“Hemos saludado al gobierno electo de Colombia, pero también hemos recurrido a lo que dice la sagrada Biblia: por sus frutos los conoceréis”, expresó Chávez durante la sesión de clausura de la décima reunión cumbre de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba), celebrada jueves y viernes en esta localidad ecuatoriana, ubicada 60 kilómetros al norte de Quito.
Los dos hechos a los que se refirió Chávez están directamente relacionados con el periodo en que Santos –ganador de los comicios del 20 de junio pasado– fue ministro de Defensa del presidente saliente Álvaro Uribe, cuyo periodo termina el 7 de agosto.
En el bombardeo de hace dos años murió uno de los líderes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Raúl Reyes. Año y medio después, Bogotá y Washington pactaron el uso compartido de siete cuarteles colombianos, en sustitución de la base militar estadunidense de Manta, en Ecuador, cerrada en 2009 tras que el presidente ecuatoriano Rafael Correa decidió no renovar ese acuerdo con los gobiernos conservadores.
“Nosotros estamos evaluando. Habrá que ver si es verdad que el nuevo gobierno de Colombia viene a recuperar las sendas del respeto entre nosotros, habrá que esperar los hechos”, dijo Chávez en referencia al descontento provocado en casi todos los gobiernos de Sudamérica por el convenio militar colombiano-estadunidense.
El mandatario fue más lejos acerca del tema militar al expresar su deseo de que Santos no reivindique lo que se conoce “en la Casa de Nariño (sede de la Presidencia en Colombia) como la doctrina del ataque preventivo”, según un despacho de la emisora Telesur.
Además de Chávez, Correa y el presidente de Bolivia, Evo Morales, hablaron en la cumbre centrada en los esfuerzos de integración de la población indígena y afroamericana. Sin embargo, fue el venezolano quien destacó el papel de Estados Unidos y Colombia en los esfuerzos por contrarrestar la fuerza del movimiento socialista a escala regional.
Bogotá, acotó Chávez, “se convirtió en un peón del imperialismo” para tratar de provocar “una guerra entre nosotros y dividirnos”. El imperio, “seguirá desplegando toda su fuerza, utilizando a las burguesías de cada país para tratar de dividirnos. Nosotros tenemos que usar toda nuestra fuerza, conciencia e inteligencia para continuar uniéndonos”, agregó.
“No permitamos a nadie que se preste al juego imperial para retardar la unidad, la Alba tiene que seguir dando ejemplo y construirse al calor de los pueblos indígenas, afrodescendientes, campesinos, soldados, que también somos pueblo”, dijo el mandatario, formado en las fuerzas armadas de su país.
Morales y Correa aprovecharon el foro de la Alba para denunciar una presunta intromisión estadunidense en asuntos internos de sus países, por la vía de la Agencia Internacional para el Desarrollo de Estados Unidos (AID), en el caso de Bolivia, y de organizaciones no gubernamentales (ONG), por lo que respecta a Ecuador.
De forma paralela a la reunión de la Alba –a la que también acudieron delegados de los otros integrantes del bloque, Cuba, Dominica, Nicaragua, Antigua y Barbuda, San Vicente y las Granadinas–, miembros de la Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador realizaron una manifestación en la que gritaron consignas de protesta contra el gobierno de Correa, a quien acusaron de “falso socialista”. Esta agrupación participó en las protestas que llevaron al derrocamiento de los presidentes Abdalá Bucaram en 1997 y Jamil Mahuad en 2000.
Correa, que ha tratado de fortalecer la explotación de recursos petroleros en Ecuador y mejorar los ingresos del gobierno, dijo en la sesión que las manifestaciones son resultado de la manipulación de “gringuitos que ahora vienen en forma de grupitos en ONG... A otros con ese cuento. Esta gente ya tiene la pancita bien llena”.
Correa dijo que los indígenas “están siendo instrumentalizados por quienes quieren desestabilizar al gobierno de la revolución ciudadana. Tenemos que estar claros: el enemigo no es el gobierno ni el Estado... Aprovechemos los recursos para salir de la pobreza”.
Morales, cuyo gobierno ha criticado en los últimos días las “actividades conspirativas” de los funcionarios estadunidenses de la AID en Bolivia, advirtió hoy que “si el señor (Barack) Obama y su canciller, la señora (Hillary) Clinton, no frenan esas maniobras, no me va temblar la mano para expulsarla”, como ocurrió con el embajador Philip Goldberg en septiembre de 2008, acusado de conspirar al lado de la oposición derechista de la región de Santa Cruz.
Horas antes, en La Paz, el vicepresidente boliviano, Álvaro García Linera, dijo que cualquier ayuda a Bolivia debe ser “de Estado a Estado” y sostuvo que la USAID, con 100 millones de dólares a diversos programas, realiza una labor de penetración por medio de las ONG. Del total del financiamiento, precisó, “20 millones es técnico y el resto para sus amigotes, para su clientela política”, patrocinando cursos, publicaciones y grupos que promueven conflictos.
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