En 2009 Cuba recibió el récord de 2 millones y medio de turistas

Valle de Viñales, Pinar del Río, 7 de junio. Contemplado desde el complejo Las Terrazas, una comunidad turística de desarrollo sustentable, este valle remite inevitablemente a la película Parque Jurásico, pero es más emocionante y real. Es una de las seis reservas mundiales de la biósfera existentes en Cuba, se ubica al pie de la cordillera de Guaniguanico y es la tierra del “mejor tabaco del mundo”.

Al observar los mogotes que sobresalen en lontananza desde este inmenso jardín verde esmeralda, la mirada se tiende al cielo a la espera de que aparezca uno de esos grandes reptiles voladores de la era de los dinosaurios con su pico de pelícano, ojos saltones, garras amenazantes y larga cola, pero la tranquilidad regresa cuando se sabe que en Cuba no hay animal que mate con su mordida, y menos que llegue de las alturas para atrapar a un turista mirón.

El complejo Las Terrazas sorprende por su ubicación y eficiencia. Esta fue una de las zonas más afectadas por el paso de los huracanes Gustav, Ike y Paloma, que azotaron la isla en 2008. Hoy luce impecable y refrenda porqué Pinar del Río es el “jardín de Cuba”.

Incluso bajo las mayores dificultades económicas creadas por el embargo estadunidense, el derrumbe de la Unión Soviética y de Europa oriental, en medio de la drástica austeridad impuesta por el periodo especial y, por si fuera poco, el paso de poderosas huracanes que en vez de ir de sur a norte han atravesado la isla de poniente a oriente y viceversa, Cuba ha desarrollado una infraestructura turística que le permitió incrementar 614 por ciento la recepción anual de visitantes en las últimas dos décadas.

Las cifras del Ministerio de Turismo son duras y elocuentes. En 1990 Cuba recibió 340 mil visitantes extranjeros. Por sexto año consecutivo, en 2009 llegaron más de 2 millones a la isla: 2 millones 429 mil. El número de turistas, sobre todo de Canadá y países de la Unión Europea, se multiplicó por siete, mientras mujeres y hombres brindan al visitante una hospitalidad de cinco estrellas sin igual.

La sonrisa del pueblo es cálida, blanca, sincera y sencilla en cualquiera de sus 14 provincias, como la flor nacional de Cuba, la mariposa. Seguramente fue uno de los factores que le permitieron alcanzar un crecimiento de 3.5 por ciento en el número de visitantes en 2009, “a pesar del incremento de la competencia en condiciones desventajosas, del difícil escenario en que nos desarrollamos y de no poder acceder a 50 por ciento del mercado turístico del Caribe”, dijo el ministro del ramo, Manuel Marrero Cruz.

El aumento en el número de visitantes se dio “cuando la crisis económica y financiera internacional puso a prueba la capacidad de resistencia del turismo mundial” y se resintió un decrecimiento global de 4.3 por ciento.

Ricardo Lamas, especialista del Ministerio de Relaciones Exteriores, comentó: “no hay rencores del pueblo cubano con el de Estados Unidos. Aquí vienen personas de todas las creencias y de todas las tendencias. Lo único que pedimos es que se respete nuestra cultura, nuestra manera de ser. Los pueblos son los que tienen la unidad histórica”.

En el trayecto por carretera hacia la finca San Vicente, donde se encuentra el Mural de la Prehistoria, Taimara Montoya resume lo dicho por el funcionario: “revolución es tratar y ser tratado como ser humano”. Mientras, Betsy Olivares hace gala de su vocación pedagógica y explica que en Cuba hay 85 especies de palma con 14 géneros, y que la palmera real con su tronco liso y sensual es el que predomina en la isla.

Pero no pierde el hilo central de la conversación. La cordillera de Guaniguanico fue una de las zonas más atrasadas en la época del capitalismo en Cuba, por lo cual la atención a la niñez ha sido prioridad permanente de la revolución. Betsy platica que en los tres grupos montañosos de la isla –guaniguanico, en el occidente; guamuaya, también conocido como Escambray, en el centro, y la Sierra Maestra en el oriente– se levantaron escuelas rurales y la educación llega a cualquier rincón donde haya niños.

“Hay escuelas en la Sierra Maestra donde la matrícula es de tres a cuatro niños; cada escuelita tiene su asta y un busto del héroe nacional, José Martí. Incluso, apunta, por aquí en la Sierra de los Órganos (en Pinar del Río) hay un lugar donde sólo hay un niño. Bueno –matiza–, no se construyó una escuela, pero ahí llegan los maestros y maestras, los libros y los cuadernos”.

Al fondo de un amplio pastizal se observa una monumental pintura realizada en tres partes en la escarpada ladera de una montaña. A la derecha un hombre, una mujer y un niño caminan desnudos sobre un fondo azul que contrasta con el verde de los arbustos que circundan el mural. La obra fue iniciada en 1959 durante una visita de Fidel Castro, acompañado de Celia Sánchez, y concluyó en 1965. Fue realizada por 11 campesinos de la región dirigidos por Leovigildo González, discípulo de Diego Rivera, según la explicación de Betsy.
Juan Antonio Zúñiga, La Jornada, 8 de junio.

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