“Es una migración mexicana selectiva de gente adinerada. Si el vecino país pudiera escoger elegiría esta migración dorada que resulta fantástica. Son gente que está creando negocios, empresas; personas que invierten, consumen, compran o rentan casas”, dice Séverine Durin, directora del Programa Noreste del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS).
La oleada de mexicanos con dinero que huyen de la violencia y la inseguridad en México y deciden radicar en esta ciudad, Austin, Houston o Dallas ha generado que en el norte del país se empiece a hablar del “éxodo de la elite empresarial” a Estados Unidos, algo que empobrecerá particularmente a Monterrey por la fuga de capital regiomontano, según ha previsto la Cámara de la Industria de la Transformación (Caintra).
“No hay cifras oficiales porque eso sería reconocer que el fenómeno pesa. Que efectivamente existe un éxodo. Son refugiados con dinero. Y son un estigma muy fuerte para el actual gobierno” –explica Durin a La Jornada, al señalar que la migración dorada que ya están analizando académicos es sólo la punta del iceberg–. “La franja fronteriza vive momentos espantosos. Miles de personas de clase baja y media están desplazándose; se están yendo a fuerza. La gente con o sin dinero que se va, representa la actual migración forzada por razones de inseguridad y violencia. Y casi no se habla de esto”.
Sólo un tercio de los mexicanos se siente seguro viviendo en el país, según una reciente encuesta de Gallup. El éxodo de empresarios va acompañado también de la huida de miles de estudiantes. La Universidad de Monterrey ha despedido a maestros de su plantilla ante la baja de alumnos, mientras el Instituto Tecnológico padece la disminución de inscripciones de estudiantes foráneos.
En cambio, la demanda para realizar estudios en Estados Unidos creció. La empresa Princeton Review de Monterrey, que prepara estudiantes para exámenes de admisión de universidades en Estados Unidos, Canadá y Reino Unido, registró un aumento de 107 por ciento comparado con el año pasado.
La elección de escuelas y universidades privadas en Estados Unidos es necesaria, señala en entrevista Olivia López, coordinadora de proyectos del Mexico Center de la Universidad de Texas en San Antonio: “La gente se viene por los problemas de seguridad. Y eso les lleva a tomar decisiones radicales como llegar sin condiciones migratorias reguladas. La mayoría traen visa de turista, están aquí seis meses y luego salen del país para volver. Quien viene con visa de inversionista o de trabajo H1 o E1 y E2, sí puede acudir a escuelas públicas los que no, deben elegir centros educativos y universidades privadas”.
Estampida de ricos
En enero pasado Monterrey ocupó el sitio 98 a escala mundial de ciudades con mejor calidad de vida, según un estudio de Mercer Consulting, pero el recrudecimiento de la violencia y las cifras de ejecuciones, secuestros y extorsiones a manos de distintos cárteles de la droga que pelean “la plaza” ha disminuido su bienestar y ha disparado el éxodo de gente adinerada.
Los intentos por detener la estampida de ricos han sido en vano. La organización ciudadana Nuevo León Seguro realizó un estudio para demostrar que las tasas delictivas de San Antonio o Houston son similares o peores a las que actualmente se padecen en Monterrey: “La tasa de homicidios en Houston fue de 13.1 por ciento y en San Antonio de 8.6 por ciento, son mayores a la registrada en Monterrey en el primer trimestre, que se ubicó en siete crímenes por cada 100 mil habitantes”, señala el reporte de incidencia criminal.
“La gente con dinero se está yendo por las extorsiones y los secuestros, por la presión del crimen organizado a comercios y empresas, algo que no existe en Estados Unidos”, afirma el antropólogo social Efrén Sandoval Hernández, cuya tesis doctoral versó sobre la Movilidad, circulación e intercambios en el espacio social de Monterrey y San Antonio, Texas.
Para el profesor del CIESAS, la migración dorada representa un duro revés para el gobierno de Felipe Calderón: “Nos habla muy claramente de la ausencia del Estado, porque en México la gente adinerada tiene más fácil acceso al Estado, pero si se está yendo es porque ni siquiera para ellos hay Estado ya”.
