Colombia y las FARC, frente a frente en Oslo


BOGOTÁ.— Esta semana inicia en Oslo un proceso de negociación entre el gobierno colombiano y las FARC. Medios colombianos en la capital noruega informaron ayer que el proceso —previsto para iniciar contactos informales hoy e instalar oficialmente la mesa de diálogo el miércoles— se ha retrasado, pues los negociadores del gobierno no habían podido viajar por problemas en el aeropuerto de Bogotá y los negociadores de las FARC aguardan en La Habana la expedición de salvoconductos para que la Interpol no los capture.
El diario El Espectador prevé que los negociadores de ambas partes estén en Oslo “este martes al finalizar la tarde” para iniciar un proceso que inició el 22 de febrero, cuando el periodista colombiano Enrique Santos arribó a La Habana para cumplir una misión secreta de la mayor relevancia que le había sido encomendada su hermano menor, el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos.
El ex director del diario El Tiempo, quien conoce como pocos los entretelones del conflicto armado interno que ha vivido Colombia los últimos 48 años y a sus protagonistas, tenía la delicada tarea de reunirse con delegados de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) para explorar un diálogo de paz.
Un día después, el 23 de febrero, en un complejo gubernamental cubano bajo resguardo militar estaban sentados los dos bandos frente a frente: por un lado, Enrique y los consejeros presidenciales Sergio Jaramillo, Frank Pearl y Alejandro Eder, y por el otro, los delegados de las FARC Mauricio Jaramillo El Médico, comandante del Bloque Oriental, el canciller del grupo insurgente, Rodrigo Granda, el comisionado internacional Marco Calarcá, y Andrés París, un cuadro político de la organización rebelde.
Al instalar el encuentro, Enrique Santos pidió a sus interlocutores trabajar en el diseño de un proceso de paz que tuviera como fin específico poner fin al conflicto armado interno en Colombia, que ha dejado a lo largo de 48 años más 92 mil muertos y cinco millones de desplazados. “La agenda que vamos a discutir para iniciar un proceso de paz no puede ser eterna ni etérea”, dijo Santos. El Médico dijo que tampoco las FARC estaban en La Habana para perder el tiempo sino para llegar a acuerdos.
“Fueron seis meses muy duros, tensos, estresantes, pero lo positivo fue haber mantenido la confidencialidad, lo que fue un gesto muy importante de confianza mutua, y haber logrado, por primera vez, una agenda para la paz concreta y viable, con puntos muy específicos”, dijo a EL UNIVERSAL Enrique Santos, quien se excusó de abundar en el tema por un pacto de discreción entre los delegados del gobierno colombiano que participaron en esas sesiones.
Las FARC quisieron retomar la agenda de negociaciones de los diálogos del Caguán (1998 y 2002); pero los delegados oficiales cerraron la puerta a esa agenda por considerar que el proceso había resultado muy estresante para el país y no había producido resultados.
La guerrilla aceptó pactar un documento para la paz que, por primera vez en la historia de las negociaciones con la guerrilla en este país, ubica como objetivo principal “la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera”.
El factor Santos
De acuerdo con las Fuentes consultadas, Enrique Santos asumió las posiciones más duras por parte de la delegación oficial. No sólo estaba allí como una muestra de la voluntad de paz de su hermano el presidente, sino por su conocimiento de la guerrilla y por los nexos que llegó a tener con diferentes dirigentes históricos de esa organización. En 1984, el periodista integró la Comisión de Paz creada por el entonces presidente Belisario Betancur en el marco de una negociación con las FARC y tuvo contacto con los máximos dirigentes de esa organización, Manuel Marulanda Vélez Tirofijo y Jacobo Arenas. Con ese pasado izquierdista, Enrique Santos es un interlocutor de respeto para las FARC, a pesar de que su apellido está ligado a los que ese grupo rebelde llama “el establecimiento” o “la oligarquía nacional”.
“Enrique jugó un papel fundamental en estas negociaciones previas para el proceso de paz. Conoce bien a los principales comandantes de la guerrilla, ha conocido a sus dirigentes históricos y eso lo ubicó en La Habana como un referente muy importante para los delegados de las FARC”, dijo una de las fuentes consultadas.
Cuba y Venezuela también jugaron un papel muy relevante en esta etapa previa a los diálogos de paz, al facilitar los acercamientos entre las partes y colaborar en la logísticas de los desplazamientos de los delegados guerrilleros. Vicenc Fisas, director de la Escuela de Cultura y Paz de la Universidad de Autónoma de Barcelona, dijo a la periodista del diario El Tiempo Marisol Gómez Giraldo que el máximo jefe de las FARC, Timoleón Jiménez, Timochenko, se reunió ocho horas en Venezuela con el presidente Hugo Chávez, lo que según el experto fue determinante para que la organización armada aceptara discutir en La Habana una agenda “realista”.
Otro punto que contribuyó a crear un clima propicio para llegar a acuerdos fue el pacto que establecieron las partes desde la primera sesión en el sentido de nunca hablar de lo ocurrido en el frente de guerra. Ni las FARC reprocharían al gobierno la bajas del máximo jefe de la guerrilla, Alfonso Cano, y del emblemático comandante Jorge Briseño, el Mono Jojoy, ni los delegados oficiales recriminarían a los representantes de la guerrilla los crecientes atentados a los oleoductos petroleros o su participación en la producción de droga.
“Ese pacto se cumplió todo el tiempo. Nunca se habló en esas reuniones de las bajas en el campo de batalla ni de los acciones de guerra”, dijo una fuente cercana a las negociaciones.
El 26 de agosto, las partes concluyeron su trabajo en La Habana con la suscripción del “Acuerdo General para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera”, documento de seis puntos que será la hoja de ruta del proceso de paz que se iniciará en Oslo, Noruega, y que proseguirá en La Habana.
Los seis temas a negociar serán: reparto de tierras, incorporación de los desmovilizados a la vida política, fin del conflicto con cese al fuego bilateral y definitivo, solución a la producción y comercialización de drogas, reparación a víctimas y verificación de los acuerdos. El proceso de paz arrancará sobre esos rieles.
Rafael Croda corresponsal, El Universal, 15 de octubre.

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