRI, Roberto Madrazo.
En esa reunión, Gordillo habló de su amistad con Marta Sahagún y relató a medias una entrevista vespertina de dos minutos que tuvo con Madrazo en la Torre Omega de Polanco, donde el líder priísta despachaba. Ahí, según los ex diputados del tricolor, ella le ofreció disculpas por las declaraciones que había hecho en su contra.
Madrazó le devolvió: Perdóname, una ofensa pública no admite una disculpa privada. Confío en que la decisión de la mayoría de los diputados será la mejor. Y mejor vete, porque se te está haciendo tarde y sería una descortesía hacerlos esperar
.
Ya en la reunión, y para amarrar lealtades, la maestra soltó que a algunos diputados les debió concederalgunos caprichos
, y acusó a Emilio Chuayffet de atacarla porque no le cumplió intereses personales
.
¡Respeto a don Emilio!
, gritaron los diputados.
Chuayffet se incorporó y a gritos pidió el micrófono: “Leí sus declaraciones del lunes (24 de noviembre), en las que usted dice que es la única que está por México, y nos pone a nosotros como traidores, y así se infiere de sus afirmaciones. ¡Aquí las tengo grabadas! Pero usted sólo satisface a nuestros opositores. Y nosotros ya no estamos dispuestos a admitir que usted diga que no estamos con México. Quiero decirle que con Beatriz Paredes había cuando menos dos reuniones, antes de cada sesión, y eran informativas.
¡Yo soy un buen diputado, aunque no sea coordinador ni presidente de una comisión! Es una falta de respeto de usted que nos diga que quien está con México es sólo usted. Diputada, ¡ya no la queremos!
Ante los reclamos, Gordillo ofreció una disculpa a Chuayffet Quiero disculparme con Emilio, siempre lo he respetado
. Aún así, y por el tono que alcanzó la reunión, el ex director del Issste, Miguel Ángel Yunes, quiso acercarse a Chuayffet, pero José Rangel –quien es nuevamente diputado en la actual legislatura– lo retiró de un empellón.
En ese momento se marcó la suerte de Elba Esther Gordillo, quien fue removida de la coordinación de la bancada priísta y, con el paso de los años, expulsada de las filas de ese instituto político.
Aun así, en aquel 2003, Chuayffet y Gordillo se reunieron el 9 de diciembre en el Balmoral, antes de una visita a Fox y Martha Sahagún en Los Pinos, para discutir la aprobación de una andanada de impuestos, como una tasa de 25 por ciento del ISR a pensiones, el IVA a compra de viviendas nuevas, el denominado impuesto de control. Gordillo ya había sido desconocida por la bancada, destituida por 118 de los 122 integrantes del Consejo Político Nacional del PRI, e incluso por los gobernadores de su partido.
A su llegada a la Cámara, en entrevista, se le preguntó a Chuayffet:
–¿En qué quedó con la profesora?
–Pregúntele a ella.
–¿Lo reconoce a usted como coordinador?
–Esa pregunta se la debe dirigir a ella.
–¿Qué le dijo?
–Decidimos mantenerlo entre nosotros, no porque no sea público ni porque no tenga impacto en el mundo de lo público, sino porque simple y sencillamente se trata de asuntos que tienen que ver con la sustitución de la coordinación. Y ya lo dije también, platicamos sobre nuestras divergencias.
–¿Limaron asperezas?
–Gracias. Hasta luego, se los agradezco.
–¿Sí o no?
–Conversamos. Hasta luego.
Roberto Garduño y Enrique Méndez, La Jornada, 1º de diciembre.
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