BOGOTÁ.- Que la guerrilla de las FARC insista en retener a Ingrid Betancourt pese a su grave estado de salud, y que ni siquiera acceda a que una misión médica enviada por Francia la atienda, confirma, según expertos, que la ex candidata presidencial sigue siendo "la joya de la corona" entre todos los secuestrados.
Y las FARC, advierten, parecen dispuestas a llevar su cautiverio hasta el umbral de la muerte -que les costaría un repudio y aislamiento casi totales de la comunidad internacional- antes de liberarla sin que el Gobierno de Álvaro Uribe se siente a negociar, bajo sus condiciones, un canje de secuestrados por guerrilleros presos.
"Atribuyo su cautiverio a una perversa mentalidad política de que con Ingrid las FARC tienen a una persona muy valiosa que les da mucha vitrina internacional", dijo a REFORMA Francisco Rodríguez, quien trabajaba como jefe de prensa de la campaña de Betancourt, cuando fue secuestrada el 23 de febrero de 2002.
Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) aspiran a canjear un grupo de 40 secuestrados, entre ellos policías, militares y tres estadounidenses, por medio millar de rebeldes presos.
Para negociarlo, exigen desmilitarizar dos municipios, condición a la que el Gobierno se opone rotundamente.
"Si las FARC no entregan a Ingrid es porque quieren algo a cambio y el día que la entreguen, pierden la joyita. Les quedaría muy poco para negociar el canje", opinó la analista Laura Gil.
Jorge Restrepo, director del Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos, consideró que las FARC atraviesan un declive militar y ven en los rehenes una pieza de negociación política muy valiosa, tanto en el plano interno como externo.
"Con el secuestro, la guerrilla se mantiene vigente en la opinión pública, hace ver que el conflicto sigue, que es una fuerza que no ha sido derrotada. Con toda la atrocidad que eso supone, termina siendo el uso de un terror para mover a la opinión pública", expuso el experto.
"Ése es el gran valor que Ingrid y los demás secuestrados tienen para las FARC", afirmó Restrepo, quien cree que la guerrilla llevará el plagio de Betancourt hasta el límite antes de pensar en entregarla.
"Las FARC van a llegar hasta el último momento y si la liberan, lo harán en una situación en que puedan cobrar beneficios adicionales, como con las recientes liberaciones unilaterales", anotó.
En enero pasado, las FARC liberaron de forma unilateral a la compañera de fórmula de Betancourt, Clara Rojas y a la ex legisladora Consuelo González, y a fines de febrero a otros cuatro ex congresistas en supuesta retribución a la labor mediadora del Presidente venezolano, Hugo Chávez, y de la senadora colombiana Piedad Córdoba.
Gil advirtió que la muerte de Ingrid sería el peor escenario para las FARC y ve posible que la entreguen si en realidad está tan grave.
Pero otros expertos dudan que a la guerrilla le preocupe un mayor deterioro de su imagen si deja morir a la rehén.
"La muerte de Ingrid no nos diría nada diferente a lo que ya sabemos de las FARC, que es una organización militar que utiliza la fuerza y el terror para sus fines políticos. Ya sabemos que cometen crímenes atroces", acotó Restrepo.
El ex Comisionado de Paz Camilo Gómez consideró que para las FARC la muerte de Betancourt sería intrascendente.
"Ellos ven la muerte de manera distinta a cómo la vemos nosotros, no tienen sentido humanitario y pensarán que es un hecho de guerra. Peor imagen de las FARC es imposible tener", dijo Gómez.
El analista León Valencia, en tanto, recordó que lo más importante para las FARC es que el Gobierno les reconozca estatus político al negociar el canje.
"El principal objetivo de las FARC es obtener el reconocimiento de contraparte del Gobierno, lograr el estatus político y sentarlo a negociar", aseguró Valencia.
"Sentarse a negociar ha sido siempre la propuesta de las FARC y me parece que el Gobierno no lo ha intentado en serio", secundó el politólogo Alejo Vargas.
El analista admitió además que la reciente muerte del segundo hombre de las FARC, "Raúl Reyes", a manos del Ejército colombiano, habría cerrado los canales de comunicación con la guerrilla, pero descartó que se haya traducido en una desbandada y desorganización de los frentes a cargo de vigilar a los secuestrados.
