El que venció al Mundial y a la lluvia

Juan Manuel Santos, del partido de La U, arrasó y es el nuevo presidente de Colombia. Ni el Mundial de futbol ni la copiosa lluvia de la jornada impidieron que el delfín de Álvaro Uribe llegue en agosto a la Casa de Nariño con la mayor votación registrada en el país por un candidato: 8’992,021 votos.

Todo parece que el 3x3 —tres votos de seguidores, tres de abstencionistas y tres de la oposición— que propuso Mockus para vencer a Santos fue adoptado por sus contendientes. Sin embargo, no se puede desconocer el logro de los verdes, que arrancaron de cero y tendrán en sus manos el liderazgo de la oposición. Una oposición que será débil porque sólo ellos y el Polo Democrático no se subieron al autobús de los ganadores.

Santos no tendrá un gobierno fácil. Desde la óptica de los seguidores de Álvaro Uribe, será difícil igualar sus niveles de popularidad que oscilaron entre 65 y 70%, y se dispararon aún más en momentos claves como la Operación Jaque, cuando en 2008 fueron liberados quince secuestrados en poder de la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), entre ellos la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt. En esa época el mandatario electo era ministro de Defensa de Uribe, un dato que de seguro jugará ahora a su favor.

Desde la óptica de los detractores de Uribe, la misión de Santos será demostrar que pese a salir de las filas uribistas, está en capacidad de combatir males como la corrupción administrativa, la infiltración de paramilitares en el Congreso (los llamados parapolíticos), el escándalo por las escuchas ilegales a magistrados, opositores y periodistas por parte del DAS (Departamento Administrativo de Seguridad, adscrito a la presidencia) y los llamados “falsos positivos” de las Fuerzas Armadas (civiles presentados como ilegales muertos en combate).

Buena parte de la popularidad de Santos radica en que representa la continuidad de la bandera de Uribe: la política de Seguridad Democrática. La misma que, con críticas o no, permitió que las tres elecciones realizadas este año (legislativas del 14 de marzo; primera ronda presidencial el 30 de mayo, y la segunda ronda ayer) fueran las más tranquilas en cuatro décadas, pese a la muerte de once policías y militares.

Según el ministerio del Interior, en 1998 cuando Andrés Pastrana ganó en segunda vuelta el poder, hubo 65 ataques de la guerrilla, frente a cuatro esta vez.

En lo político, Santos deberá demostrar que su gobierno de Unidad Nacional no fue una estrategia para intercambiar cargos a cambio de votos de los partidos derrotados, como denunció la oposición.

Su oferta es adoptar las propuestas de gobierno de los partidos derrotados y hacer una coalición con los partidos Conservador y Cambio Radical —que adhirieron a su campaña— y un sector mayoritario del Partido Liberal. El primer “pulso” se dará el 20 de julio, cuando asuma el nuevo Congreso y comience la disputa por las mesas directivas.

En política exterior, su gran reto alude a Venezuela, país con el que están rotas las relaciones desde marzo de 2008 cuando Santos, en calidad de ministro de Defensa, autorizó la Operación Fénix en la que el ejército cruzó la frontera con Ecuador y mató a Raúl Reyes, vocero internacional de las FARC, que se escondía en una base vecina.

Por esa operación, Santos enfrenta un proceso penal en Ecuador. Pero los analistas confían en la distensión registrada en los últimos meses entre el presidente Uribe y su par de Ecuador, Rafael Correa, interesado este último en deslindarse de las fricciones entre Bogotá y Caracas.

En cuanto a la relación de Santos con Estados Unidos ésta es inmejorable, si bien el presidente electo sabe que los recursos del Plan Colombia seguirán disminuyendo tal y como se había estipulado desde el inicio de dicha estrategia, a comienzos de 1998. Pero su reto será sacar adelante el controvertido TLC, que los demócratas de Barack Obama no quieren ni siquiera discutir en el Congreso.

Analistas en Bogotá coinciden en que México será uno de los grandes aliados del gobierno de Santos en el continente para su lucha contra el narcotráfico. Es más, como ministro de Defensa, Santos firmó varios acuerdos de cooperación con México que comprenden la capacitación a los policías en la lucha contra el secuestro.

A partir del 7 de agosto, Juan Manuel Santos será el guardián del legado de Uribe, “la gallina doña Rumbo y sus tres huevos”, como se dice en Colombia: “la seguridad democrática, la confianza inversionista y la cohesión social”.

Clara Isabel Vélez Rincón. Medellín, Milenio, 21 de junio.

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