BOGOTÁ.- Colombia admitió ayer que las FARC y el ELN han renovado sus tácticas de guerra y se han aliado a bandas de narcotraficantes.
"La amenaza terrorista de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) y del ELN (Ejército de Liberación Nacional) ha evolucionado y nosotros también tenemos que evolucionar. En sus últimos actos ha habido acciones conjuntas", dijo el Ministro de Defensa colombiano, Rodrigo Rivera, en entrevista publicada ayer por el diario El Tiempo.
El director de la Policía, Óscar Naranjo, reconoció días atrás que la capacidad de adaptación de las FARC.
"Ser innovadores y generar nuevas estrategias tácticas y operacionales es un reto nuestro", afirmó a la televisión local.
Ante una ofensiva militar sin precedentes durante el Gobierno del Presidente Álvaro Uribe (2002-2010), ambos grupos sufrieron duros golpes.
El ex Ministro de Defensa y hoy Presidente Juan Manuel Santos prometió continuar las políticas de seguridad de Uribe, pero en lo que va de su Gobierno, desde el 7 de agosto, la fuerza pública ha sido blanco de ataques rebeldes que han dejado más de 40 policías y militares muertos.
Expertos en seguridad ya habían advertido un reacomodo y fortalecimiento de las FARC desde 2008, año en el que padecieron los más duros reveses.
Según Rivera, las FARC y el ELN buscan minar la confianza ciudadana en la política de seguridad gubernamental.
Mientras algunos especialistas consideran que los ataques rebeldes evidencian debilidad, otros creen que estos grupos guerrilleros quieren demostrar que no han sido derrotados pese a los ocho años de una ofensiva militar sin tregua que Santos busca prolongar, en una suerte de círculo vicioso.
"El Estado considera que debe debilitar a las guerrillas para sentarlas a una mesa de negociación", expuso a REFORMA el politólogo León Valencia, experto en el conflicto armado.
"Y ya cuando se produce ese debilitamiento, las guerrillas encuentran la manera de acomodarse a la guerra y retomar la iniciativa para intentar llegar con fuerza de negociación a la mesa. Nadie rompe ese círculo vicioso", abundó.
La guerrilla, más que apostar a fortalecerse en lo militar, debería jugar sus cartas en el campo político, con gestos claros de paz, consideró el experto.
Y el Estado, por su parte, debe complementar más la ofensiva militar con decidida inversión social en las regiones marginadas, dijo.
"La amenaza terrorista de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) y del ELN (Ejército de Liberación Nacional) ha evolucionado y nosotros también tenemos que evolucionar. En sus últimos actos ha habido acciones conjuntas", dijo el Ministro de Defensa colombiano, Rodrigo Rivera, en entrevista publicada ayer por el diario El Tiempo.
El director de la Policía, Óscar Naranjo, reconoció días atrás que la capacidad de adaptación de las FARC.
"Ser innovadores y generar nuevas estrategias tácticas y operacionales es un reto nuestro", afirmó a la televisión local.
Ante una ofensiva militar sin precedentes durante el Gobierno del Presidente Álvaro Uribe (2002-2010), ambos grupos sufrieron duros golpes.
El ex Ministro de Defensa y hoy Presidente Juan Manuel Santos prometió continuar las políticas de seguridad de Uribe, pero en lo que va de su Gobierno, desde el 7 de agosto, la fuerza pública ha sido blanco de ataques rebeldes que han dejado más de 40 policías y militares muertos.
Expertos en seguridad ya habían advertido un reacomodo y fortalecimiento de las FARC desde 2008, año en el que padecieron los más duros reveses.
Según Rivera, las FARC y el ELN buscan minar la confianza ciudadana en la política de seguridad gubernamental.
Mientras algunos especialistas consideran que los ataques rebeldes evidencian debilidad, otros creen que estos grupos guerrilleros quieren demostrar que no han sido derrotados pese a los ocho años de una ofensiva militar sin tregua que Santos busca prolongar, en una suerte de círculo vicioso.
"El Estado considera que debe debilitar a las guerrillas para sentarlas a una mesa de negociación", expuso a REFORMA el politólogo León Valencia, experto en el conflicto armado.
"Y ya cuando se produce ese debilitamiento, las guerrillas encuentran la manera de acomodarse a la guerra y retomar la iniciativa para intentar llegar con fuerza de negociación a la mesa. Nadie rompe ese círculo vicioso", abundó.
La guerrilla, más que apostar a fortalecerse en lo militar, debería jugar sus cartas en el campo político, con gestos claros de paz, consideró el experto.
Y el Estado, por su parte, debe complementar más la ofensiva militar con decidida inversión social en las regiones marginadas, dijo.
Octavio Pineda Reforma, 21 de septiembre.
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