En una peregrinación indígena que también fue una marcha política muy concurrida, la capital de Chiapas conoció, amplificado y en vivo, el clamor por la libertad del profesor Alberto Patishtán Gómez. En un significativo gesto de solidaridad, más de 8 mil maestros del bloque democrático de la sección 7 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación siguieron la marcha de unos 6 mil peregrinos, tzotziles en su inmensa mayoría, y respaldaron en todo momento la exigencia de libertad para quien es, ciertamente, el maestro chiapaneco más conocido y respetado del mundo.
A las puertas de la Judicatura Federal, que permanecieron cerradas, la organización católica Pueblo Creyente manifestó: “Señores magistrados del primer tribunal colegiado del vigésimo circuito, no sigan manchando su dignidad, su prestigio, manteniendo preso a nuestro hermano. En la memoria histórica del pueblo mexicano quedará escrita la decisión que tomen, no repitan la misma acción que hizo Pilatos ante Jesús, sabiendo que es inocente se lava las manos y lo entrega a la sentencia de muerte”.
La columna de unas 15 mil personas, que paralizó el centro de la ciudad más de tres horas, llegó primero a la sede del Poder Judicial Federal, ubicada en una calle cerrada, la cual fue ocupada enteramente por los indígenas al son de flautas, guitarras y tambores, portando las cruces de todos los muertos de Acteal. Hombres y mujeres de Pantelhó, Huitiupán, Simojovel, Chenalhó, San Andrés, Zinacantán, Huixtán, Chamula, San Cristóbal de las Casas y desde luego El Bosque, de donde es Patishtán, no dejaron de repetir su nombre durante toda la marcha. Centenares de pequeños carteles mostraban su rostro sobre una roja irradiación.
Esperando sobre la Avenida Central, miles de maestros, que marchaban también contra las reformas laboral y educativa, apoyaron sus reclamos. Con inusitada generosidad aceptaron ir de taloneros de los indígenas. Las bocinas en su respectiva descubierta decían: “Reconocemos en Patishtán a uno de los nuestros, su inocencia la reconocemos, y nos sumamos a su protesta contra el sistema de justicia”.
A escasos kilómetros de aquí, en Navenchauc, por la carretera vieja a los Altos, el Presidente de la República lanzaba la Cruzada Nacional Contra el Hambre enfundado en su atavío zinacanteco, (un ritual priísta) lo mismo que el mandatario estatal y su invitado brasileño Luiz Inácio Lula da Silva como testigo de honor. ¿Los alcanzó, aunque fuera como vibración, lo que se gritaba por la Avenida Central de Tuxtla Gutiérrez?
“Hoy los gobiernos federal y estatal (nuevos Faraones, Herodes y Pilatos) se han propuesto estrategias de cruzada contra el hambre. Eso no es verdad en sus palabras, creemos y estamos convencidos por los hechos que es cruzada contra los hambrientos”, añadieron en su discurso los tzotziles.
“Nosotros pueblos indígenas y campesinos sí tenemos hambre, pero de verdad y justicia para el caso Acteal, hambre de la libertad inmediata e incondicional de nuestro hermano Alberto, hambre del respeto y amor a nuestra Madre Tierra, hambre por el cumplimiento de los Acuerdos de San Andrés, hambre de paz para los pueblos indígenas; no de las migajas que da el gobierno para callar la conciencia, para no ver la verdad, para eclipsar y sepultar el crimen de Estado cometido en Acteal.”
A su vez la Organización de la Sociedad Civil Las Abejas, cuya presencia fue notoria, manifestó frente al Palacio de Gobierno, unas cuadras más adelante, su repudio “a la excarcelación masiva de los paramilitares asesinos de Acteal”. En tono severo, Las Abejas sostuvieron: “La justicia en México está al revés. ¿En qué tipo de lenguaje tenemos que hablar para que (los poderes) entiendan?”
Ante el Palacio de Gobierno, Pueblo Creyente repitió su mensaje a los magistrados chiapanecos, que deberán resolver en pocos días la liberación del multinombrado docente de El Bosque, quien hoy cumple 42 años de edad, 12 de ellos en prisión: “Ante estas realidades de injusticias que vivimos los indígenas, el profe Alberto desde su pueblo luchaba y acompañaba al pueblo para una vida digna y justa; este trabajo humanitario del profe a los gobiernos federal, estatal y municipal no les gustó, por eso le buscaron el delito, y está sentenciado a 60 años de prisión por un delito que no cometió”. Para concluir: “No más presos inocentes. No a la represión de parte del gobierno al magisterio”.
Hermann Bellinghausen, La Jornada, 20 de abril.
Tzotziles y maestros marchan por la libertad de Patishtán
Chiapas, Derechos Humanos, Indígenas Medios México sábado, 20 de abril de 2013 0 comentarios
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