La oposición venezolana y la esperanza del cambio

BUENOS AIRES.— Los venezolanos celebran el próximo domingo unas elecciones legislativas cruciales, convertidas en un mero plebiscito para el presidente Hugo Chávez.

Serán unas elecciones con reglas electorales adecuadas para la ocasión, pero en un contexto de debilidad y con una oposición que parece haber aprendido la lección en sus aprestos por regresar al Parlamento —aunque las encuestas no logran determinar qué cantidad aproximada de escaños podrían ocupar.

Como en otras ocasiones, el presidente se ha puesto la camiseta de la campaña y ha salido a vender su habitual receta de “la confabulación imperialista”.

La actual coyuntura social y económica marca el paso del derrotero gubernamental y las posibilidades de una elección que resulte por lo menos decorosa para la oposición.

Los escollos que el chavismo deberá sortear en las urnas son varios: la crisis energética, la recesión económica que se vislumbra para muchos venezolanos (con una caída de 2% de la actividad económica en 2009 y la proyección de una baja de 2.6% para este año en el PIB), las toneladas de alimentos pudriéndose en contenedores y ciertos gestos que los analistas enmarcaron en el terreno de las necesidades políticas urgentes —como el acuerdo bilateral con Colombia, para no ahondar más la crisis económica—, y del desespero —como exhumar los restos del Libertador Simón Bolívar “para tocar sus huesos y ver si le transfiere el aura de su liderazgo”.

Un gesto, el de la exhumación, que al decir del historiador Manuel Caballero explica en gran parte esa pérdida de popularidad de Chávez, que por primera vez lo lleva a enfrentar unos comicios con menos de 40% (37% de aceptación según el último sondeo que fue difundido).

Como son tiempos de campaña, Chávez está legalmente impedido para hacer su programa dominical “¡Aló Presidente!”. Pero no escatimó en inauguraciones, anuncios oficiales, venta de aparatos de aire acondicionado de manufactura chino-venezolana —contra los “que vienen con la mala palabra del imperio”— y su acostumbrada lista de recetas de campaña para captar el voto de los sectores más populares.

En esta semana, la de la recta final de cara al 26, está prohibido conocer encuestas, pero las últimas disponibles (publicadas el pasado jueves) indican que esa baja popularidad del presidente no se traduce necesariamente en votos. En el acostumbrado escenario de polarización política, el oficialismo retendría 52% de los sufragios contra 48% del Movimiento de Unidad Democrática (MUD) y el escindido del chavismo, Partido Patria Para Todos (PPT), de acuerdo con las estimaciones de Datanálisis.

La distribución de bancas

Aun cuando el recuento final se acerque a esos porcentajes, nunca se podrá reflejar de igual manera en la distribución de curules, ya que el Consejo Nacional Electoral (CNE) modificó oportunamente el sistema de distribución de bancas, principalmente en estados más densamente poblados, como Zulia, Miranda y Capital Táchira, donde se concentra 52% de los votantes pero que sólo podrán elegir 64 de las 165 bancas (39% del parlamento). En el resto del país, que representan a 48% de los votantes, podrán designar a 101 (61%) de los congresistas.

Para el ex ministro chavista y actual director de la consultuora GIS XXI, Jesse Chacón, el 52% que ostenta el gobierno en las encuestas podría convertirse en la noche del domingo en 110 asambleistas, lo que le garantizaría al chavismo la mayoría directa. Sin embargo, para Luis Vicente León, de Datanalisis, la llave de estos comicios no está ni con Chávez ni con la oposición, que suman aproximadamente el 37% de un universo electoral de 17.5 millones, que podrían volcar la balanza para uno u otro lado.

“Es la primera vez que tenemos candidaturas únicas, sabemos ante quién nos enfrentamos y en el marco desfavorable en que lo hacemos, pero para la oposición dividirle el voto al chavismo y estar en la Asamblea en buen número ya será un éxito”, dijo a EL UNIVERSAL Leopoldo López, ex alcalde del Chacao.

Resultados posibles

Para el analista Carlos Blanco, de la Universidad Central, “ganar” el próximo domingo para el oficialismo “tiene escalas”.

La mejor sería la de hacerse “con la mayoría de votos y al menos dos tercios de la Asamblea Nacional; la desmejorada es ganar la mayoría electoral y más de la mitad de los diputados sin alcanzar la mayoría calificada (automática); la insatisfactoria es obtener más diputados que la oposición, dados los tramposos arreglos del CNE”.

Pero más allá de las maniobras, sólo hay una certeza a partir del próximo domingo. El Parlamento, que funcionó a control remoto de la voluntad presidencial en los últimos cinco años, se convertirá en un nuevo escenario de la polarizada lucha política venezolana, a tan sólo un año de las elecciones presidenciales, en las que Chávez vaticina “un aluvión de votos rojos” y la oposición “una candidatura unificada” para lograr lo que intenta infructuosamente desde 1999: expulsar al chavismo del poder.
José Vales corresponsal, EL Universal, 21 de septiembre.

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