'Es peor que estar en la cárcel'

En los 15 días que Enrique estuvo retenido en la Estación Migratoria de Iztapalapa, nunca le informaron cómo iba avanzando su proceso. El 1 de enero a las 3:00 de la madrugada, un agente despertó al puertorriqueño para avisarle que sería deportado.

Ana, su madre, quien vive en la Ciudad de México, se enteró gracias a que un marroquí asegurado en la estación la llamó para informarle.

"No lo podía creer. Apenas una semana antes un oficial me había dicho que lo más seguro es que lo dejaban salir; que con los documentos que le había llevado se podía regularizar.

"No notifican nada. Aunque pedía audiencia, no servía para nada", lamentó.

Custodiado por un agente del INM, Enrique fue trasladado al aeropuerto capitalino, pero para ser llevado a Nuevo Laredo con el fin de que cruzara a Estados Unidos.

Ana logró comprar un boleto para el mismo vuelo, que partió a las 6:00 de la mañana.

Al llegar a la frontera, comenta la mujer, el oficial que los acompañó durante el viaje los dejó en uno de los cruces fronterizos y ni siquiera se fijó si, efectivamente, Enrique pasó para el otro lado.

En Texas, Ana compró un boleto de avión para que su hijo regresara a Puerto Rico, pues en EU no tienen a nadie. Ella se regresó en autobús hasta el DF.

"¿Qué hubiera pasado si yo no hubiera estado con él?

"Él no llevaba dinero. Se supone que a uno lo regresan a su lugar de origen, y lo botaron ahí, sin nada", reprochó.

Recuerda que, en el aseguramiento, lo peor que padeció su hijo fue la incertidumbre de su estatus, pero no fue lo único.

En su calcetín Ana escondía chocolates y saborizantes de agua cuando visitaba a su hijo.

Aunque las normas de funcionamiento de las estaciones migratorias permiten el ingreso de alimentos previa revisión, en esa sede está prohibido.

"Está peor que en una cárcel. Aquí no les dejan tener ni una botana ni comida que uno les lleva ni una caja de chicles. Es ridículo", comentó.

En la estación conocida como Las Agujas, aseguró, sólo les venden tarjetas telefónicas y cigarros sueltos a 10 pesos.

Las visitas duran 20 minutos y se realizan martes, jueves y fines de semana. Ana se quejó de que en diciembre, Enrique nunca tuvo agua caliente para bañarse.
Verónica Sánchez, Reforma, 6 de marzo.

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