“Me robaron mi adolescencia”

TUXTLA GUTIÉRREZ, Chis.— José Luis López Sánchez, a pesar de que le robaron su juventud, apenas dejó el penal El Amate tras ocho años y nueve meses de encierro, se unió al plantón montado frente al palacio del gobierno para exigir la liberación de 15 reos indígenas más en huelga de hambre.

“Sólo quienes hemos padecido las injusticias en el campo, la tortura policiaca y la corrupción del gobierno tras las rejas, sabemos lo que es estar en la cárcel y la necesidad de exigir por nuestra libertad y nuestros derechos humanos”, sostiene este campesino de 27 años.

Preso desde 1999

José Luis fue detenido en 1999 en el ejido El Zapotillo, municipio de Ixtapa, acusado de la muerte del indígena Óscar López Pérez, por problemas de posesión de la tierra. Ahí, empezó el calvario que truncó su adolescencia.

“Con mentiras y sin órdenes de aprehensión, los policías llegaron a mi comunidad y me llevaron a El Amate (municipio de Cintalapa), donde las torturas físicas e intimidaciones sicológicas del agente del Ministerio Público hicieron que me confesara culpable de un crimen que no cometí”, relata el integrante de la Otra Campaña del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.

Fue en la cárcel donde vivió en carne propia la corrupción y las deficiencias del sistema de procuración y administración de justicia de Chiapas, dice.

“Los presos campesinos e indígenas, en sí, los pobres, padecemos más en la prisión todas las falsedades de la ley, la falta de traductores y de defensores de oficio, ya que éstos no defienden sino que se prestan al juego del gobierno”.

José Luis, liberado el 30 de marzo junto con otros 145 reos bajo el recurso de sentencia suspendida, dijo que no descarta más adelante interponer una querella contra el gobierno estatal por “los ocho años y nueve meses que me robaron siendo casi un niño”.

Dice que aunque no guarda rencores, pugnará legalmente al igual que otros ex reos por la reivindicación de sus derechos humanos, atropellados sistemáticamente por las autoridades chiapanecas.

“Podría demandar al gobierno por las violaciones a mis derechos como persona, aunque no creo que me puedan pagar los años que me robaron en la cárcel”, señala.

El semblante denota tristeza cuando afirma que la cárcel rompe a la familia y la aleja..

Nota de Oscar Gutiérrez, El Universal, 7 de abril.



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