El conflicto armado que se vive en Colombia ha generado alrededor de 3 millones de desplazados que se han trasladado a países cercanos, como Venezuela, Ecuador, Panamá y Costa Rica, informó ayer la representante en México del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), Marion Hoffmann.
Al dar a conocer la convocatoria para participar en el segundo concurso de ensayo “Y si yo fuera un refugiado”, destacó que en el continente americano el conflicto colombiano se ha convertido en el único generador de desplazamientos.
Por lo que hace a México, la información del ACNUR pone de manifesto que aún existen mil 606 refugiados; la mitad de ellos tienen una larga estancia en el país, toda vez que llegaron a territorio nacional entre 1971 y 1995. Este grupo comprende principalmente a salvadoreños, guatemaltecos y hondureños.
La mitad está conformada por refugiados que han llegado en años recientes de una gran variedad de países, como Colombia, Haití, República Democrática del Congo, Irak, Somalia, Sudán y Camerún.
Hoffmann explicó que aún hay refugiados guatemaltecos en México, debido a que no pudieron documentarse en los tiempos establecidos, por diversas circunstancias. Recordó que estas personas tuvieron las opciones de quedarse en el país y naturalizarse, o bien regresar a su lugar de origen.
Sobre la convocatoria para participar en el concurso, el director adjunto de vinculación, programas educativos y divulgación del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, José Luis Gutiérrez Espíndola, explicó que el certamen es una invitación a que los jóvenes mexicanos realicen un ejercicio de empatía; intenten ponerse que en los zapatos, en la cabeza y el corazón de una persona refugiada, traten de sentir lo que siente cuando, huyendo de un rechazo, termina encarando otro, cuando escapando de la persecución es objeto de otra, en ocasiones igual de encarnizada e irracional que la primera.
En rueda de prensa, puntualizó que por medio de este ejercicio de imaginar y sentir lo que el otro siente, los jóvenes podrán acceder a una comprensión, no sólo conceptual, de la injusticia básica que representa esa y cualquier otra discriminación.
Agregó que esta comprensión no es menor, habida cuenta de la propensión discriminatoria e intolerante de nuestra sociedad, puesta de relieve tanto por la Encuesta Nacional sobre Discriminación de 2005, como por una muy reciente efectuada por el Instituto Nacional de Salud Pública.
Al dar a conocer la convocatoria para participar en el segundo concurso de ensayo “Y si yo fuera un refugiado”, destacó que en el continente americano el conflicto colombiano se ha convertido en el único generador de desplazamientos.
Por lo que hace a México, la información del ACNUR pone de manifesto que aún existen mil 606 refugiados; la mitad de ellos tienen una larga estancia en el país, toda vez que llegaron a territorio nacional entre 1971 y 1995. Este grupo comprende principalmente a salvadoreños, guatemaltecos y hondureños.
La mitad está conformada por refugiados que han llegado en años recientes de una gran variedad de países, como Colombia, Haití, República Democrática del Congo, Irak, Somalia, Sudán y Camerún.
Hoffmann explicó que aún hay refugiados guatemaltecos en México, debido a que no pudieron documentarse en los tiempos establecidos, por diversas circunstancias. Recordó que estas personas tuvieron las opciones de quedarse en el país y naturalizarse, o bien regresar a su lugar de origen.
Sobre la convocatoria para participar en el concurso, el director adjunto de vinculación, programas educativos y divulgación del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, José Luis Gutiérrez Espíndola, explicó que el certamen es una invitación a que los jóvenes mexicanos realicen un ejercicio de empatía; intenten ponerse que en los zapatos, en la cabeza y el corazón de una persona refugiada, traten de sentir lo que siente cuando, huyendo de un rechazo, termina encarando otro, cuando escapando de la persecución es objeto de otra, en ocasiones igual de encarnizada e irracional que la primera.
En rueda de prensa, puntualizó que por medio de este ejercicio de imaginar y sentir lo que el otro siente, los jóvenes podrán acceder a una comprensión, no sólo conceptual, de la injusticia básica que representa esa y cualquier otra discriminación.
Agregó que esta comprensión no es menor, habida cuenta de la propensión discriminatoria e intolerante de nuestra sociedad, puesta de relieve tanto por la Encuesta Nacional sobre Discriminación de 2005, como por una muy reciente efectuada por el Instituto Nacional de Salud Pública.
Nota de Georgina Saldierna, La Jornada, 30 de abril.
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