Tres de ellas se trasladaron de la ciudad de Puebla a Tenancingo en un auto “muy lujoso”, como el de todos los asistentes al evento político. Carmela ya no quiere abundar más sobre el tema, sólo obedece las órdenes de su “papi” y dice desconocer cuál es la profesión del candidato o a qué se dedica.
Teresa Ulloa Ziaurriz, directora regional de la Coalición Contra el Tráfico de Mujeres y Niñas para América Latina y el Caribe (CATWLAC, por sus siglas en inglés), asegura que solicitó ayer a la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO) y a la Fiscalía Especial para los Delitos de Violencia contra las Mujeres y Trata de Personas (Fevimtra), se investigue al candidato del PAN al gobierno de Tenancigo por sus presuntos vínculos con las redes de explotación sexual que operan en el Distrito Federal.
Mario Luis Fuentes, del Centro de Estudios e Investigación en Desarrollo y Asistencia Social (CEIDAS), afirma: “nos enfrentamos al rumor callado de que Arturo Romero Rojas está relacionado con redes de trata de personas”.
Concluye: “Todos los candidatos locales están relacionados a la trata de mujeres y niñas. Unos por tolerancia, otros por vinculación criminal y otros porque se volvió la manera de subsistencia”.
Rodolfo Casillas, investigador de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) y quien ha dedicado los últimos cinco años a la investigación del tema de trata de personas, cuestiona: “¿Quién se equivocó en la selección del candidato? ¿El Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del PAN? Seguramente, porque tiene que revisar el perfil de sus candidatos tanto a nivel nacional como estatal antes de dejarlos participar”.
En su opinión, la responsabilidad de elegir a los aspirantes es del CEN, del Comité Estatal y de su Comité Directivo Municipal. “No se vale que se echen la pelotita de que es una tarea que le tocaba al de enfrente”.
Proceso de selección de aspirantes
Sobre los señalamientos que relacionan al candidato Arturo Romero Rojas como parte de una red de explotación sexual de mujeres, Benjamín Ávila Márquez, dirigente estatal del PAN en Tlaxcala, responde: “Antes de registrar a nuestros candidatos les pedimos una carta de antecedentes no penales y que gocen de buena fama pública”.
Explica que la dirigencia estatal realiza, a través de una empresa externa, encuestas entre los ciudadanos para medir la aceptación que tiene de ellos la gente. “Les preguntamos si nuestros postulantes son bien vistos o mal vistos. De hecho, aunque les pedimos comprobantes sobre su experiencia profesional y pública, en lo que nos basamos para registrarlos es en que gocen de buena fama”.
Benajmín Ávila Márquez asegura en entrevista con EL UNIVERSAL:
“Otorgamos los registros a los candidatos bajo el esquema de buena fe de parte del partido”.
Sobre el caso de Romero Rojas dice que mientras no exista una denuncia judicial en su contra seguirá contando con el apoyo de ese instituto. “Pero si fuera el caso, el Comité Directivo Estatal actuaría conforme a derecho”.
“Los siete somos amigos”, dice José Carmen Rojas Jiménez, candidato del PRI, respecto de los otros contendientes por el gobierno de Tenancingo. “En lo personal soy amigo del candidato del PAN, fuimos juntos a la escuela y es un hombre profesional”, concluye.
Cobijados bajo el tejido social
Tenancingo, Tlaxcala, es un pueblo en el que buena parte de su población ha sobrevivido los últimos 50 años de la explotación sexual de mujeres y niñas. Esta comunidad, que apenas rebasa los 10 mil habitantes, figura en el plano internacional por su participación en las redes de trata de personas. Esta actividad se desarrolla como un negocio familiar. El Centro de Derechos Humanos, Fray Julián de Garcés, con sede en Tlaxcala, ha documentado que el oficio de lenón o padrote se ha transmitido de generación en generación.
Rodolfo Casillas comenta que el caso de Tenancingo es sólo una muestra de la falta de fiscalización de los partidos políticos sobre el origen y sustento de sus liderazgos. “La falta de formación de cuadros políticos que respondan a principios doctrinarios y de probada honestidad es reflejo de la crisis de los partidos políticos y de su responsabilidad a nivel municipal, estatal y nacional en la infiltración del crimen organizado. Sólo buscan a quien les garantice el triunfo electoral”, recalca el académico.
