Santos-Mockus: en la recta final

Si las encuestas no fallan esta vez como el 30 de mayo pasado, Juan Manuel Santos, candidato del partido de La U, arrasará en las urnas y se convertirá en el sucesor de Álvaro Uribe, el presidente más popular qeu ha tenido Colombia en los últimos 50 años.

Los números no mienten y eso lo sabe de sobra su oponente, el candidato del Partido Verde, Antanas Mockus, un reconocido matemático que fue rector de la Universidad Nacional y alcalde de Bogotá en dos ocasiones.

Para él, su meta es contrarrestar los 6,758,417 de votos que tuvo Santos en la primera ronda y por eso piensa triplicar los 3,120,467 alcanzados con un sistema de 3x3 que consiste en que cada uno de sus seguidores busque tres votos de simpatizantes verdes, tres de abstencionistas y tres de seguidores de partidos derrotados el 30 de mayo.

Pero si quedaba alguna duda matemática, la Operación Camaleón realizada por el ejército y que permitió el rescate del general de la policía, Luis Mendieta; los coroneles Enrique Murillo y William Donato; y el sargento Arbey Delgado, luego de casi 12 años de cautiverio en poder de la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), se convirtió en la cereza en el pastel para la campaña de Santos.

Y es que como ministro de Defensa del gobierno del presidente Uribe, Santos estuvo a cargo de la Operación Jaque, que permitió la liberación de la ex candidata presidencial Íngrid Betancourt, tres contratistas estadunidenses y once militares.

Con la Operación Camaleón, el tema de la política de Seguridad Democrática —bandera de Uribe que Santos se compromete a conservar— cobra más fuerza.

Eso, sin contar el efecto de los horrores del secuestro narrados por los liberados que aumentan el rechazo contra las FARC, una guerrilla con la que tanto Santos como Mockus prometen no negociar en un tema como el canje de 19 militares y policías secuestrados.

La última encuesta de popularidad realizada hace una semana por la firma Gallup mostró que Santos lograría 66.5 por ciento de los votos frente a 27.4 por ciento de Mockus, cifras que no se pensaron en los previos de la primera vuelta.

El cambio puede tener dos razones: la afición de los colombianos de “subirnos” al autobús de los ganadores y el débil discurso de Mockus.

En este punto, el mismo Mockus se calificó como “jefe del departamento de autogoles del Partido Verde”, un cargo en el que se ratificó el jueves pasado en el último debate televisado donde no supo contestar una pregunta sobre la forma en que deberían ser juzgados los congresistas, pues la Constitución establece que la Corte Suprema de Justicia es la encargada y no hay posibilidad de apelación.

Para sus seguidores el “paso” pronunciado por Mockus para abstenerse de contestar es una muestra más de su honestidad. “Yo no tengo que saber de todo”, ha explicado en varias ocasiones. El “paso” fue aprovechado por Santos para recordarle que un presidente debe tener un conocimiento general sobre las situaciones que le permita emitir opiniones.

La propaganda negra ha sido el otro punto de enfrentamiento. Mockus, quien ha optado por un discurso más agresivo desde la primera vuelta, ha cuestionado rumores que afirman que él acabaría con entidades oficiales como el Sena (Servicio Nacional de Aprendizaje) y el ICBF (Instituto Colombiano de Bienestar Familiar).

Santos, visiblemente enojado, respondió que si alguien de su campaña era el responsable lo retiraría.

Pero si a Mockus se le atribuye su intención de acabar con dos entidades estatales que favorecen a clases necesitadas, a Santos se le cuestiona por el presunto favorecimiento del gobierno a su campaña. Al punto que se denunció la presión a beneficiarios del programa de subsidios estatales Familias en Acción para que asistieran a reuniones políticas del candidato de La U. Un tema que es investigado por la Procuraduría.

Sin embargo, la mayor polémica la ha generado el presidente Uribe quien en sus entrevistas a emisoras regionales y en algunos de sus discursos, habla de la “gallinita Rumbo”, que no sabe quién empollará los “huevos de la seguridad democrática y la confianza inversionista”. Una afirmación que ha sido considerada como una abierta participación en política a favor de Santos.

Esto llevó a que durante esta semana, la atención se volcara de los dos candidatos presidenciales a Uribe y su pelea con el ex mandatario y ex secretario general de la OEA, César Gaviria, por el tema del apoyo a Santos.

Gaviria, del partido Liberal, anunció a través de un comunicado su apoyo al aspirante de La U, pero le pidió marcar distancias de la gestión de Uribe. El actual presidente, no dudó en llamarlo “oportunista” en un enfrentamiento que se trasladó a Twitter. La pelea llegó al punto en el que se habla de una llamada telefónica en la que Uribe le dijo a Gaviria “sinvergüenza” y éste revirándole con un “su gobierno es un asco” para luego, colgarle el teléfono.

Los chismes, sobre la discusión trataron de ser apaciguados. Será mañana que los verdaderos problemas del país sean los que cuenten a la hora de decidir: el futuro de cerca de tres millones de desplazados internos, la forma de revertir la tasa de 12.2 por ciento de desempleo, la activación de 1.4 millones de procesos judiciales estancados, el esclarecimiento de las interceptaciones y seguimientos a magistrados, políticos y líderes de izquierda realizado por el DAS (Departamento Administrativo de Seguridad) y si con el nuevo gobierno cesarán los roces con la rama judicial.

Clara Isabel Vélez Rincón/Medellín, Milenio, 19 de junio.

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