'El coraje me sobra, no conozco el miedo

LA HABANA.- Reina Luisa Tamayo, madre del fallecido opositor Orlando Zapata, sólo le pide a la vida que Cuba recupere las libertades civiles perdidas, que el Gobierno amnistíe a todos los presos políticos y que sus hijos y nietos tengan un futuro en paz en Miami, ciudad a la que esperan ir pronto "a trabajar y salir adelante".

A sus 61 años, rotunda en sus opiniones y sin pizca de miedo en la voz, Tamayo aseguró a REFORMA que a pesar de ser constantemente humillada y hasta golpeada por agentes encubiertos, la Policía política no ha podido impedir sus visitas dominicales a la tumba de su hijo en Banes, pueblo de la provincia de Holguín, donde vive.

La madre de Zapata cuenta que apenas pudo estudiar, pues sus padres, de origen humilde, debían alimentar a nueve hijos trabajando la tierra en la oriental Santiago de Cuba.

"Mi vida ha sido muy humilde y sacrificada; trabajando en el campo. A los 16 años me casé y a los 17 tuve mi primer hijo. Me he esforzado mucho", afirmó.

La opositora se define a sí misma como una madre cubana, y con eso parece dar a entender todo un carácter. Durante la entrevista, uno de sus hijos comentó que es valiente, luchadora y decidida.

"Valiente sí soy", aseguró, "coraje me sobra, no conozco el miedo y aguanto mucho dolor. Por eso pude apoyar a mi Orlando sin que se me rompiera el corazón, cuando lo maltrataban en la cárcel, donde pasó casi siete años, y seguiré apoyando a la Oposición cubana allí donde esté".

Vestida de blanco de pies a cabeza y con collares religiosos en el cuello, Tamayo se declara católica, aunque admite también creencias yoruba, religión traída a Cuba desde África.

"Tengo mucha fe en Dios y en mi Changó, que es el que me da toda esta fuerza que tengo", afirmó la activista.

Tamayo recuerda que la muerte de Zapata, ocurrida en febrero de este año tras 85 días de huelga de hambre exigiendo sus derechos de preso de conciencia, radicalizó políticamente al resto de la familia y los llevó a intensificar la lucha pacífica contra el régimen.

"Jamás pensamos que este Gobierno pudiera asesinar así, lenta y premeditadamente, a un hijo de nuestra propia tierra. Nosotros fuimos revolucionarios como tantos otros, porque desconocíamos la realidad, como les ocurre hoy aquí a muchas personas, que no acaban de despertar.

"Pero yo y mis hijos hemos abierto los ojos, y los hermanos Castro tendrán que pagar por lo que han hecho y reconocer que a Orlando me lo asesinaron porque no lo pudieron doblegar", dice.

El martes, la mujer denunció que las autoridades cubanas no han exhumado aún los restos de su hijo, ni agilizado los trámites para cumplir con la oferta que le hicieron de permitir emigrar a la familia a Estados Unidos.

"Todo ha sido un engaño", dijo. "Hace dos semanas que esperamos salir de Cuba hacia Miami y sólo responden con el silencio. Mi familia ya no puede trabajar aquí, mis nietos no pueden ir a la escuela, y estamos viviendo de lo que nos ayudan los hermanos de la Oposición y del poco dinero que recibimos de otros cubanos exiliados".

Con motivo del Día Internacional de los Derechos Humanos, Tamayo encabezó ayer la caminata de las Damas de Blanco, sin embargo, la marcha terminó antes de lo previsto debido al hostigamiento de más de un centenar de progubernamentales.

"Una gran turba nos cercó diciéndonos cosas horrendas. Sabemos que eran policías porque aunque iban vestidos de paisano, otras veces los hemos visto con trajes militares", declaró.
Yolanda Martínez, Reforma, 11 de diciembre.

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