El “fantasma” de Copenhague nunca se fue. El temor de que las grandes potencias volvieran a imponer de última hora un documento sin consensuar –según publicó un diario europeo– provocó que la Secretaría de Relaciones Exteriores negara otra vez la existencia de negociaciones secretas o “textos mexicanos”.
Con esa preocupación, el canciller de Ecuador, Ricardo Patiño, pidió a su homóloga Patricia Espinosa “resistir las presiones” de los países desarrollados.
Hasta este viernes la presidencia de la conferencia, a cargo de la canciller mexicana, ha mostrado una posición incluyente, pero las “presiones” podrían arruinar los esfuerzos realizados durante más de un año. “En las puertas del horno también a veces se quema el pan”, alertó Patiño al mediodía, en tanto sus homólogos sudamericanos, asiáticos y africanos clamaron flexibilidad a los países ricos, porque ya enfrentan situaciones críticas, de sobrevivencia y desastre.
Para esa hora ya había la certeza de que este viernes sería una muy larga jornada para todos los asistentes a la reunión. La traba en las negociaciones hacía prever que sería imposible realizar la clausura de la COP a las seis de la tarde, como se había planeado originalmente, y que el debate se prolongaría otra vez, como en Copenhague, hasta la madrugada del siguiente día. Casi todos los funcionarios y observadores empezaron a cambiar sus vuelos de regreso a casa, incluido el presidente Felipe Calderón, quien estuvo toda la semana en este puerto.
Las organizaciones no gubernamentales acreditadas en la reunión se mantuvieron a la expectativa, pero conforme pasaron las horas el poco optimismo que tenían se fue desvaneciendo. Y aún más después de las negociaciones informales que se registraron la madrugada del viernes, pues al veto de Japón a una segunda fase del Protocolo de Kyoto se sumó Rusia.
Pero Tokio no fue el único señalado por los delegados y observadores como el factor que detuvo los acuerdos. También los ojos se dirigían hacia Pekín y Washington.
Japón no varió la posición que anunció desde la apertura de los trabajos con el argumento de que no sería equitativo aprobar una segunda fase de compromisos de reducción de emisiones en el contexto del Protocolo de Kyoto (con carácter vinculante), mientras otras potencias industriales, como Estados Unidos y China (las dos naciones más contaminantes), no están obligadas a bajar sus estándares de polución y sólo ofrecen reducciones voluntarias.
Esa posición contrastó con la presentada por la Unión Europea (UE), que por la mañana anunció que está dispuesta a un segundo periodo de compromisos, aun si no los apoyan Japón y Rusia.
Connie Hedegaard, delegada de la UE, advirtió que si no hay resultados positivos en Cancún “será muy difícil llegar a Durban, Sudáfrica”, donde se realizará la COP 17. Por ello pidió a los países “un poco de flexibilidad”.
Lo mismo solicitaron los representantes de los países con mayor nivel de subdesarrollo, los más vulnerables a los efectos del cambio climático, para que en Cancún surjan por lo menos señales de que en los próximos 12 meses se negociará una segunda fase del Protocolo de Kyoto, el cual vence en diciembre de 2012.
Club de promesas
En una conferencia conjunta, los representantes de los países africanos, de los “menos desarrollados” y Bolivia lamentaron que en dos semanas de análisis acerca de elementos científicos y de estado de derecho vinculados al cambio climático esta conferencia termine en un “club de promesas”.
El presidente del Grupo de África, Tosi Mpanu, expresó: “Entiendo que Japón tiene una fuerte tradición de honor. Si el honor es importante para ellos, no deben deshonrar su compromiso con el Protocolo de Kyoto”.
Bruno Sekoli, líder del Grupo de Países Menos Desarrollados (con el producto per cápita más bajo del planeta), como Haití y Ruanda, señaló que la situación para ellos es desesperante, con el rostro de la hambruna, inundaciones perennes (la principal carretera de Gambia está cubierta por el mar) y falta de recursos para atender las consecuencias del cambio climático.
Pablo Solón, embajador de Bolivia ante las Naciones Unidas para el cambio climático, pidió que el financiamiento se dirija de manera prioritaria a los países más pobres. Rechazó que se haya levantado de la mesa de negociación en la madrugada del viernes, como acusaron algunos delegados.
Bangladesh, país que se asume como la “peor víctima del cambio climático”, señaló que si las negociaciones en Cancún continúan sin resultados no habrá garantía de avances en Durban.
Propuso que en esta última fase se podría involucrar a los líderes políticos para lograr que las pláticas prosperen.
Pero no son pocas las llamadas de los ministros a sus jefes para reportar lo que se vive en Cancún y fijar posiciones. Mientras el cabildeo seguía, los cientos de delegados esperaban el inicio formal de las discusiones sobre los documentos finales de la conferencia. Los salones y pasillos de la sede eran un ir y venir de gente que hacían de este espacio un “edificio de Babel”.
Angélica Enciso, Georgina Saldierna y Fabiola Martínez, La Jornada, 11 de diciembre.
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