Los migrantes de lujo o los pobres o de clase media se van porque existe una frontera: “El mexicano no se concibe como un pueblo bloqueado, pero es un pueblo bloqueado, como el cubano. La frontera es estadunidense no mexicana. Somos una sociedad bloqueada y nadie habla de eso. Se escandalizan de los muros. Pero nadie se escandaliza del primer muro: la frontera”.
El principal argumento de este antropólogo que ha tenido que suspender sus investigaciones transfronterizas por la inseguridad, es que la droga es una mercancía que al cruzar la frontera multiplica su valor: “El gran problema es hacer atravesar esa mercancía. Eso implica una organización tan compleja como la de los cárteles y un ejercicio de la violencia de este tamaño que estamos padeciendo todos”.
Añade: “Estamos atrapados por la frontera. Vivir en la frontera no significa vivir sólo en Ciudad Juárez o Nuevo Laredo. Vivir ahora en Michoacán es vivir en la frontera también. Es un conflicto de frontera lo que hay en Guerrero, Sinaloa o Durango”.
Los flujos migratorios de mexicanos a Estados Unidos analizados señalan que en las ciudades fronterizas ha habido un éxodo de gente que se va a radicar definitivamente a ciudades fronterizas del vecino país. En el caso de Ciudad Juárez, más de 230 mil personas decidieron irse a vivir a El Paso, Texas, y hay alrededor de 20 mil viviendas abandonadas, según señala un reciente estudio del Observatorio de Seguridad y Convivencia.
“La violencia y la inseguridad están provocando que mucha gente que no pensaba irse se vaya. Hay personas de todas las condiciones sociales que tenemos claro que no nos gustaría vivir en Estados Unidos. De hecho, la mayoría no quisiera irse, pero siente como nunca antes la necesidad de encontrar protección y tranquilidad en otra parte. Se van porque están seguros que ya no van a encontrar protección”.
Migrantes de lujo
Los intensos flujos migratorios que ha generado la guerra de Calderón con un saldo de más de 30 mil muertos son también a la inversa, es decir, el retorno de los estadunidenses que radicaban en México y la estampida de los inversionistas extranjeros. Los estados del norte del país registraron caídas de 78 por ciento en el rubro de inversión extranjera directa de enero a septiembre del presente año, según la Secretaría de Economía.
El retorno de migrantes mexicanos a sus pueblos y ciudades los fines de semana o los periodos vacacionales también se ha suspendido: “Prefieren que los visiten sus familiares. Mucha gente de clase media y media baja está usando los lazos que ya tienen en Estados Unidos para irse. Se usan las redes migratorias. Es gente que no pensaba irse, pero ahora ha cambiado de opinión. Tenemos el imaginario de que el migrante es un campesino, alguien pobre, y hace rato que los estudios de migración muestran que el perfil de los migrantes ha cambiado. Sigue habiendo una mayoría de gente de clase baja, media y media baja, pero ahora hay estudios sobre la migración de profesionistas y empresarios. Antes los migrantes eran de origen rural, ahora son del medio urbano”, añade el antropólogo Sandoval Hernández.
La concentración de mexicanos con dinero que deciden irse a vivir a San Antonio va en aumento. “Casi todos llegan a la zona de colonias buenas, pero nuevas al norte de la ciudad. Hay tres factores para esta concentración: uno es porque son colonias cerradas y con esa mentalidad vienen los mexicanos. La otra cosa es que es un distrito escolar con muy buenas escuelas. Y el último factor es que ya se ha venido gente que conocen. Se recomiendan unos a otros”, comenta Olivia López, del Mexico Center de la UTSA, al señalar que la avalancha de mexicanos es un fenómeno en crecimiento.
“Esto no se va a acabar. Necesitamos fondos para seguir investigando. Hay gente que se va a Austin, Houston, California, Florida... los procesos no serán igual y queremos analizarlos”.
La mejoría de vida que los migrantes de lujo han encontrado en Estados Unidos es tanta que algunos funcionarios como el alcalde de Monterrey, Fernando Larrazábal, y el gobernador de Nuevo León, Rodrigo Medina, han decidido trasladar a sus familias a vivir en Texas.
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