“Logramos que los migrantes se fueran”

Scott Beason, autor de la ley antimigrante más dura de todo Estados Unidos, se dice satisfecho. Los números le hablan de que los mexicanos y otros indocumentados han dejado Alabama y que el problema de la migración ilegal quedó resuelto de tajo y golpe. “Creo que cualquier ley antimigrante, sea en Georgia, Alabama o Arizona, tiene el objetivo claro de reducir el número de trabajadores ilegales en tu estado. Y esa es una de las realidades que se derivan de la nuestra”, dice en entrevista con MILENIO. “Se fueron”. El senador estatal, un político que saltó a la fama cuando en 2011 pidió a los republicanos “vaciar el cargador de sus pistolas” sobre la migración ilegal, niega ser un racista, aunque deja en claro que Alabama no es California. Ni jamás se convertirá en California. Ni permitirá que sus ciudades terminen como California, donde los mexicanos son mayoría ya en algunos condados. Beason es el creador de la Ley HB56. Y si la crisis migratoria en Alabama tiene un rostro, es el suyo. Fue él quien redactó y después presentó la ley por primera vez años atrás en la Cámara de Representantes del estado, cuando era políticamente imposible pensar en su aprobación. En 2008, cuando la llevó a votación, fue olímpicamente ignorada, hasta ridiculizada. Pero los tiempos cambian. Vaya que cambian. Esta ley es incluso más dura que la de Arizona. ¿Por qué? No es que sea tan dura. Es que es más bien de amplio espectro. La mayor parte de la ley refleja lo que ya de por sí es federal. Lo que hemos hecho es ver lo mejor de las demás legislaciones estatales y vimos el código federal. De lo que nos quisimos asegurar es que al crear esta ley, no dejáramos espacio para que nadie la eludiera. La interpretación en los medios es que es una ley racista. Una cosa que me queda clara es que si alguien se opone a esta ley dirán lo que quieran y lo que les acomode. No es una ley racista. No está dirigida a un grupo particular: no importa si quienes están en el estado de Alabama son ilegales de Canadá, de África, de Europa. Va a aplicar para todos. ¿Cuál era la necesidad de una ley como ésta en Alabama? En primer lugar, los empleos y la enorme cantidad de recursos que gasta el estado de Alabama debido a la migración indocumentada. Según un cálculo, hasta 290 millones de dólares al año en servicios de educación o salud. Estamos en una situación en la que gente está siendo despedida y no hay razón de que sigamos gastando en gente que está de ilegal aquí. Y encima de eso, hemos visto un enorme crecimiento en la población de indocumentados en el estado; desde 2008, 30 por ciento. Creemos en enfrentar un problema y resolverlo cuando se puede. Algunos estados han ido ya demasiado lejos y no han hecho nada durante un par de décadas y ya están paralizados. Aún si quisieran enfrentar el problema, no pueden ahora. ¿Qué estados? Pienso que California es un buen caso. No pueden ya darle la vuelta a la nave ni detener el problema. ¿Cuándo tomó la decisión de crear esta ley? Comencé a trabajarla cuando estaba en la Casa de Representantes. Fui elegido al Senado en 2006 y ya tenía trabajando el tema desde 2005. He trabajado durante muchos años en el tema. Pero nunca había tenido los votos suficientes en la legislatura para conseguir que la aprobaran. ¿Y qué fue lo que cambió en el entorno político de Alabama para que ahora sí fuera aprobada? Por primera vez en 136 años los republicanos tienen el control tanto de la Casa de Representantes como en el Senado. En 2008 tuve una ley muy parecida y no fue a ningún lado, porque el otro partido controlaba la otra cámara. Pero ahora los republicanos tenemos el control de las dos cámaras y es parte de nuestro acuerdo con el estado: prometimos al electorado que haríamos algo en torno a la migración ilegal, de forma similar a lo que hizo Arizona. Dada la historia de tensiones raciales en Alabama y su pasado, ¿cómo explicar que ésta no es una ley racista? Mucha gente dirá eso sólo porque es un arma política útil. No les gusta la ley ni que queramos hacer que se respete. Alabama tiene una buena reputación. Tenemos negocios de todo el mundo. Mercedes está aquí, Hyundai de Corea del Sur, Honda, tenemos muchas empresas multinacionales en el estado y damos la bienvenida a todos, hispanos o no. Lo único que pedimos es que la gente venga aquí legalmente y se vuelvan parte de nuestra sociedad. Su electorado, ¿está feliz, satisfecho? De las encuestas que tenemos, la gran mayoría de los alabamianos la apoyan. Dijimos que era un tema que resolveríamos si nos elegían y nos daban el control de la legislatura. Y lo cumplimos. Los mexicanos ya se fueron. ¿Cumplió la ley con sus expectativas? Creo que cualquier ley antimigrante, sea en Georgia, Alabama o Arizona, tiene el objetivo claro de reducir el número de trabajadores ilegales en tu estado. Y esa es una de las realidades que se derivan de ella. Decir que la gente sería arrestada, o que habría grandes deportaciones, nada de eso ha sucedido. La gente que estaba aquí ilegalmente han elegido ellos mismos irse a otro lado. Eso abre los empleos para los alabamianos. Es importante señalar que simplemente estamos haciendo lo que el gobierno federal supuestamente tendría que hacer. En este momento la ley se encuentra en una Corte de Apelaciones. Hay sólo dos opciones: o la ley se sostiene o es rechazada. Pero todo apunta a que vamos a terminar en la Suprema Corte. Es cierto. Hay buenas posibilidades de que eso pase y este caso termine en la Suprema Corte. Y la pregunta es ¿por qué los estados no pueden hacer esto? ¿Está explícitamente prohibido? Yo creo que no está prohibido de forma directa. Los estados tenemos derechos. Y uno de esos derechos es proteger a nuestros ciudadanos de invasiones de fuerzas externas. Sobre empleos. Estuve en una granja y parece ser que los estadunidenses no están ocupando ese vacío. Las cosechas se van a perder. Bueno, una de las cosas que es interesante es que la ley se aprobó en junio. Y no iba a entrar en vigor sino hasta septiembre. Fueron 90 días y después la corte la aplazó un mes más. Estamos hablando de 4 meses. Una tercera parte del año. No sé si algunos granjeros pensaron que la ley no iba a entrar en vigor y continuaron contratando a una fuerza de trabajo ilegal. Quizá eso es lo que pensaron que pasaría. Pero a mí me parece que tuvo que haber mucha más actividad en tratar de encontrar reemplazos en vez de esperar que cuatro meses después, cuando la ley entró en vigor y la gente comenzó a irse del estado. O sea, algunos perderán y otros ganarán. No puedes como granjero llamar en viernes y pedirle a la gente que se presente el lunes a trabajar todo el día en el campo, aún si están desempleados. Creo que el mercado se corregirá con el tiempo. La oferta y la demanda tiene la tendencia a corregir las cosas. Y habrá gente a la que le irá bien. Y gente a la que le irá mal y tendrán que cambiar su modelo. Víctor Hugo Michel/Gardendale, Alabama, Milenio, 31 de octubre.

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