El primo incómodo del presidente Uribe

BOGOTÁ. La Fiscalía General de Colombia giró una orden de captura en contra del exsenador Mario Uribe, primo del presidente colombiano Álvaro Uribe, por presuntos vínculos con paramilitares.

El excongresista acudió a la embajada de Costa Rica y pidió asilo político, informó su abogado José del Carmen Ortega. La nación vecina no se ha pronunciado sobre la solicitud.

Temprano, la Fiscalía informó que había ordenado la captura del exsenador porque se reunió entre 1998 y el 2002 con al menos dos jefes paramilitares, pero según reportes de prensa habría sido porque Uribe solicitó a los paras apoyo para conseguir terrenos o fincas. El exlegislador ha negado todos esas acusaciones.

Al anunciarse su captura, el también expresidente del Senado engrosó la lista de parlamentarios con presuntos lazos con paramilitares: más de 30 congresistas que han sido detenidos y enviados a la cárcel desde el 2007 hasta esta semana, mientras al menos otros 30 son investigados.

El presidente Uribe ha mantenido silencio sobre el caso de su primo, con quien trabajó siempre políticamente y juntos fundaron en 1985 un partido llamado Colombia Democrática, una organización con cinco legisladores, todos ellos ahora investigados o detenidos por el escándalo que estalló a fines del 2006 de los presuntos lazos de paramilitares con parlamentarios y funcionarios regionales.

El exsenador pasó al ostracismo político y no era visto en público ni se conocía de encuentros con el Mandatario después que a fines del año pasado la Corte Suprema ordenara investigar estas supuestas conexiones.

Uribe entonces renunció a su escaño de senador para evitar el juicio en el máximo juzgado, lo cual impediría eventuales futuras apelaciones, sino ser investigado y posiblemente juzgado por la Fiscalía y la justicia ordinaria.

Opositores políticos siempre han levantado la sospecha, sin que hasta ahora surja una prueba o evidencia concreta, de que debido a la cercanía del Mandatario con el exsenador era imposible que el presidente desconociera la totalidad de eventuales contactos con grupos de extrema derecha.
Nota de AP, El Economista, 23 de abril.

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