Capriles, el sueño de la infancia


CARACAS.— Muchos consideraban que era un pecado de juventud, el andar diciendo por los pasillos del Congreso, con tan sólo 26 años, que “algún día seré presidente”.
Desde la infancia, Henrique Capriles Radonski, soñaba con ello. Pero en el Congreso no era uno más. Era el presidente de la Cámara de Diputados que se aprestaba a desaparecer la nueva Constitución y el presidente era Hugo Chávez.
Hoy, el líder más joven que ha tenido la Cámara Baja buscará convertirse en el presidente más joven en la historia del país.
Con 40 años, este abogado, especializado en Ciencias Políticas en la Universidad de Columbia, ha encarado esta campaña como el nadador aficionado que es en sus ratos libres: midiendo el aire y sus fuerzas a medida que avanzaba, y cerrando con todo.
A cada ataque del chavismo, articuló rápido una respuesta.
A cada insulto de Chávez, disparó una propuesta, sin siquiera llamar a su rival por su nombre, con un lenguaje claro, con consignas modernas y una imagen popular que por momentos se asemeja mucho a la del propio mandatario.
Siempre recuerda su infancia y principalmente a sus abuelos, Andrés y Lili Radonski, quienes sobrevivieron al campo de concentración de Treblinka, en Polonia, y en el gueto de Varsovia durante la Segunda Guerra Mundial, donde sus bisabuelos fueron asesinados. “Y aquí hay funcionarios del gobierno que se les ocurre llamarme nazi”, suele repetir.
En la Universidad Católica, donde se graduó de abogado, sus compañeros lo recuerdan más cerca de COPEI, el Partido Democristiano. Pero tras la irrupción de Chávez y el final de la IV República, Capriles fue uno de los fundadores de Primero Justicia, partido por el que llegó a la Alcaldía de Baruta (2000-2008). Ese año se presentó como candidato a la gobernación de Miranda y venció nada menos que a Diosdado Cabello, actual presidente de la Asamblea Nacional y uno de los hombres fuertes del chavismo.
En cada cargo mostró muñeca para la negociación y habilidad para la comunicación y para detectar de inmediato cuáles son los problemas que le importan a la gente.
En Baruta puso toda la energía en seguridad, aunque justo la inseguridad que reinó en la sede de la embajada de Cuba, aquel interminable día del 11 de abril de 2002, durante el frustrado golpe contra Chávez, lo llevó a pasar cuatro meses en prisión, acusado de haber encabezado el asedio a la legación diplomática, algo que siempre ha negado.
En la actual contienda, Chávez lo ha llamado de todo, desde “cochino” hasta “majunche” (mediocre). Pero Capriles no se amilanó.
Con una campaña basada en propuestas sociales, económicas, educativas y de seguridad, el equipo de Capriles incluso usó esos ataques de Chávez en favor del candidato opositor. “¿Yo soy M.A.J.U.N.C.H.E, y tú?” fue el slogan durante estos meses. “ O sea, el Movimiento Activo de Jóvenes Unidos Nacionalmente Contra Hugo en Elecciones”.
Así, “el majunchismo”, que parece reemplazar al mote de “escuálidos” con que el chavismo bautizó ya hace una década a la oposición, tiene en Capriles a un candidato que a diferencia de sus antecesores llegó enteró hasta el final.
Hasta aquí apeló a su carisma y simpatía, su juventud, su perfil atlético y su impronta de estrella de rock. Ahora espera que su esfuerzo haya calado hondo en los venezolanos y lo ayude a convertirse en el presidente que siempre soñó ser.
José Vales enviado, El Universal, 7 de octubre.

0 Responses to "Capriles, el sueño de la infancia"