Dificulta narco paz colombiana

OSLO.- La lucha contra el narcotráfico, uno de los puntos de la negociación entre el Gobierno colombiano y las FARC, debe contemplar una despenalización internacional, o al menos regional, y quizás considerar nuevas estrategias, como incluir a la guerrilla en el combate, estiman analistas.

La búsqueda de una "solución" al problema de las drogas es uno de los cinco objetivos que se han fijado el Gobierno del Presidente Juan Manuel Santos y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en el proceso de paz que se disponen a lanzar a partir de hoy en Noruega.

La tarea es titánica y muy compleja, según los expertos. Para empezar no se limita al interior de sus fronteras.

"Lo que más beneficiaría al proceso colombiano sería encontrar una solución regional, que incluyera a Estados Unidos; también lo favorecería bastante una despenalización del consumo", dijo Benedicte Bull, investigadora noruega del Centro para el Desarrollo y el Medio Ambiente.

Esto coincide con los planes de Santos, quien, al igual que México y Guatemala, pidió en septiembre en la ONU una nueva estrategia global antidrogas.

En abril, la Organización de Estados Americanos ya había encargado un estudio para plantear alternativas a la llamada guerra contra las drogas, la cual ha dejado miles de muertos.

Y es que el narcotráfico trae consigo violencia, crimen organizado y corrupción.

Colombia lo ha sufrido en carne propia: es el mayor productor de cocaína del mundo, junto con Perú, según la ONU.

De hecho, afirman los analistas, la guerrilla se financia en parte con el cobro de impuestos a los cultivadores de coca, pero no es el único grupo implicado en esto.

"Si bien las FARC siempre aparecen como el gran actor involucrado en la producción y comercialización primaria de drogas ilícitas, hay muchos otros que están en el negocio", afirmó Saúl Mauricio Rodríguez Hernández, historiador de la Universidad Nacional de Colombia.

El también experto en relaciones militares cita al crimen organizado y a las bandas emergentes que se hicieron con el control de las actividades criminales dejadas por paramilitares y algunos narcotraficantes.

Por eso, aunque las FARC depongan las armas, el negocio no terminaría, explica.

"(Es más, cabe) el riesgo de que se atomice y la producción caiga en pequeños carteles o mafias, que terminen siendo incontrolables", indica.

Rodríguez Hernández considera, por lo tanto, que la estrategia es tratar de involucrar a las FARC con la posible lucha contra el narcotráfico, aunque sería un paliativo menor, porque cualquier táctica, incluyendo la erradicación de cultivos, "debe ir de la mano de un dialogo internacional sobre la despenalización de las drogas fuertes".

Jesús Alberto Ruiz Mora, consultor de la Red de Seguridad y Defensa de América Latina, tiene sus reservas.

"De implementarse una estrategia de despenalización o regulación del consumo, se estaría legitimando, directa o indirectamente, una 'cultura de dinero fácil' en la sociedad", sostiene.

En cualquier caso, añade, el Estado debe plantear una respuesta estructural.

 
AFP
 
 
 
¿Guerrilla debilitada?

 
Las FARC, autoras de numerosos secuestros y atentados, han visto reducir sus filas en los últimos años.

 
 
48 años de vida tienen las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

9,200 miembros, se estima, tienen actualmente las FARC. En los 90 contaban con 20 mil.

600,000 personas han muerto en 50 años en Colombia a manos de diversos grupos armados.

Reforma, 18 de octubre.

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