Los Zetas, el brazo armado del cártel del Golfo, está incursionando en el “negocio” del secuestro y tráfico de indocumentados centroamericanos que ingresan a territorio nacional por la región sureste del país, denunció el sacerdote Alejandro Solalinde Guerra, coordinador de la Pastoral de Movilidad Humana en esa zona.
El clérigo explicó que la Pastoral, organismo que depende de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), ha documentado cerca de 90 casos de migrantes secuestrados por zetas, polleros y pandilleros de la Mara Salvatrucha, que son protegidos por agentes de las policías Municipal y Judicial en Oaxaca, Chiapas y Veracruz.
La Procuraduría General de la República (PGR) tuvo el primer antecedente de esta situación el año pasado, después que 12 indocumentados guatemaltecos fueron secuestrados en Ixtepec, Oaxca, cuando esperaban abordar el tren que los llevaría a Estados Unidos.
El secuestro fue realizado por hombres armados y encapuchados que viajaban en dos vehículos —uno de ellos con logotipo de seguridad pública—, frente a residentes de la población y otro grupo de indocumentados. Era el séptimo caso en seis meses, de acuerdo con informes de la Pastoral de Movilidad Humana.
Los centroamericanos fueron trasladados a casas de seguridad, una de las cuales se ubica en Medias Aguas, Veracruz, donde permanecieron dos semanas mientras sus secuestradores cobraban a los familiares el rescate exigido por su liberación, cuyo monto va de 300 a 2 mil dólares en promedio, según testimonios reunidos por Solalinde Guerra.
El propio sacerdote, quien ha recibido amenazas de las bandas de plagiarios, fue detenido y golpeado por agentes de la Policía Municipal cuando emprendió la búsqueda de las víctimas en compañía de los migrantes que atestiguaron el secuestro.
Sin embargo, la evidencia reunida en este caso arrojó indicios de la participación de Los Zetas y un comandante de una corporación local, que dio origen a la integración del acta circunstanciada PGR/SIEDO/UEITMIO/09/2007, sin que se conozcan los resultados de la investigación.
De acuerdo con Solalinde, los delincuentes operan en las cercanías de la línea del ferrocarril en Cheguigo, un barrio de Ixtepec donde los migrantes se arrojan del tren en marcha para evadir los operativos del Instituto Nacional de Migración, sin saber que serán asaltados, golpeados o secuestrados por narcotraficantes, maras e, incluso, policías.
El caso de Oaxaca, donde desde diciembre del 2006 la Pastoral ha documentado unos 10 secuestros masivos de migrantes, no es el único.
En la más reciente reunión de agentes de Pastoral Migratoria de la Zona Sur, realizada en Veracruz hace algunas semanas, se relató el caso del secuestro de una veintena de migrantes perpetrado por presuntos zetas, después de perseguir a un grupo numeroso de indocumentados que se se encontraban en las vías del ferrocarril de Tierra Blanca, y los liberaron tras cobrar un rescate.
En otros casos, los propios zetas ofrecen a los migrantes, después de plagiarlos o “robárselos” a los polleros, cruzarlos a Estados Unidos mediante un nuevo pago. La Pastoral ha recibido información de migrantes que han logrado internarse de este modo en el vecino país.
El clérigo explicó que la Pastoral, organismo que depende de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), ha documentado cerca de 90 casos de migrantes secuestrados por zetas, polleros y pandilleros de la Mara Salvatrucha, que son protegidos por agentes de las policías Municipal y Judicial en Oaxaca, Chiapas y Veracruz.
La Procuraduría General de la República (PGR) tuvo el primer antecedente de esta situación el año pasado, después que 12 indocumentados guatemaltecos fueron secuestrados en Ixtepec, Oaxca, cuando esperaban abordar el tren que los llevaría a Estados Unidos.
El secuestro fue realizado por hombres armados y encapuchados que viajaban en dos vehículos —uno de ellos con logotipo de seguridad pública—, frente a residentes de la población y otro grupo de indocumentados. Era el séptimo caso en seis meses, de acuerdo con informes de la Pastoral de Movilidad Humana.
Los centroamericanos fueron trasladados a casas de seguridad, una de las cuales se ubica en Medias Aguas, Veracruz, donde permanecieron dos semanas mientras sus secuestradores cobraban a los familiares el rescate exigido por su liberación, cuyo monto va de 300 a 2 mil dólares en promedio, según testimonios reunidos por Solalinde Guerra.
El propio sacerdote, quien ha recibido amenazas de las bandas de plagiarios, fue detenido y golpeado por agentes de la Policía Municipal cuando emprendió la búsqueda de las víctimas en compañía de los migrantes que atestiguaron el secuestro.
Sin embargo, la evidencia reunida en este caso arrojó indicios de la participación de Los Zetas y un comandante de una corporación local, que dio origen a la integración del acta circunstanciada PGR/SIEDO/UEITMIO/09/2007, sin que se conozcan los resultados de la investigación.
De acuerdo con Solalinde, los delincuentes operan en las cercanías de la línea del ferrocarril en Cheguigo, un barrio de Ixtepec donde los migrantes se arrojan del tren en marcha para evadir los operativos del Instituto Nacional de Migración, sin saber que serán asaltados, golpeados o secuestrados por narcotraficantes, maras e, incluso, policías.
El caso de Oaxaca, donde desde diciembre del 2006 la Pastoral ha documentado unos 10 secuestros masivos de migrantes, no es el único.
En la más reciente reunión de agentes de Pastoral Migratoria de la Zona Sur, realizada en Veracruz hace algunas semanas, se relató el caso del secuestro de una veintena de migrantes perpetrado por presuntos zetas, después de perseguir a un grupo numeroso de indocumentados que se se encontraban en las vías del ferrocarril de Tierra Blanca, y los liberaron tras cobrar un rescate.
En otros casos, los propios zetas ofrecen a los migrantes, después de plagiarlos o “robárselos” a los polleros, cruzarlos a Estados Unidos mediante un nuevo pago. La Pastoral ha recibido información de migrantes que han logrado internarse de este modo en el vecino país.
Nota de María de la Luz González, El Universal, 16 de abril.
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