Militares alteran escenas del crimen y usan drogas: CNDH

El uso de droga y alcohol y la alteración de la escena del crimen, son conductas sistemáticas entre los militares involucrados en violaciones a derechos humanos, principalmente relacionadas con homicidios de civiles, de acuerdo con reportes de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.

En los sucesos investigados por el organismo durante el gobierno calderonista, se han acreditado comportamientos extremos para “simular enfrentamientos o ataques”, como la “siembra” de droga en vehículos o el asesinato de algún compañero de armas para justificar la reacción.

El último de los casos fue el de los hermanos Martín y Brayan Almanza Salazar, de nueve y cinco años de edad, fallecidos el pasado 3 de abril, cuando viajaban en una camioneta junto a varios familiares, rumbo a la playa de Matamoros, Tamaulipas… Aunque la Sedena aseguró que fueron víctimas de un fuego cruzado entre fuerzas castrenses y sicarios, e incluso atribuyó las muertes al crimen organizado, la CNDH corroboró que el ataque fue ejecutado por elementos del Ejército.

También denunció que hubo intimidación a la familia de los niños con posterioridad al día de los hechos; que la Defensa negó copia de los exámenes toxicológicos de los involucrados y que los soldados alteraron las evidencias: según testimonios de testigos, se acomodaron dos autos junto a la camioneta embestida para simular un fuego cruzado; y de acuerdo a los estudios periciales, se realizaron disparos frontales en contra del vehículo de la familia Almanza cuando éste ya estaba desocupado.

Aunque legisladores del PAN y la Secretaría de Gobernación han dudado o negado estas acusaciones, los archivos de la CNDH demuestran que se trata de prácticas constantes de los militares. Los expedientes de mayor impacto son rescatados aquí por Crónica…



1 de junio de 2007, en la comunidad de “La Joya de los Martínez”, Sinaloa de Leyva. “Elementos del Ejército se encontraban acampando sobre la orilla de la carretera, ingiriendo bebidas alcohólicas; dos de ellos se encontraban en estado de embriaguez y, probablemente, bajo los efectos de alguna droga; con sus armas abrieron fuego contra una camioneta que circulaba por el camino, y en la cual se transportaban ocho integrantes de la familia Esparza Galaviz: murieron un adulto y dos menores…

Los militares colocaron sobre la camioneta atacada costales de mariguana en descomposición y dieron muerte a uno de los soldados, cuyo cuerpo habría sido acomodado en el lugar del suceso, para cambiar la versión de los hechos y señalar que los tripulantes civiles agredieron y mataron a éste último”.

7 de junio de 2007, en las faldas del cerro de La Lesna, Sonora, en la frontera con Estados Unidos. “El señor José Fausto Gálvez estaba con unos amigos… Llegó ahí personal de la 40 Zona Militar y los encañonaron preguntando quién era su jefe y en dónde se encontraba la mariguana y que si no los iban a madrear y a matar… Ellos explicaron que esperaban a un ‘pollero’ que los pasaría a la ciudad de Phoenix, pero los soldados respondieron con patadas… Uno de los militares agarró de los cabellos a don José y ordenó a uno que le decían cabo Martínez: sube a este cabrón al carro y ahí va a cantar, en ese momento los militares dispararon sus armas a un lado de las cabezas de los retenidos… Un oficial le propinó un puñetazo en la boca y pidió le vendaran los ojos para arrastrarlo por el suelo y fue cuando le metieron a la boca un tubo y lo obligaron a beber alcohol con el propósito de ahogarlo, mientras le metían en las uñas de manos y pies unos pedazos de madera… Lo abandonaron ahí y fue rescatado un día después. Se logró verificar que uno de los soldados estaba alcoholizado”.

11 de enero de 2008, Huetamo, Michoacán. “Elementos adscritos al Doceavo Batallón de Infantería abrieron fuego contra una camioneta que circulaba por la calle Calzontzin, y en la cual se transportaban dos personas: Víctor Alfonso de la Paz Ortega y Juan Carlos Peñaloza García, de 17 y 19 años de edad… El primero perdió la vida… La Sedena informó que los jóvenes agredieron a los militares y entonces el soldado José Francisco Padilla, en defensa de su vida y la de sus compañeros, realizó un disparo de advertencia y al no observar ningún cambio por parte del conductor de la camioneta, se vio en la necesidad de efectuar dos disparos hacia los neumáticos del automóvil del agresor, pero debido a la oscuridad, éstos causaron la muerte del menor. Sin embargo, se comprobó que ninguno de los civiles portaba armas de fuego. Durante la investigación, se giraron diversas solicitudes de información a la autoridad, pero fueron negadas”.

16 de febrero de 2008, Reynosa, Tamaulipas. “Al intentar detener la marcha de un vehículo, un grupo de soldados accionaron sus armas, causando la muerte del señor Sergio Meza Varela y lesiones a José Antonio Barbosa… La Secretaría de la Defensa Nacional argumentó que se repelió una agresión, pero el Ministerio Público no localizó armas dentro del coche; el resultado fue negativo a la prueba de rodizonato de sodio en ambas manos de Sergio… Los efectivos denunciaron ante la PGR que su vehículo militar tenía un impacto de arma de fuego, pero la Coordinación de Servicios Periciales de la CNDH concluyó que dicho impacto no tenía relación con los hechos. La Dirección General de Derechos Humanos de la Defensa incurrió en acciones dilatorias para el envío de la información y, en algunos casos, la negó”.

26 de marzo de 2008, comunidad de “Santiago de los Caballeros”, municipio de Badiraguato, Sinaloa. “Militares dispararon contra el vehículo Hummer H2 que tripulaban Zenón, Manuel, Miguel e Irineo Medina, Edgar Araujo y Ernesto Madrid… Murieron cuatro de los viajantes y uno resultó herido… Los vecinos del poblado informaron que los militares se encontraban borrachos debido a que habían estado tomando. El teniente de infantería Víctor Ruiz Martínez refirió que escuchó que alguien del personal a su cargo gritó ‘…ya no disparen, nos estamos dando entre nosotros mismos…’; por su parte, el soldado Jorge Jiménez Castañeda refirió que impactó a algunos de sus compañeros sin poder precisar a quiénes. El MP refirió que los que agredieron fueron los militares y no al revés, como señaló la Sedena en su denuncia… Se confirmó que uno de los soldados que dispararon estaba drogado”.
Daniel Blancas Madrigal, La Crónica, 21 de junio.

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