“Mi esposa e hijos me olvidaron”

TUXTLA GUTIÉRREZ, Chis.— “La cárcel no sólo nos arrebató la libertad y la dignidad, sino también a nuestra familia”, afirma el tzotzil Andrés Hernández Hernández.

El indígena, de 63 años, fue unos de los 133 reos que este lunes fueron liberados por el gobierno del estado de Chiapas, luego de una jornada de protestas y huelga de hambre de un grupo de internos en tres penales de la entidad.

Ayer, Andrés volvió a caminar por las calles tras 11 años de reclusión en el penal El Amate del municipio de Cintalapa, donde cumplía una sentencia de 14 años de prisión por homicidio y lesiones.

Él, como otros 67 de sus compañeros, alcanzó su libertad mediante el beneficio de la preliberación.

El campesino fue detenido en el ejido Agustín Rubio Montoya, perteneciente al municipio de Bochil, y después fue acusado de la muerte de Agenor Zenteno Castellanos.

“Lo mío fue por problemas de la tierra, mas nunca cometí esos delitos. Fue el padre del difunto, el cacique Agenor Zenteno Hernández, quien me acusó y fui a parar injustamente a la cárcel”, añadió Hernández, integrante de la Central Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos (CIOAC).

El tzotzil atribuye su liberación a la presiones de la huelga de hambre que iniciaron reos hace más de 30 días en tres penales del estado y a la movilización realizada por las organizaciones sociales y campesinas.

“Si no se hubiera movido el pueblo, seguiría yo en la cárcel; sin embargo, ahora que obtengo la libertad me doy cuenta que ya no tengo familia, pues hace tiempo que mi esposa y mis hijos me olvidaron dentro de la cárcel”, lamentó al ser entrevistado al salir de prisión.

Nota de Oscar Gutiérrez, El Universal, 1º de abril.



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