El daño, instalado en algunas regiones

Cancún, QR, 10 de diciembre. El cambio climático afecta a todo el planeta en diferentes niveles y formas, pero cuando se conjuntan una situación geográfica desafortunada y la miseria, el asunto crítico se vuelve desesperanza.

Las naciones más devastadas y pobres del mundo afirman que no tienen margen para atender a los damnificados y tampoco para atajar los caudales embravecidos que provocan inundaciones; menos para protegerse de las temperaturas extremas o aliviar los campos secos.

En esta situación están unas 40 pequeñas islas del Pacífico, condenadas a desparecer; se dice que de ahí saldrán las primeras migraciones masivas de los próximos años si no se detiene la emisión de gases de efecto invernadero y con ello el calentamiento de la Tierra.

Los africanos alertaron que de 75 a 100 millones de personas de este continente se enfrentan a la escasez de agua y que las cosechas podrían caer un tercio en 2025.

Los países menos desarrollados afirmaron que sus integrantes ya están luchando por la sobrevivencia: “Tuvalú –isla del Pacífico con menos de 20 mil habitantes– podría ser barrida bajo el agua en cualquier momento”.

Bangladesh clama también ante la devastación de sus tierras por el avance del mar; mientras viven hoy tragedias pueblos de Venezuela, Colombia, Paquistán o Guatemala. Este último es “el país más vulnerable de América”, con al menos 51 por ciento de su población desnutrida, y ubicado justo en la ruta de huracanes del océano Atlántico y en la de las tormentas tropicales del Pacífico.

Así, los representantes de los países más afectados estuvieron en Cancún dos semanas clamando recursos, pero sobre todo, dejando en claro que el desastre climático ya los alcanzó.
Fabiola Martínez enviada, La Jornada, 11 de diciembre.

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