“De Presidencia o PGR, orden de filtrar declaración de El Grande"

Televisa no acusa, quien lo hace es Sergio Villarreal, El Grande, quien está en manos de la Procuraduría General de la República (PGR)”, dice el conductor Joaquín López Dóriga en su programa de radio vespertino, ya desatada la desigual batalla entre el poderoso consorcio televisivo y el semanario Proceso.

Aunque el vocero del gobierno federal, Alejandro Poiré, afirma que el implicado es el reportero Ricardo Ravelo –quien, según El Grande, le pidió 50 mil dólares para que dejara de mencionarlo–, y no la revista para la que trabaja, Televisa mantiene en su portal la cabeza que dice así: “El Grande acusa a Proceso de recibir dinero del narco”.

–López Dóriga dice que ellos no acusan.

–La orden para filtrar esa declaración es de la Presidencia de la República o de la PGR, o de ambas. Pero el instrumento es Televisa –dice a este diario el reportero Ricardo Ravelo, quien desde muy temprano queda, tras el golpazo en la pantalla, del otro lado de la barrera, como declarante.

En un comunicado tempranero, Proceso sostiene que el “montaje” queda en evidencia cuando Televisa informa que la declaración de Villarreal fue videograbada el 4 de noviembre. Pero como el capo se refiere a una edición de la revista publicada 17 días después, en su noticiero de la mañana del jueves Televisa se corrige: fue el 24 de noviembre.

Ravelo aporta otro dato que mete dudas sobre el testimonio de Villarreal: “No hay ni siquiera coincidencia en las fechas. El Grande dice que lo hicimos famoso por notas publicadas entre 2003 y 2006, cuando el primer reportaje donde se le menciona fue publicado en 2007”.

La nota que provocó la filtración es, a decir de Ravelo, la que informa, también sobre la base de documentos ministeriales, que el senador panista Guillermo Anaya presentó a Villarreal con el presidente Felipe Calderón en la fiesta de bautismo de su hija. Dicha información ha sido tajantemente rechazada por el gobierno.

–Una línea argumental de los periodistas de Televisa es que Proceso está recibiendo una sopa de su propio chocolate, que “el método se le vuelve en contra”.

–En ese reportaje no sólo se alude al Presidente, sino también a los asesinatos cometidos por los Beltrán Leyva, a cómo planearon el crimen de Édgar Millán Gómez (comisionado de la Policía Federal Preventiva), a los asesinatos de altos funcionarios de aduanas del aeropuerto de la ciudad de México, a la corrupción en las corporaciones policiacas que el mismo gobierno ha reconocido, y sólo en un párrafo a ese encuentro entre Calderón y Villarreal. En cambio, lo presentado por Televisa se centra en un solo asunto. Es totalmente fabricado para atacar a Proceso. Son dos contextos totalmente distintos.

A fin de cuentas, dice Ravelo, el “golpe bajo” de Televisa no hace “sino confirmar lo que publicamos: que el gobierno tiene testigos dispuestos a colaborar en lo que les pidan, y que lo están utilizando”.

El pecado de no estar en Iniciativa México
A lo largo del día, la nota es la información principal de los noticieros de Televisa, tanto en la pantalla como en radio e Internet, donde se colocan el video presentado la noche del miércoles y una copia en PDF de la declaración ministerial de Villarreal, ya con la fecha del 24 de noviembre.

Es un despliegue quizá mayor que el usado en los anteriores enfrentamientos de Televisa con otros periodistas.

“En el caso de Carmen Aristegui y mío fue un desplegado, y ahora parece que no les pareció suficiente”, dice Jenaro Villamil, también reportero de Proceso y autor del libro El sexenio de Televisa, cuando alude a la inserción que la televisora pagó para acusarlos de mentirosos, tras la difusión de datos sobre sus contratos con el gobierno de Enrique Peña Nieto.

“Televisa utiliza la pantalla para defender sus intereses empresariales y para linchar a quienes considera enemigos o estorbos. Y en todos los casos ha contado con la venia, si no es con la colaboración, del gobierno”, asevera el periodista.

Villamil cita los casos del Bar Bar, de una campaña contra el diario Reforma y el más reciente del presunto diálogo entre un alto funcionario del IMSS y el gerente de una empresa farmacéutica, que luego resultó ser la conversación entre dos ejecutivos privados. “Cometieron la pifia, pero cuando supuestamente corrigieron ya no cambiaron nada de lo que habían editorializado en todos sus espacios, no sólo en un noticiero, porque cuando deciden dictan línea a todos sus conductores.

“El común denominador”, sigue Villamil, “es que todos los medios que han enfrentado no participan en la Iniciativa México.”

Las amenazas de “gente de Villarreal”
A lo largo del día, el reportero Ravelo insiste, una y otra vez, en que nunca ha tenido contacto con Villarreal ni con otras personas que el testigo protegido menciona en su declaración. “Es un infundio, no hay nada, a él lo conocí por fotografías, cuando fue detenido en Puebla”.

Ravelo remite a su trabajo periodístico para asegurar que las afirmaciones del testigo de la PGR son insostenibles. Afirma, por ejemplo, que siguió publicando información sobre Villarreal cuando era “periodísticamente relevante”. “Fueron dos o tres reportajes, uno de ellos cuando lo mencionamos, hace un año, como posible sucesor de Arturo Beltrán Leyva, luego de que éste fuera abatido en Cuernavaca”.

Todo lo anterior no significa que el contacto entre la revista y el capo testigo haya sido inexistente. Ravelo cuenta que en 2008 decidió cancelar su asistencia a una mesa redonda en Monterrey luego de recibir amenazas de muerte, vía correo electrónico, “de gente de Villarreal”. Las amenazas, abunda, iban dirigidas contra él y contra el director de la revista, Rafael Rodríguez Castañeda.

El periodista Ravelo señala que al cubrir el tema del narcotráfico siempre ha temido por su seguridad personal. Ahora, tras la difusión de la declaración de Villarreal, apunta que quizá “algunas organizaciones criminales puedan sentirse alentadas para actuar en mi contra”. Eso es lo que le preocupa, dice en el remate, porque “lo demás (la acusación de haber recibido dólares del narco) me tiene sin cuidado, ya que en mi trabajo me he ceñido a un comportamiento profesional ético”.
Arturo Cano, El Universal, 3 de diciembre.

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