Caracas, 1º de octubre. La sola presencia de Henrique Capriles, un candidato competitivo, es un logro para la oposición venezolana, que ya había tratado de tumbar al presidente Hugo Chávez mediante un golpe de Estado, en 2002 (no hay que olvidar que el mismo Chávez llegó a la escena nacional venezolana mediante un golpe fracasado, en 1992), un paro petrolero (2002-2003) y un referendo revocatorio en 2004 (que el actual presidente ganó con 59.06 por ciento de los votos contra 40.64 a favor de que dejara el poder).
Una vez ratificado en la presidencia, en los comicios presidenciales de 2006, Chávez venció con 63 por ciento de los votos a Manuel Rosales, un político tradicional que gobernaba el estado de Zulia (y obtuvo 36.85 de los sufragios).
De ese triunfo al arranque de este proceso electoral mucho parece haber cambiado a orillas del Arauca vibrador. El año pasado, por ejemplo, las encuestadoras reportaban una disminución sensible en la popularidad de Chávez: un respaldo de 50 por ciento contra 70 en la víspera de la elección contra Rosales.
Un año antes, en 2010, el chavismo venció en las elecciones parlamentarias, pero, además de no obtener la mayoría calificada de dos tercios, su triunfo estuvo fincado en una polémica redistritación del país, que dio al Partido Socialista Unificado de Venezuela (PSUV) y sus aliados 98 escaños y a la oposición en conjunto sólo 65, pese a que la votación obtenida por los primeros fue de 48.13 por ciento contra 47.22 de la segunda (dicho de otro modo, menos de un punto de diferencia, pero 33 diputados más).
Los analistas de oposición piensan que no hay ninguna razón para que de entonces a la fecha –y la fecha es la elección de este domingo 7 de octubre– el chavismo haya recuperado terreno. Y agregan el ingrediente que más presumen en estos días: la variopinta oposición venezolana logró llegar unida a los comicios y con un aspirante carismático y joven.
La prensa opositora destaca cada que puede, y eso es siempre, que Chávez ha hecho campaña a bordo de vehículos descubiertos y que sus movimientos son los menos posibles, mientras Capriles brinca como gamo de un lado a otro.
Unidad, juventud y salud se añaden a una condición que el candidato Capriles se encarga de recordar este mediodía, en un encuentro con la prensa extranjera: Está ante ustedes una persona que nunca ha perdido una elección
.
Capriles, en efecto, fue diputado y alcalde del municipio de Baruta, una zona acomodada de la Gran Caracas. Eso no cuenta, se dirá, porque las clases medias y los ricachones siempre han sido antichavistas. Pero el caso es que en 2008 Capriles derrotó en las urnas a Diosdado Cabello, gobernador del estado de Miranda y número dos del chavismo (o tres o cuatro, según el ala del chavismo con la cual se haga la consulta).
Cabello, uno de los acompañantes de Chávez en el fallido golpe de Estado de 1992 en contra de Carlos Andrés Pérez, sigue siendo, pese a esa derrota, uno de los hombres del presidente, y en estos días forma parte del Comando Carabobo, como se llama al equipo de campaña de Chávez (la oposición bautizó al suyo, pese a su rechazo a la jerga militarista
del presidente, como Comando Venezuela).
En todo caso, Capriles presume un punto en el cual no aventaja a su contendiente: desde 1998, el chavismo sólo ha sido derrotado una vez, en 2007, pero se jugaba una reforma constitucional y Chávez no era candidato.
O sea, como candidatos individuales, para cualquiera sería la primera derrota.
El esprint y el llano
Los dos invencibles arrancan hoy con el esprint, porque las campañas concluyen la medianoche del jueves.
Hugo Chávez va a su tierra y tiene un recibimiento apoteósico, según reportan los medios locales. En Sabaneta, lugar que lo vio nacer, se lanza contra Capriles y esos grandes empresarios que están aportando mucho dinero a su campaña y desde el exterior también, los banqueros prófugos, unas mafias, lavado de dinero, narcotráfico
.
Y mientras Chávez exhibe su alma llanera, Capriles llega una hora tarde a su encuentro con la prensa extranjera. Nadie parece desesperarse, quizá porque los reporteros que viajaron desde Japón no han superado el jet lagy porque los corresponsales están acostumbrados a esperar durante horas a Chávez.
El saludo es casual y el hombre se planta solo en el escenario. Varias decenas de periodistas venidos de todo el mundo dan cuenta del interés que despierta una elección, acaso por la casualidad de que el país que va a las urnas posee la quinta parte de las reservas mundiales de petróleo.
El candidato calza tenis y viste una camisa de corte y color propios de un odontólogo infantil. ¿Cuántas preguntas hay, a qué hora nos vamos?
, arranca, para enseguida empezar a responder larga y pausadamente, aunque ha prometido ser breve.
De la paz planetaria a la paz en el barrio
Capriles, de 40 años, habla de su campaña: Grandiosa, heroica
, dice. De Chávez, a quien nunca llama presidente, sino candidato de la relección
, expresa que ahora se quiere vestir de corderito
.
Por ahí le preguntan sobre nuevas acusaciones vertidas desde el chavismo y dice que no responderá a programas que son basura. Pero responde: Me han llamado hasta nazi
, dice, y vuelve a contar una historia muchas veces contada, según colegas venezolanos. La historia de sus bisabuelos muertos en campos de concentración y otra, personal y truculenta, de su abuela sobreviviente que murió creyendo que estaba de nuevo en manos de los nazis.Sólo admitía mi protección
.
Abundan las preguntas sobre la relación de Venezuela con el mundo y en particular con América Latina. Capriles vuelve a sacar la lista deregalos
que el gobierno de Chávez ha dado a muchos países del continente y promete: No vamos a regalar los recursos de los venezolanos
.
Menciona, por ejemplo, la donación a una escuela en la India y apoyos para cintas del actor Danny Glover y el director Oliver Stone: Claro, Stone ama al candidato del gobierno. Como dicen: chequera mata galán
.
Soltero como Chávez, Capriles recibe peticiones de matrimonio adonde quiera que va. En la concentración del domingo pasado, por ejemplo, decenas de mujeres portaban playeras con la leyenda: Flaco, aquí está tu primera dama
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Capriles vuelve siempre a Venezuela, así le pregunten de Irán, Rusia, Cuba o China. Dice generalidades sobre mejorar las relaciones con todos los países y luego se burla del programa electoral de Chávez, que en algún punto habla de la paz mundial. Él plantea la paz planetaria, yo la paz en Catia (un barrio popular de Caracas)
.
A pesar de que los últimos datos de las encuestadoras serias dan a Chávez ventajas que rondan los diez puntos, Capriles dice tener conocimiento de que esas mismas casas demoscópicas hicieron estudios que ya no publicaron y que lo empatan con el presidente. Y más: No creo que éste va a ser cerrado. Creo que podemos ganar por más de un millón de votos... A este gobierno no lo salva nadie de tener que reconocer su derrota
.
Arturo Cano, La Jornada, 2 de octubre.
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