En el Senado se oculta más de lo que se dice, y sigue la toma del FAP

Con lentitud transcurrieron ayer las horas en el Senado, y la expectativa provocada la víspera por lo que se consideraba una solución inminente a la crisis política en el Congreso, quedó reducida a una pasmosa espera. El tiempo se encapsuló y sólo se escuchó el lenguaje críptico de la política, que oculta más de lo que dice.

Para efectos prácticos y regodeo mediático, nada cambió: las tribunas de ambas cámaras siguen en poder de legisladores del Frente Amplio Progresista (FAP).

“La verdad es que no tengo la menor idea de cuándo podamos finalizar esto”, resumió casi al caer la noche un menguado Carlos Navarrete, coordinador de la bancada del PRD y uno de los protagonistas de este sainete.

En la casona de Xicoténcatl, para PRI y PAN el tiempo transcurría a la espera –según declaraciones de Manlio Fabio Beltrones y Santiago Creel– de que los tres partidos del FAP resolvieran si aceptaban el planteamiento de la Comisión de Energía. Sin embargo, a última hora trascendieron las nuevas exigencias, resultado de la plenaria vespertina del frente.

Pero todos aquí sabían ayer que era mucho más que la mera reticencia al contenido de la propuesta lo que gravitó.

Por eso, y a falta de hechos, resulta mejor ubicar por horas y personajes el transcurrir del nuevo impasse en el Senado, cortesía del FAP, sin faltar la pretendida demostración de oficio de Beltrones y Creel, quienes en busca de llevarse la estrella al mérito de la negociación política evitaron ante los micrófonos referirse a las contradicciones de los frentistas.

A las 11:10, antes de entrar a la sesión de la Junta de Coordinación Política (JCP), Navarrete Ruiz –quien decía no tener nada que informar pero se pasó el día concediendo entrevistas– defendía a su compañero de bancada, Graco Ramírez Garrido Abreu, en su labor de secretario de la Comisión de Energía y signante de la propuesta de debate que ufano presumió el martes el priísta Francisco Labastida.

A las 12:30, al concluir la JCP, Creel informó que los coordinadores partidistas iniciarían reuniones internas para analizar y “hacer ajustes” al documento.

“Nos quisimos dar este tiempo –dijo–, porque las cosas deben procesarse de manera que tengan un sólido respaldo de todos los grupos parlamentarios, inclusive de los partidos.”

A la misma hora, pero en otra área del Senado, Alejandro González Yáñez, del PT, acusaba “desaseo” en la convocatoria a la sesión de la JCP, porque no les dieron tiempo para analizar el documento. Y mostraba su desacuerdo con Graco Ramírez, porque “jamás nos hizo una pregunta, jamás nos consultó, jamás nos entregó parte del documento que se estaba elaborando” y, en consecuencia, “nosotros no nos vemos ahí reflejados”.

A las 13:40 el aludido pintaba su raya: “Yo no represento al FAP ni el FAP es un grupo parlamentario”. Defendía la filigrana con la que, juraba, se bordó el acuerdo, porque “cualquiera que sepa leer en este país” verá que quedó salvado el punto de que “no habrá discusión de las iniciativas ni dictamen hasta que concluya el debate, y eso sería para agosto”.

A las 14 horas Beltrones aparecía ante los micrófonos y buscaba mostrarse conciliador y paciente, porque “hemos dado un buen paso en la mediación del conflicto entre los tiempos largos y a veces infinitos que unos desean, y los tiempos cortos, rápidos, que otros hubieran querido”.

A las 18 horas Navarrete volvía a declarar. Esta vez para decir que no declararía sobre un eventual rompimiento con Andrés Manuel López Obrador, como ayer se especuló.

A la misma hora iniciaba en Xicoténcatl la plenaria del FAP, de la cual saldrían nuevas exigencias para el calendario del debate –y de paso abonar al mote de “insaciables” que les han endilgado PRI y PAN.

Y llegó así una nueva y larga noche en la sede del Senado, a la que seguirá un jueves similar.

Nota de Rosa Elvira Vargas, La Jornada, 24 de abril.


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