“El gobernador Ángel Aguirre Rivero debe saber que no nos vamos a ir del movimiento, que vamos a seguir hasta el final. Si cree que porque nos reprimió vamos a tener miedo de seguir luchando se equivoca, no es así, nosotras como mujeres, maestras y gente humilde de la Montaña tenemos dignidad”, afirmó Flora Pérez.
Advirtió que mientras el gobernador no resuelva las demandas del magisterio “aquí estaremos. Yo llegué al plantón el 25 de febrero, cuando inició el movimiento; mis compañeras y yo no hemos regresado un solo día a nuestras comunidades, no tuvimos vacaciones de Semana Santa, pero no importa, lo más importante para nosotros en este momento es la lucha, y apoyamos con todo a nuestros dirigentes, porque en Guerrero no va a pasar la reforma educativa”.
Orgullosa de su origen indígena, nacida en la cabecera municipal de Zapotitlán Tablas, de la zona me’phaá (tlapaneca) en la Montaña Alta, dice: “Soy maestra de prescolar en el municipio de Tlacoapa. Me tuve que ir a vivir allá desde hace 28 años con mi marido, que también está aquí en el movimiento. En ese tiempo nacieron mis tres hijos, que hoy tienen 27, 24 y 23 años”.
La profesora fue entrevistada en el campamento instalado en la sede de la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación en Guerrero (Ceteg). En general los tlapanecos toman decisiones en colectivo, por eso durante la plática estuvieron presentes cinco compañeras que escuchaban atentas las respuestas de la que al parecer es su dirigente.
“Estoy en el movimiento porque el gobierno está haciendo sus reformas sin considerar las necesidades de los pueblos indígenas, que vivimos arrinconados porque no tenemos lo que tienen en las ciudades”, agrega.
“Nosotros analizamos los cambios que propone la reforma educativa y llegamos a la conclusión que afectará a los padres, y creemos que la única manera de apoyarlos es luchando de esta manera, porque el gobierno no sabe lo que pasa en las comunidades, ni convive con la gente, ni se da cuenta de los problemas y necesidades de los niños de la Montaña, sólo quieren hacer la reforma porque se está impulsando en otro país, y ahora lo quieren hacer en México.”
–¿Es viable la reformaeducativa?
–En nuestra Montaña no. No va a resultar por la pobreza en que se encuentran los padres en sus comunidades. Por ejemplo, si hablamos de las escuelas, diremos que ni siquiera tienen muebles, y ahora pretenden implementar su reforma, que en todos los sentidos nos afecta.
–¿Ustedes tienen temor a ser evaluados allá en la Montaña?
–No. Lo que pasa es que no queremos evaluarnos como lo propone el gobierno. Sabemos de la capacidad que tenemos para evaluar a nuestros alumnos. Yo soy egresada de la Universidad Pedagógica Nacional. Creo que en La Montaña los maestros tenemos la misma capacidad y por eso no le tenemos miedo a ningún tipo de evaluación, pero no nos vamos a evaluar sólo por el gusto del gobierno.
“Nosotros evaluamos a nuestros alumnos, lo hacemos de acuerdo con el medio en que se encuentren, porque no podemos comparar un niño de la ciudad con uno de la Montaña, porque muchos ni siquiera conocen el mar ni Chilpancingo, mucho menos la ciudad de México”.
–Mis alumnos, para llegar al jardín de niños desde sus comunidades, tardan 40 minutos, algunos son de Tlacoapa, pero la mayoría no. Hay que tomar en cuenta que los niños tienen entre tres y seis años, y la distancia es muy larga para su edad. Hay que decir que otros niños vienen de más lejos a estudiar primaria o secundaria.
–En el jardín de niños atiendo a 28 alumnos de tercer grado, ha sido un trabajo arduo, porque se imparten clases en dos lenguas, en me’phaá y en castellano, debido a que por lo general hay niños que no hablan alguna de las dos. Habla uno en español y luego en me’phaá, es decir, se enseña al mismo tiempo en ambas lenguas, no se puede primero enseñar en un idioma y luego en el otro, hay que utilizar ambos.
Al principio la plática se desarrolló en un ambiente de desconfianza, pero la maestra poco a poco se desenvolvió con más libertad. Vestida de pants y blusa azul, en chanclas, habló de uno de los problemas recurrentes en las escuelas de la región: la alimentación, Hay que decir que “existen diferencias, porque hay niños que no reciben comida adecuada y cuando llegan a la escuela tienen hambre”.
Cuando hay necesidades en las escuelas, se realiza una reunión, se toman acuerdos en asamblea, se coopera si faltan productos de limpieza y si los padres creen que con 50 o 60 pesos de cooperación se cubren los requerimientos para todo el ciclo escolar, se fija el monto; “es la única cuota que se cobra, porque no tenemos para sufragar esos y otros gastos”.
De pronto se abordó el tema del desalojo por parte de la Policía Federal ocurrido el viernes por la tarde: “Estuvo mal el desalojo, porque el gobierno quiere de esa manera solucionar nuestro rechazo a la reforma. El gobierno no debió resolverlo de manera violenta, debió apostarle al diálogo, analizando con seriedad las propuestas que le hicimos. Que (el gobernador Ángel Aguirre) reconozca que no tomó en cuenta a la población, que fue la que lo llevó al poder, y ahora reprime a su gente, a los maestros.
“En su campaña para gobernador nos fue a decir que iba a apoyar más la educación y a los pueblos indígenas, pero qué es lo que está haciendo, pues no está apoyando nada. No hemos visto ni una rehabilitación en nuestra zona de ninguna escuela por parte de la SEP, que no se preocupa por ir a ver qué falta en las escuelas”, reclamó.
Flora Pérez habló de la situación de la mujer en la Montaña Alta: “En nuestro medio no tenemos fuentes de trabajo para las mujeres, la mayoría son amas de casa, hasta nosotras que trabajamos tenemos que hacernos de comer; no hay recursos para comprar o ir a un restaurante, que tampoco los hay. Buscan cómo ganarse la vida, algunas cuidando casas o trabajando en el campo, ¿qué más podemos hacer en un ambiente de pobreza y abandono?”
Sergio Ocampo Arista corresponsal, La Jornada, 7 de abril.
Ser mujer, indígena y maestra, orgullo de activista de la Ceteg
Guerrero, Indígenas, Reforma Educativa Medios México domingo, 7 de abril de 2013 0 comentarios
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