Para la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF), el municipio de Tenancingo es “semillero de lenones”. De las 90 averiguaciones previas que investiga la PGJDF por el tema de trata de persona, 21 corresponden a sujetos provenientes de esa comunidad y de otros dos pueblos circunvecinos.
Las víctimas, rescatadas en los operativos de la PGJDF, en la zona de La Merced y Buenavista en el Distrito Federal, identificaron a 18 de sus captores como “lenones de Tlaxcala”, específicamente, de Tenancingo.
Pueblo de contrastes
Las calles de Tenancingo, en el estado de Tlaxcala, no tienen pavimento, pero el polvo no oculta el color y las dimensiones de la prosperidad de algunos. Las grandes casonas expresan la opulencia de sus habitantes que viven con lujos que distan, incluso, de las capacidades financieras del ayuntamiento.
Si no fuera por su capacidad económica, los lenones o padrotes se fundirían con el resto de la población, pasarían desapercibidos, pero el dinero, la permanencia e inserción en su comunidad, los protege del mundo exterior.
Un agente federal que realiza tareas encubiertas en la comunidad describe a la comunidad de Tenancingo como un pueblo de contrastes. “Polvoriento, de escasos servicios pero tapizado de casas ostentosas. La gente de este lugar es muy desconfiada. La presencia de extraños causa alerta y molestia entre los habitantes. Con espejos, luces o chiflidos avisan a la comunidad que alguien de fuera anda husmeando”.
Así, en la celebración del carnaval los lenones no tienen un papel especial ni en la iglesia se les reserva un lugar privilegiado, pero todos saben quiénes son y conocen su autoridad simbólica y fáctica. Algunos, los más tradicionales y osados, llevan trajes blancos para distinguirse en las fiestas. Mientras el estilo hip hop, de capucha y gorra, es el atuendo preferido de jóvenes, quienes son expertos en enamorar y manipular a las mujeres para después explotarlas.
Gabriel, el ejemplo
Existen al menos tres modelos diferentes de explotación de las mujeres en Tenancingo, comenta Rodolfo Casillas, investigador de Flacso. Los dos primeros son el consanguíneo y el socializado, los cuales guardan una estrecha relación de negocios entre sí. El tercero es el modelo parásito que vive de la competencia desleal de los dos primeros. Éste es más reciente y guarda una relación de ilegalidad con los grupos ilegales más antiguos, lo cual genera un subgrupo en total descontrol, afirma el experto.
Al igual que los viejos oficios artesanales, el lenocinio comienza en línea consanguínea, de generación en generación. Luego pasa al entorno familiar ampliado: sobrinos, ahijados, primos. En el momento en que el círculo familiar es insuficiente para el crecimiento del negocio se invita a participar a amigos, vecinos, recomendados del pueblo y de otros lugares. Esta es la manera en que las redes criminales de trata de personas han logrado extenderse por el territorio mexicano y a otros países.
La creación de un tejido social que respalda el lenocinio como forma de sobrevivencia comunitaria se sustenta en factores culturales, económicos y sociales. La baja rentabilidad del campo mexicano, la subsistencia de una cultura tolerante a la explotación y violencia hacia las mujeres son factores señalados de manera recurrente por informes y expertos en la materia, dice Rodolfo Casillas, investigador de Flacso.
Gabriel es hijo de un padrote, como el mismo llama a su papá. Estudia el sexto grado de primaria en la comunidad y es señalado como el alumno más violento y conflictivo de su escuela.
La semana pasada, la humilde escuela a la que asiste Gabriel recibió la visita de un policía del estado que imparte pláticas sobre prevención del delito. El oficial les habló sobre el delito de lenocinio y sus repercusiones. Gabriel se levantó de su lugar y gritó a medio salón: “Mi papá es padrote y cuando yo crezca también voy a ser padrote porque se gana mucho más dinero que como policía y lo único que tienes que hacer es controlar a las viejas que trabajan para ti”.
El policía trató de convencer a Gabriel de los riesgos que trae consigo dedicarse a la trata y el adolescente contestó: “Mira, yo traigo 500 pesos para gastar en el recreo, ¿tú cuánto traes?”.
El oficial y el maestro guardaron silencio mientras en el salón de clases los alumnos se acusaban unos a otros de pertenecer a una familia de padrotes.
0 Responses to "Trata y política se unen en Tenancingo"
Publicar un comentario