“Riesgosa, cercanía con el ombudsman”

La última vez que públicamente apareció disfrutando de la vida, acompañado y abrazado de su esposa en medio de una multitud que coreaba las canciones del cantante cubano Pablo Milanés, fue en el verano de 2006 en el estadio Benito Juárez.

A partir de entonces, Gustavo de la Rosa Hickerson ha tenido que sortear una serie de dificultades y amenazas en las tareas políticas y en defensa de la sociedad que le ha exigido su labor de derechohumanista y que ahora trastoca el seno familiar tras el reciente ataque a dos reporteros de El Diario, y la muerte de Luis Carlos Santiago, de 22 años, amigo de su hijo Alejo de la Rosa.

La ejecución y el móvil del atentado aún se desconocen y si no se detiene a los responsables, “no se podrá determinar si se trató de un crimen de la delincuencia común, de la delincuencia organizada o de un hecho político”.

Santiago estaba consciente de la actividad social y de los riesgos que implicaba ser amigo del hijo de De la Rosa Hickerson, quien ha sido amenazado de muerte y perseguido hasta el exilio por denunciar los abusos y las omisiones de militares y policías en medio de la guerra que libra en Ciudad Juárez el gobierno federal en contra del narcotráfico.

El primer visitador de la Comisión Estatal de los Derechos Humanos, asignado a la Operación Coordinada Chihuahua y responsable de levantar quejas y denuncias de la población afectada, insiste en no querer pensar que el fotógrafo fue asesinado por su culpa.

“Era mi amigo”

Del otro lado del auricular, en la búsqueda de Alejo, contesta el propio derechohumanista en su vivienda, quien accede a responder para decir que su hijo tiene “mucho sufrimiento”, tras el atentado en el que perdió la vida su amigo, el fotoperiodista Luis Carlos Santiago.

Momentos después, tras una segunda llamada, aparece una voz juvenil que audiblemente está apagada por la pérdida de un amigo. Menciona que hace siete años conoció a Luis Carlos en una plaza comercial de la ciudad. Una de tantas, en medio de una ciudad que ha registrado durante las últimas dos décadas un exponencial crecimiento urbano, atado al rezago social, la pobreza y al clima hostil de la violencia que en los últimos tres años ha generado el narcotráfico en esta región norte del país.

“Él era fotógrafo, yo trabajaba en El Diario, y lo recomendé para la plaza que en el periódico se estaba ofreciendo”.

—¿Había alguna afinidad ideológica por encima de la relación personal?

—Sí, sí coincidíamos en muchas cosas. Ambos éramos jóvenes…

—¿Participó Luis Carlos alguna vez junto contigo en acciones de activismo político o social?

—No, éramos bastante apolíticos.

—¿Estaba consciente de la relación y los riesgos que tiene tu padre en su labor como derechohumanista?

—Sí, estaba enterado y sabía quién era mi padre y a lo que se dedica.

—Se hablaba de un incidente que ambos enfrentaron con un grupo de pandilleros hace tiempo. ¿Qué fue lo que sucedió en esa ocasión?

—Fue realmente un pleito sin mucha trascendencia, con un par de chavos.

—¿Pertenecían a una pandilla?

—Eran unos chavos malandros, y no creo que eso tenga que ver con esto.

Los amigos de Alejo, quienes participan en las secciones light del periódico de mayor influencia en el estado de Chihuahua, habían participado en un curso de fotografía sobre platillos de mesa.

Después surgió la noticia. Luis Carlos Santiago y su compañero Carlos Manuel Sánchez, quien resultó lesionado a balazos, habían sido tiroteados en el estacionamiento de Río Grande Mall, en el viejo corazón de la ciudad.

Gustavo de la Rosa Hickerson ha sido amenazado de muerte en el pasado reciente, tras las denuncias documentadas sobre una serie de abusos, irregularidades y corrupción de los elementos del Ejército mexicano, que le costó hace algunos meses el exilio en El Paso.

Recientemente elaboró dos expedientes por homicidio que involucran a agentes federales, y ha llevado pesquisas sobre la operación de secuestradores, además de presionar cambios operativos.
Mario Héctor Silva corresponsal, EL Universal, 18 de septiembre.

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