Y las FARC, advierten, parecen dispuestas a llevar su cautiverio hasta el umbral de la muerte -que les costaría un repudio y aislamiento casi totales de la comunidad internacional- antes de liberarla sin que el Gobierno de Álvaro Uribe se siente a negociar, bajo sus condiciones, un canje de secuestrados por guerrilleros presos.
"Atribuyo su cautiverio a una perversa mentalidad política de que con Ingrid las FARC tienen a una persona muy valiosa que les da mucha vitrina internacional", dijo a REFORMA Francisco Rodríguez, quien trabajaba como jefe de prensa de la campaña de Betancourt, cuando fue secuestrada el 23 de febrero de 2002.
Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) aspiran a canjear un grupo de 40 secuestrados, entre ellos policías, militares y tres estadounidenses, por medio millar de rebeldes presos.
Para negociarlo, exigen desmilitarizar dos municipios, condición a la que el Gobierno se opone rotundamente.
"Si las FARC no entregan a Ingrid es porque quieren algo a cambio y el día que la entreguen, pierden la joyita. Les quedaría muy poco para negociar el canje", opinó la analista Laura Gil.
Jorge Restrepo, director del Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos, consideró que las FARC atraviesan un declive militar y ven en los rehenes una pieza de negociación política muy valiosa, tanto en el plano interno como externo.
"Con el secuestro, la guerrilla se mantiene vigente en la opinión pública, hace ver que el conflicto sigue, que es una fuerza que no ha sido derrotada. Con toda la atrocidad que eso supone, termina siendo el uso de un terror para mover a la opinión pública", expuso el experto.
"Ése es el gran valor que Ingrid y los demás secuestrados tienen para las FARC", afirmó Restrepo, quien cree que la guerrilla llevará el plagio de Betancourt hasta el límite antes de pensar en entregarla.
"Las FARC van a llegar hasta el último momento y si la liberan, lo harán en una situación en que puedan cobrar beneficios adicionales, como con las recientes liberaciones unilaterales", anotó.
En enero pasado, las FARC liberaron de forma unilateral a la compañera de fórmula de Betancourt, Clara Rojas y a la ex legisladora Consuelo González, y a fines de febrero a otros cuatro ex congresistas en supuesta retribución a la labor mediadora del Presidente venezolano, Hugo Chávez, y de la senadora colombiana Piedad Córdoba.
Gil advirtió que la muerte de Ingrid sería el peor escenario para las FARC y ve posible que la entreguen si en realidad está tan grave.
Pero otros expertos dudan que a la guerrilla le preocupe un mayor deterioro de su imagen si deja morir a la rehén.
"La muerte de Ingrid no nos diría nada diferente a lo que ya sabemos de las FARC, que es una organización militar que utiliza la fuerza y el terror para sus fines políticos. Ya sabemos que cometen crímenes atroces", acotó Restrepo.
El ex Comisionado de Paz Camilo Gómez consideró que para las FARC la muerte de Betancourt sería intrascendente.
"Ellos ven la muerte de manera distinta a cómo la vemos nosotros, no tienen sentido humanitario y pensarán que es un hecho de guerra. Peor imagen de las FARC es imposible tener", dijo Gómez.
El analista León Valencia, en tanto, recordó que lo más importante para las FARC es que el Gobierno les reconozca estatus político al negociar el canje.
"El principal objetivo de las FARC es obtener el reconocimiento de contraparte del Gobierno, lograr el estatus político y sentarlo a negociar", aseguró Valencia.
"Sentarse a negociar ha sido siempre la propuesta de las FARC y me parece que el Gobierno no lo ha intentado en serio", secundó el politólogo Alejo Vargas.
El analista admitió además que la reciente muerte del segundo hombre de las FARC, "Raúl Reyes", a manos del Ejército colombiano, habría cerrado los canales de comunicación con la guerrilla, pero descartó que se haya traducido en una desbandada y desorganización de los frentes a cargo de vigilar a los secuestrados.
Nota de Octavio Pineda, corresponsal, Reforma, 6 de abril.
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