BOGOTÁ.- Un día después de que el Gobierno confirmó la muerte en un bombardeo del "Mono Jojoy", jefe militar de las rebeldes Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), considerado el mayor golpe a la guerrilla en sus 46 años de historia, ésta se apresuró a descartar una rendición.
Esta postura refuerza el temor de expertos a que la guerrilla, pese a atravesar el peor momento político y militar de su historia -o precisamente por eso-, no toque la puerta del diálogo, pues no le convendría negociar desde una posición de debilidad.
En lo inmediato, prevén, el repliegue táctico de la guerrilla se acentuará con la esperanza de recomponer sus fuerzas bajo el mando de su jefe máximo, "Alfonso Cano", quien, pese a su falta de carisma, ha construido nuevos escenarios de guerra en la Cordillera Central y las fronteras.
"Las FARC ya están en ese repliegue táctico de tiempo atrás, a la defensiva y veo difícil que el Gobierno les dé aire para retomar la ofensiva. Van a seguir intentando reestructurarse, aunque muy incomunicados", dijo a REFORMA el experto Mauricio Romero, director del Observatorio del Conflicto Armado.
Los nuevos escenarios de guerra, aclaran, no son signo de fortalecimiento, sino de debilidad.
"Hay un traslado del eje de la confrontación de las FARC hacia el suroccidente del país, pero esto evidencia el debilitamiento estratégico de la guerrilla, que ha tenido que abandonar zonas de mayor importancia política, militar y económica. Estos cambios no evidencian recuperación, sino debilitamiento", acotó el experto en seguridad Alfredo Rangel.
Prima la desconfianza
Los sucesivos golpes a la estructura central de mando de los insurgentes colombianos en teoría debería acercarlos a un diálogo, pero es tal la desconfianza que prima entre el Gobierno y la guerrilla, que ninguna de las partes quiere ceder.
El Gobierno insiste en que la guerrilla debe enviar claras señales de paz como condición para un diálogo, lo que incluye renunciar al terrorismo, al secuestro como arma política y al reclutamiento forzado de menores, mientras que la guerrilla insiste en que esos temas deben ser parte de la negociación.
"Las FARC tienen claro desde hace tiempo que están en un deterioro irreversible. La pregunta es si es suficiente tenerlo claro para que tomen una decisión de fondo. Yo soy un poco escéptica", planteó la ex Ministra de Defensa Marta Lucía Ramírez.
"Aunque insisten en la necesidad de un diálogo, los últimos mensajes mantenían el tono arrogante de creer que pueden poner condiciones al Estado", añadió.
Dada la obstinación de las FARC por persistir en la lucha armada, advierten, es posible que el resquebrajamiento y descontrol de sus estructuras se traduzca en una atomización que equivalga a la derrota militar, pero sin que la guerrilla jamás la acepte oficialmente.
Pese al escepticismo reinante, los expertos albergan la esperanza de que la guerrilla caiga en cuenta de la inviabilidad de su lucha armada para que finalmente entable un diálogo de paz.
"Rendirse es algo muy difícil. Para los mandos altos y medios de las FARC no hay una política clara: el Gobierno les ofrece rendición o muerte", anotó Romero.
Octavio PIneda corresponsal, Reforma, 29 de septiembre.
Esta postura refuerza el temor de expertos a que la guerrilla, pese a atravesar el peor momento político y militar de su historia -o precisamente por eso-, no toque la puerta del diálogo, pues no le convendría negociar desde una posición de debilidad.
En lo inmediato, prevén, el repliegue táctico de la guerrilla se acentuará con la esperanza de recomponer sus fuerzas bajo el mando de su jefe máximo, "Alfonso Cano", quien, pese a su falta de carisma, ha construido nuevos escenarios de guerra en la Cordillera Central y las fronteras.
"Las FARC ya están en ese repliegue táctico de tiempo atrás, a la defensiva y veo difícil que el Gobierno les dé aire para retomar la ofensiva. Van a seguir intentando reestructurarse, aunque muy incomunicados", dijo a REFORMA el experto Mauricio Romero, director del Observatorio del Conflicto Armado.
Los nuevos escenarios de guerra, aclaran, no son signo de fortalecimiento, sino de debilidad.
"Hay un traslado del eje de la confrontación de las FARC hacia el suroccidente del país, pero esto evidencia el debilitamiento estratégico de la guerrilla, que ha tenido que abandonar zonas de mayor importancia política, militar y económica. Estos cambios no evidencian recuperación, sino debilitamiento", acotó el experto en seguridad Alfredo Rangel.
Prima la desconfianza
Los sucesivos golpes a la estructura central de mando de los insurgentes colombianos en teoría debería acercarlos a un diálogo, pero es tal la desconfianza que prima entre el Gobierno y la guerrilla, que ninguna de las partes quiere ceder.
El Gobierno insiste en que la guerrilla debe enviar claras señales de paz como condición para un diálogo, lo que incluye renunciar al terrorismo, al secuestro como arma política y al reclutamiento forzado de menores, mientras que la guerrilla insiste en que esos temas deben ser parte de la negociación.
"Las FARC tienen claro desde hace tiempo que están en un deterioro irreversible. La pregunta es si es suficiente tenerlo claro para que tomen una decisión de fondo. Yo soy un poco escéptica", planteó la ex Ministra de Defensa Marta Lucía Ramírez.
"Aunque insisten en la necesidad de un diálogo, los últimos mensajes mantenían el tono arrogante de creer que pueden poner condiciones al Estado", añadió.
Dada la obstinación de las FARC por persistir en la lucha armada, advierten, es posible que el resquebrajamiento y descontrol de sus estructuras se traduzca en una atomización que equivalga a la derrota militar, pero sin que la guerrilla jamás la acepte oficialmente.
Pese al escepticismo reinante, los expertos albergan la esperanza de que la guerrilla caiga en cuenta de la inviabilidad de su lucha armada para que finalmente entable un diálogo de paz.
"Rendirse es algo muy difícil. Para los mandos altos y medios de las FARC no hay una política clara: el Gobierno les ofrece rendición o muerte", anotó Romero.
Octavio PIneda corresponsal, Reforma, 29 de septiembre.
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