'Nadie se hace cargo de lo que nos pasa'

Esteban sirve el café a los senadores en la sede de la Cámara alta.

Él no lo sabe, pero le ha llevando bebida y galletitas a líderes como Isaías González, de la CROC, o Carlos Romero Deschamps, de los petroleros.

Protagonistas ahora de la discusión de la reforma laboral, los senadores son atendidos por jóvenes meseros que laboran bajo el esquema de "outsourcing", sin seguridad social, sin antigüedad, sin contrato.

"Pues no, no tengo contrato, es como si no tuviera jefe más bien, aquí no tengo jefe ni allá tengo jefe. Cómo le explico... muchos dan órdenes, pero más bien nadie se hace cargo de lo que nos pasa a los que trabajamos aquí", dice Esteban, de 24 años, padre de una niña de tres, mientras sirve café durante un día de sesiones.

Este joven no sabe qué es el "outsourcing", pero lo padece. Junto a él, otro compañero mesero-cafetero escucha la plática y por su gesto advierte que la lista de la desventura laboral apenas comienza.

"Nos pagan 170 pesos el día, pero sólo de pasaje me gasto 40 pesos diarios hasta el Estado de México, no tenemos seguro ni contrato, si nos accidentamos nadie responde, si nos quejamos... Ni nos quejamos porque nos despiden", dice.

Su certeza laboral vence al día. En la noche el "patrón" de la empresa de "banquetes" les llama si los necesita y ellos deben estar dispuestos. Usualmente son llamados dos o tres veces a la semana, pero deben esperar hasta la quincena para cobrar.

Las horas de trabajo extra, que se extienden con las discusiones de los senadores a veces entre cuatro y siete horas en periodo de sesiones, no se las pagan, asegura el joven.

"Se supone que nos pagan, pero hacen trampa, cada día yo firmo en una lista de entrada y salida y ya van varias veces que 'pierden' la lista o se equivocan y la vuelen a hacer, pero no me dejan poner mis horas extra, me dicen que así firme nomás y ellos me las pagan, pero se hacen bueyes", dice Esteban, sin dejar de servir café y galletas.

La reforma laboral que comenzará a discutirse en el Senado es desconocida para ellos. No les interesa, no aspiran a tener más derechos para formar su patrimonio. Si está aquí aguantando, dice Esteban, es porque espera convertirse en chofer o asistente de un senador, como lo han hecho compañeros en otras legislaturas.

"Aguantamos que nos hagan de todo, malos tratos, que tarden en pagarnos, porque es difícil encontrar trabajo, pero lo bueno de aquí es que le puedes caer bien a un senador y que te jale a trabajar para él, así hay unos que eran meseros y ahora choferes, con mejor pago", calcula Esteban.

Daniela Rea, Reforma, 2 de octubre.

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