No obstante, Oxfam consideró que con el Acuerdo de Cancún se dio un pequeño paso ante la crisis climática, pero advirtió a los gobiernos del mundo y a la sociedad que deben construir carriles de diálogo para no “seguir profundizando las fisuras globales, porque ya no habrá un arca de Noé que salve a la humanidad”.
Carlos Zarco Mera, director de Oxfam México, señaló que “no es suficiente lo que se logró, fue apenas un pasito frente a los grandes retos. Los acuerdos de los gobiernos son fundamentales pero deben comprender que para avanzar y tejer nuevas acciones deben actuar junto con la sociedad, la iniciativa privada, la academia.
“Los recursos son clave, pero eso no basta; los países desarrollados deben tomar en cuenta a todas las naciones y actuar con equidad. Y aunque no se definió con claridad cómo se dividirán el financiamiento para la adaptación y mitigación, ya hay un propósito que es fundamental para los países pobres.
“El acuerdo lo tomamos con cauteloso optimismo porque continúa postergándose un mecanismo claro para garantizar la continuidad del Protocolo de Kyoto; habrá que trabajar fuerte para lograr que en 2012 los gobiernos cumplan con la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. Por el momento hay una ambigüedad en la discusión, no hay compromisos serios”.
Para Zarco Mera, los diplomáticos mexicanos actuaron como facilitadores del encuentro internacional y lograron que el sistema de la Organización de las Naciones Unidas volviera a recuperar relevancia en la construcción de acuerdos.
El “martillazo” de Espinosa
Por su parte, Vía Campesina y Asamblea de Afectados Ambientales comentaron que el “martillazo” sobre la mesa, con que la canciller Patricia Espinosa dio por concluidas las discusiones y aprobado el documento final del encuentro mostró la “actuación impositiva y sin recato” de México y de los países desarrollados. “El balance es negativo para la humanidad, pues se abrieron las puertas al gran capital y a las trasnacionales para que continúen con sus negocios y sigan apostando con la vida. Es previsible la formación de una gran burbuja, similar a la crisis económica, la cual tronará”, precisó Alberto Gómez Flores, delegado internacional de Vía Campesina.
Nimmo Bassey, presidente de Amigos de la Tierra Internacional, expuso que con el Acuerdo de Cancún se deja “en estado crítico al Protocolo de Kyoto, pues se aprobó un sistema débil de promesas que conducirá al calentamiento devastador de cinco grados”.
Responsabilizó a Estados Unidos, Japón y Rusia de la “bofetada a quienes ya sufren por el cambio climático. Todos seremos afectados por la falta de ambición y de voluntad política de un pequeño grupo de países; los mercados de carbono no son la solución sino un medio para que los países ricos continúen sus negocios”.
Consideró como logros la aprobación de un fondo mundial para el clima y un avance en la adaptación para ayudar a los países pobres, “aunque no es aceptable que el Banco Mundial juegue un papel fundamental en el financiamiento climático”.
Miguel Palacín, del Foro Internacional Indígena sobre Cambio Climático, dijo que los 150 delegados de diversos pueblos del mundo se retiran indignados, molestos y preocupados por la conclusión de la COP 16. “No se contribuyó a construir consensos, lo cual genera desconfianza para enfrentar juntos al cambio climático.”
Klimaforum asentó que los mercados de carbono son el disfraz de los países desarrollados y el Banco Mundial para continuar con sus negocios; “es un engaño y sometimiento de la sociedad. Es el mecanismo para apropiarse de los bosques, cooptar y sobornar a organizaciones sociales del mundo”.
Matilde Pérez, La Jornada, 12 de diciembre.
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